Entre la Vida y la Muerte

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El humo se alzaba por los árboles, lo que nos hizo apretar el paso.
Al llegar, las llamas cubrían toda la casa.
Los demonios corrían, otros se hallaban en el suelo con manchas carmesí en su cuerpo, sus ojos abiertos mirando a la nada.

-deben estar cerca-
-¡espera!- mi barbilla se golpeó con el suelo y el peso de Rafael hacía difícil mi respiración, a nuestro lado, muy cerca una bomba explotó haciéndonos volar unos metros lejos de donde estábamos
-iré a buscar a mis hermanos tú quédate a ayudar- me comencé a levantar y no perdí el tiempo en correr

Mientras mis pies se movían a la velocidad del viento aproveché para lanzar bolas de fuego a los escondites de los cazadores, esquivé algunos golpes de granadas, balas y flechas
Noté el cabello rubio de Vee y a su lado estaba Gabriel, me les uní
-Ada tenemos que irnos-
-Rafael ya está ayudando con eso-
-perfecto- Gabriel noquea a un hombre haciendo que su cabeza crujiera
-¡Vee!- ella asiente y hace una especie de triángulo con sus dedos índices y pulgares, auras salen, una tras de la otra haciéndose cada vez más grande, las armas al golpearlas provocaban ondas en estas pero no las atravesaban
-tenemos 5- corrimos de regreso a la parte delantera de la casa
-tenemos que salir por allá- señala Gab al cielo donde un hueco claro se veía
-¡dense prisa!- demonios volaron en fila saliendo rápidamente perdiéndose en las nubes
-gracias chicos- Alice despliega las alas y se va, mis hermanos y yo hicimos los mismo, pero me detuve
-Rafael- recordé que el ya no tenía alas
-oh vamos, es tu oportunidad de deshacerte de mí cariño- sus brazos cruzados y sonriendo pícaramente como siempre
-puedo alzarte- propone Gab, Rafael mira hacia arriba
-solo cabe uno hermano, váyanse antes de que la protección se destruya- mis hermanos intercambiaron miradas tristes
-no, no te quedarás, morirías- el me mira, se veía nostálgico, pero a pesar de eso seguía sonriendo
-a lo mejor llegó mi hora hermosa- mis pasos firmes rompiendo ramas y saltando cuerpos llegaron a su destino, mis brazos se envolvieron involuntariamente alrededor de su cuello y mi rostro permanecía cálido en su cuello, mis pies flotaban para estar en esa posición ya que él era demasiado alto
-dijiste que eres difícil de matar- susurré
-lo soy-
-entonces selo ahora, no mueras Rafael- sus brazos me atrajeron más a él con fuerza, noté que aún estaba tenso
-yo...-
-promételo o no me iré- su risa no tenía gracia
-te prometo que tú serás la única que me mate cariño- me comencé a apartar, la mano de Rafael apretó la mía y jaló de ella
Y sin darme tiempo de asimilar las cosas me besó, de todas las posibles cosas que me esperaba, está no lo era, pero de esas son las que mejor se disfrutan, aunque solo duren unos segundos
-¿y eso que fue?- pregunté cuando nuestros labios se separaron y la realidad me golpeó
-fue algo como un...nos vemos luego hermosa- mis labios se apretaron en una línea extrañando los suyos
-deberías esconderte-
-deberías irte, tus hermanos te necesitan- asentí y me alejé sin mirar atrás, porque sabía que si lo hacía, me quedaría.