Al día siguiente me levanté con sueño, esa noche tampoco había logrado dormir para variar. Me dirigí hacia abajo a desayunar, mi hermanastro no estaba y mi padre y madrastra tampoco.
- Que raro... ¿Dónde estará Héctor?
Decidí no darle importancia y me dirigí al instituto. Al llegar ya habían empezado las clases. Genial...
Busqué el aula que me tocaba y me encontré con el profesor de guardia.- ¿Qué haces por aquí? Las clases han empezado ya hace 10 minutos.
Revisé mis opiniones, podía decirle que me había dormido y buscar el aula por mi cuenta o explicarle que soy nueva. Me decidí por la segunda.
- Eeh... soy nueva en el instituto y no sé donde queda mi clase.
- ¿Dónde te toca?
Revisé mi horario.
- En la C2-11.
- Ok, sígueme...
El profesor se guardia me guió hasta esa clase y entré, este se fue no sin antes mirarme para quedarse con mi cara. Al entrar cerré la puerta detrás de mí. El profesor me miró con mala cara. Vale, definitivamente necesitaba una excusa, y una buena....
- ¿Por qué llegas tarde?
Este me miró alzando una ceja.
- ... ¿Porqué me he quedado dormida?
Mi respuesta sonó más como una pregunta que como una afirmación así que decidí corregir.
- Digo, porqué me he quedado dormida, lo siento, no era mi intención.
El profesor me miró como si fuese un caso perdido y Adrián me miró preocupado sabiendo el accidente que sufrí. El profesor me dio permiso para sentarme y fui al lado de Adrián.
- ¿Estás mejor? -dijo este preocupado.
- ¿Estar mejor de qué? -dije con desdén.
- Sabes perfectamente a que me refiero Adriné -dijo más serio de lo normal.
Suspiré resignada.
- Supongo que sí -dije encogiéndome de hombros.
- Supongo no me vale ¿Sí o no?
- Bueno, dejando de lado que tengo una herida en mi cabeza por culpa de mi hermanastro, mi familia me oculta cosas y a penas duermo, sí, creo que estoy perfectamente bien -dije un tanto borde.
- Tampoco hacía falta ponerse así ¿Sabes?
- A ver, pareja ¿Qué pasa ahí atrás? -preguntó el profesor.
- Nada, nada -respondimos nerviosos mientras negábamos.
El profesor decidió ignorarnos y volver a dar clase.
- Oye profe ¿Por qué no te cae un meteorito y te mueres? -dije susurrando a lo que Adrián se rió leve.
- ¿Por qué no te atropella un camión de 32 ruedas? -continuó él por lo bajo a lo que yo reí.
- Amargado.
- Desgraciado.
Pasamos la clase maldiciendo al profesor por lo bajo hasta que sonó el timbre y al salir de clase estallé a risas. Adrián se limitó a verme y sonreír.
- Bueno, yo me voy por aquí -dije cogiendo aire de vuelta, ya que de tanto reírme necesitaba respirar.
- ¿Qué? Ni de coña, te vienes conmigo.
- Es que tengo que hacer un par de cosas -dije poniendo otra excusa, no me apetecía estar con alguien en esos momentos.
- ¿En serio? Adriné, sé de sobra que es una excusa. Hace un rato necesitabas respirar debido a que te estabas riendo y ahora estás seria ¿Segura de que estás bien?
- Eh... sí, no te preocupes, es solo que no me apetece estar con alguien en estos momentos hehe -respondí rascándome la nuca un poco nerviosa.
- Ok, si tú lo dices, pues nos vemos en clase.
- Vale, hasta luego.
No quería estar con nadie, solo quería estar sola por unos minutos. No paraba de darle vueltas a lo que me estaban ocultando, tenía curiosidad y estaba muy preocupada. Me encontraba muy mal, tenía un dolor de estómago horrible e insoportable debido a los nervios, pero tenía que esperarme a que acabaran las clases todavía. Estuve todo el recreo en mi mundo pensando en todo lo que estaba pasando hasta que sonó la alarma, devolviéndome de este modo a la realidad. Me dirigí a la clase que me tocaba con desgana, no me apetecía nada pero no tenía otra opción. Entré a clase y me senté a última fila y Adrián se sentó a mi lado.
- ¿Qué tal vas? -me preguntó.
- Fatal, no duermo nada desde hace semanas y el café dejó de hacerme efecto desde hace tiempo... así que me toca aguanta y ya.
Me miró compadeciéndose de mí y se quedó callado, poniendo así atención a la clase. Yo me pasé el resto de las clases mal y dándole vueltas a la cabeza sobre que está pasando y cómo puedo solucionarlo hasta que tocó el timbre indicando que ya era hora de volver a casa. Me despedí de Adrián y volví hacia mi casa. Al llegar entré y al estar dentro tiré mi mochila al suelo y mi hermanastro estaba sentado en el sofá mirando su móvil, al darse cuenta de mi presencia me miró de reojo.
- Hey enana, recoge la mochila, a mamá no le gusta que las cosas estén tiradas por el suelo.
Le miré de mala manera y con una mueca de asco, retrocedí, recogí la dichosa mochila y subí a mi habitación. Estuve toda la tarde esperando a que María me mandase algún mensaje o prueba más pero no llegó nada. No tenía ganas de nada así que intenté dormir un poco.
Después de media hora me desperté, miré hacia un reloj que había en la pared y vi que eran las ocho. Me levanté con dolor de cabeza, no solía dormir y eso me había afectado. Bajé a la planta baja, tenía un aspecto horrible y estaba despeinada. Mi hermanastro estaba todavía con el móvil y cuando me vio me ignoró por completo, al parecer no me iba a contar nada. Agarré el teléfono y marqué el número de mi mejor amiga. Nadie contestó, me estaba preocupando, esto era raro, demasiado. Opté por llamarla por Skype pero nadie contestó.
- ¿Qué le pasa a esta?
Oí como la puerta de la entrada se abría y entraban mi padre y mi madrastra. Mi padre me llamó y bajé. Ellos estaban sentados en el sofá y Héctor no estaba. Le miré extrañada.
- Adriné... será mejor que te sientes... -dijo este.
- ¿Ok?
Hice lo que me dijo, no tenía ni idea de que me iba a decir pero seguro que no era bueno.
- Verás... ¿Cómo te digo esto?
- Con la boca -dije tratando de romper el hielo y echando una leve risa.
- Esto es serio, señorita -dijo la oxigenada.
- Vale, vale, solo decidme que pasa.
- ...María se ha suicidado...
- ¿¡Qué!?
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¿Por qué tenía que pasarme esto?
Ficção AdolescenteEsta es la historia de una adolescente llamada Adriné, la cual tras perder a su madre, ella y su padre se mudan a otro pueblo, dejando atrás todos sus recuerdos.