Todos sinteron alguna vez el temor a caer, al vacío precipitarse por la falta de un arnés, todos tuvieron miedo a la oscuridad, todos caímos en tomar veneno para calmar la ansiedad. Creímos poder asediar Troya en una noche, que derroche de insensatez, fuimos los que les hicieron creer que ni siquiera les llegaban a oponentes pero hasta el último soldado sintió el miedo en su tez. Ellos se quedaron su Pompeya calcinada y nosotros nuestra Atlántida oculta bajo tremendos oleajes, no pudieron impedirnos llegar en el siglo de las luces a nuestro cenit más brillante, fuimos veneno para aquel que presumía de intelectual y solo era un falso ignorante. No somos ni héroes ni villanos somos la sensatez sin descaro de quien se atrevió a salir de la caverna mirar a Platón y gritar que la caja de Pandora llevaba siglos abierta, soportamos la espada de Damocles en cada una de nuestras sendas fuimos veneno para el ciego y le arrebatamos la venda, veneno para el mudo que ahora habla a rienda suelta y veneno para el mito que nos convirtió en leyenda. Y a la espera de la evolución, la revolución ya fue implantada por todos los sabios del planeta.
