Cold Sommer with Finn Harries

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El calor era insoportable. Aún teniendo a máxima capacidad el ventilador, podía sentir mis pies echando humo. Cuanto extrañaba el invierno. No podía esperar más para que diciembre se acabase. Quería ya estar de vuelta a clases -nunca pensé que lo diría- Es estúpido, lo sé. Después de tanto tiempo quejándome de los frecuentes exámenes y la exigencia de mi escuela, rogando que las clases ya acabasen, resulta que ya no quiero estar de vacaciones. Que absurdo. Al parecer quiero seguir matándome para conseguir un excelente al final del año. Cuando pequeña no estudiaba mucho, creo que al comenzar la secundaria mi promedio comenzó a subir, junto con el estrés.
El teléfono chillo a mi lado. Di un respingo y me apresuré a contestarlo con el alma aún un poco dolida por el susto.
-¿Hola? -dije apoyándome con dificultad en la cama
-Tu, yo y mi buen amigo el centro comercial esta tarde ¿qué dices? Mi armario me pide a gritos que lo alimente. El pobrecito morirá sino voy a comprarme un par de zapatos ahora mismo -la voz de Abi me sacó una sonrisa involuntaria. Hace mucho tiempo que no hablaba con ella, y escucharla por el audífono me alegró bastante.
-Pensaba que tus padres te habían prohibido gastar más dinero de tu tarjeta
-blablabla. Cariño, la vida solo se vive una vez y ¿qué más da? las tarjetas de crédito están hechas para ser usadas, sería muy egoísta de mi parte sino la gasto -dijo con tono burlón
-Lo entiendo, pero hoy es el cumpleaños de Ethan y necesito organizarle una fiesta. No me queda mucho tiempo, la fiesta será esta noche
-Por favor, Ethan es bastante grandesito para fiestas sorpresas ¿no crees?
-Eso lo dice la chica que aún le gusta subirse a los juegos mecánicos para niños
-Esa chica es tu mejor amiga ¿recuerdas?
-touché -sonreí
-Muy bien, supongo que ahora tendré que quedarme en la calurosa casa de mi abuela, cuidando a sus veinte mil gatos roñosos
-O puedes quedarte en mi casa y ayudarme con los preparativos de esta noche -añadí completando la frase
-Debí colgar antes de que dijeses eso
-¡Porfavor! Será divertido, lo prometo. Luego podrás quedarte para la fiesta
-No lo se...
-Habrán chicos universitarios... -dije con voz persuasiva
-Cuenta conmigo -colgó repentinamente el teléfono.
Me levanté y me dirigí a la cocina. Una ráfaga de viento me estremeció al pararme. Agarré un vaso, lo rellené con agua y me digné a mirar por la ventana. Podía ver perfectamente a todo el vecindario. Vivir en un edificio de 20 pisos no es tan malo después de todo. Desde aquí podía ver toda la ciudad. La vista era espectacular. Es una de las pocas cosas que me gustan de este apartamento. La verdad es que si me hicieran elegir entre un edificio y una casa, escogería la casa. Creo que las casas son únicas. Me gusta que tengan uno que otro escondite o un lugar que nadie conoce. Un apartamento es tan sólo uno de los miles que hay en el mismo edificio y sus paredes no esconden más que pintura y rayones.
Pensando en eso, me dirigí al baño y prendí la ducha. No quería estar toda sudada cuando Abi llegara. Fui en busca de mi IPad mientras que el agua se templaba y puse música. Katy Perry sonaba fuertemente desde el parlante. Me desnudé y me metí a la ducha. Solté un suspiro de alivio cuando mi piel hirviendo rozó el agua. Fui metiéndome poco a poco, hasta que ya no sentir frío.
Al terminar de enjabonarme, ponerme Shampoo, bálsamo, etc, apague la corriente de agua y salí cuidadosamente, para no resbalarme, de la bañera. Me puse la bata, apagué la música y salí con una toalla en la cabeza a mi habitación. Revolví entre mi armario y me puse algo bastante cómodo.
Me sequé el cabello y me maquillé un poco los ojos.
El timbre resonó por el altavoz y troté hacia la puerta. Me asomé por la mirilla aún sabiendo que era ella, y luego abrí la puerta.
-Chester es un pervertido -dijo depositando su cartera en el perchero.
-¿Quien? ¿El conserje?
-Ese mismo. ¿No sabías su nombre? Bueno pues ese sujeto me dijo que tenia el cierre abajo.
-¿y qué tiene?
-Que para saber si es que tenia el cierre abajo debió de haber pasado sus ojitos buscando alguna otra cosa, ¿no crees? -dijo con cara de asco
-Vaya, tu eres la única persona que pensaría en eso -añadí cerrando la puerta
-Lo sé. Mi mente es bastante perturbante -dijo con una sonrisa
-Oye, ¿Quieres una coca fría? -pregunté con un pie en dirección a la cocina
-Si, por favor. Me estoy asando en mi propio sudor
-Vale, ya vuelvo. Si quieres vas a mi habitación, estoy instalada allá
-Vale
Fui al refrigerador y solo pude encontrar agua mineral. Tal vez en el nuevo mini refrigerador de papá pueda encontrar algo. Fui a la habitación de mis padres y el refrigerador se encontraba cerrado con candado. Qué ávaro era papá. Empecé a pensar en dónde podría estar la llave y se me ocurrió abrir el cajón de mi padre. Con dificultad logré abrirlo y al hacerlo, empecé a rebuscar entre papeles y monedas. No había nada. Miré desconsolada su interior y me percaté que debajo de todo esos papeles había una cajita azul. Esperanzada la abrí y para mi sorpresa, habían dos boletos de avión. Tomé uno de los boletos con extrañeza y lo empecé a examinar. Tal vez ya estaban gastados y mi padre los había conservado para recordar el viaje. Era de esperar, ya que a mi padre le encanta conservar cachivaches.
-¡Scarlett! ¿¡Por qué tardas tanto!? -di un respingo al escuchar la voz de Abi y de pronto me sentí como una ladrona descubierta.
-¡Ya voy! -grité dejando sin querer escapar un gallito.
Deje el boleto de vuelta en la cajita azul y corrí a la habitación.
-Lo siento, ya llegué -dije sin aliento
-¿y las bebidas? -preguntó mirando mis manos vacías.
Me quede pensativa por un momento y luego contesté.
-No había más coca
-Esta bien... -añadió dudando de mi respuesta
-Como sea, ¿quieres ayudarme con la lista de invitados?
-Mmmmmm no lo sé ¿y si digo que no?
-Tendrás que hacerlo igual -dije con una sonrisa malévola
-Carambolas. Por lo menos podré quedarme con los números telefónicos de los chicos guapos.
-Me gusta tu optimismo -le extendí la lista, mientras que ella se la quedaba mirando con una mueca
-¿Y tu que harás? -añadió Abi desconsolada
-Pondré comida para que los invitados no se mueran de hambre.
-Que buena persona eres -añadió con una risita sarcástica
-Si quieres puedes después ayudarme a decorar -añadí
-Genial
Al cabo de dos horas, el departamento estaba completamente relleno de globos, serpentina y con olor a ponche.
-Nos lucimos -dijo Abi sentándose exhausta sobre el sofá
-No habría quedado tan lindo de no ser que tu hayas venido
-Me encanta cuando te pones sentimental. Puedo ver un brillito en tus ojos cada vez que lo haces.
Solté una risotada.
-¿Cuándo comenzará la fiesta?
-En media hora más, cuando llegue Ethan. -contesté algo preocupada.
-¿Crees que se sentirá feliz? Es decir, ¿no se entristecerá porque sus padres no estén ahí?
No había pensado en eso antes. La verdad es que nunca me lo había cuestionado. Creo que porque Ethan nos explicó muy claro desde el principio que ése era un tema que sabía manejar por su cuenta.
-No lo creo. Ethan siempre se ha demostrado muy fuerte en su situación, aún cuando éramos pequeños. A los 11 años, cuando ocurrió el accidente, fuimos a visitarlo al hospital, para mostrarle nuestras condolencias, pero él no las aceptó. Dijo que no había que demostrar pena por sus padres ya que ellos se habían ido a un lugar mejor. Yo tenía tan solo 9 años para ese entonces y fue una de los momentos que más recuerdo de mi infancia.
-Guau, que fuerte.
-Lo sé. Mejor me largo a vestir. Falta muy poco para que lleguen los invitados y quiero verme arreglada para cuando vengan.
-Yo igual. ¿Me prestarías uno de tus atuendos? Estoy muy cansada para volver a casa
-Claro, saca lo que quieras.
Fuimos a la habitación y abrimos el armario. Me alegraba saber que fui al centro comercial el otro día, de no ser por eso no hubiera tenido algo que ponerme. Me puse un vestido azul con un cinturón brillante. Me encantaba. Conminaba con mis ojos y pelo castaño.
Abi ya estaba lista cuando el teléfono sonó.
-Señorita Blair, aquí hay unos jóvenes que dicen estar invitados a su fiesta. ¿Los dejo pasar?
-Claro, déjalos pasar Chester
-Muy bien -colgó
-¿Son ellos? -Abi se veía nerviosa
-Si, están subiendo en el ascensor.
-Carambolas -creo que tendré a acostumbrarme a esa palabra
-Pondré música
Prendí la radio y conecté mi IPod
-Ojalá que no se lo roben...-susurré
Puse una lista de reproducción movida y subí el volumen a todo dar. La voz de JT lleno cada rincón del apartamento. Abi abrió la puerta y un montón de jóvenes entraron rápidamente sin saludar, ni nada. Al transcurrir del tiempo, empezaron a venir cada vez más personas y de un momento a otro, el apartamento parecía una verdadera discoteca. No veía a Abi por ninguna parte. Probablemente estaba con un chico bailando por ahí, en medio de toda esa maraña de personas.
Casi no oigo el pitido de mi celular al recibir un mensaje. Era Ethan.
PERDÓN POR LA TARDANZA. ES QUE PASÉ A COMPRAR UN POCO DE COMIDA CHINA PARA CELEBRAR Y SE TARDÓ MUCHO TIEMPO. YA CASI LLEGO A CASA, NO TE PREOCUPES -ETHAN
Excelente. Por un momento creí que no vendría. Espero que llegue pronto.
El timbre sonó y me apresuré en abrir la puerta. Para mi sorpresa detrás de ella se encontraba mis padres y Martha. Martha fue mi primera niñera y con ella comparto un lazo muy fuerte de amistad. Cuando mi madre estaba ocupada atendiendo clientes en su restaurante y papá tenía clases en la universidad, Martha se quedaba conmigo y me cuidaba. Ella ya no trabaja más para nosotros, pero es una muy cercana amiga de la familia ahora.
-¡Hola cariño! Que alegría verte. Te he extrañado mucho últimamente. ¿Está tu primo por ahí? Me gustaría felicitarlo -sus ojos grises parecían brillar bajo la luz.
-No, aún no ha llegado pero entren, todos se están divirtiendo aquí. -dije extendiendo la mano al interior de la casa.
-¿Hay comida? No he almorzado y mi estómago esta muriendo lentamente. -añadió mi padre mirando para todas partes como buscando algo.
-En este momento, sólo tenemos papas y un poco de maní, pero Ethan llegara pronto con comida china. -añadí
-Estupendo -sonrió
-Estoy agotada, no tengo mucho ánimo para bailar, me voy a mi habitación ¿Vienes Martha?-dijo mi madre con los ojos entrecerrados
-Por supuesto Mary, ya voy -respondió Martha caminando apresuradamente detrás de ella
-Ya las acompaño ¿Querida, puedes avisarnos cuando llegue la comida? -preguntó papá
-Lo haré -sonreí
-Te lo agradezco -me dio un beso en la frente y se fue detrás de mamá y Martha
-¡Ah! Casi lo olvido, ¿Qué le haz regalado a Ethan, cariño? -volteó mirándome fijamente mientras esperaba una respuesta de mi boca.
-¡Es verdad, que tonta soy! ¡Me olvidé por completo! Voy ahora mismo a comprarle un regalo a la tienda. ¿Me prestas un poco de dinero papá? Te prometo que te lo pago después.
-Esta bien. Ten, pero apresúrate, o sino no llegarás a tiempo para cuando venga tu primo. -dijo sacando de su bolsillo unos cuantos billetes y poniéndolos sobre mi palma.
-Gracias -le mandé una rápida sonrisa y me largué corriendo al ascensor. Parecía que éste se tardaba intencionalmente para molestarme. Cuando al fin llegó, me metí dentro, presioné el botón y bajé a la primera planta. Salí del departamento y me ví enseguida envuelta por el resplandor de la luna. Era tarde, y ya habían encendido los faroles. Sólo unos cuantos autos recorrían la calle. Me apresuré a cruzar la calle de enfrente, hacia donde se encontraba la tienda. La potente luz me segó al entrar. Por suerte aún no habían cerrado. ¿Qué le gustaría a Ethan? No le gustaba que le regalasen ropa o perfumes. ¿Qué tal un disco? ¿Le gustará? De todos modos, no tengo mucho tiempo para discutirlo. Me dirigí a la sección de música y rebusqué entre todo los discos, uno que le pudiera gustar. Lo he sorprendido más de una vez escuchando rock o indie en su habitación. Agarré un disco de Arctic Monkeys esperando que le guste y me lo llevé. Compré también un cinta de regalo para pegársela al disco y luego me dirigí a la caja para pagar. No había nadie haciendo cola y la señora que trabajaba ahí me atendió rápido. Le di los billetes y me marché. Crucé la calle sin mirar a los costados y vi una camioneta negra entrando al estacionamiento del departamento. Era Ethan.
Esperando que no me haya visto, corrí con la cabeza gacha al hall del edificio para dirigirme al ascensor. Al llegar toqué el timbre muchas veces hasta que un chico colorín que yo desconocía abrió la puerta. Me adentré a mi habitación y lamentablemente se encontraba llena de vasos sucios en el suelo y con una gran mancha seca en el piso flotante. Maldije en lo bajo y saqué un trozo de scotch, lo pegué en la cintita y luego al disco. Satisfecha respiré una gran bocanada de aire y suspiré. Hace mucho tiempo que no hacia deporte y estaba pagando las consecuencias de eso. El timbre sonó y me dirigí a la puerta aún un poco exhausta. Un chico alto y de tez blanca apareció detrás de ella.
-¡Sorpresa! -dije con voz muy aguda
-¿Qué es esto? -preguntó un poco desorientado
-¡Tu fiesta de cumpleaños número 20!
-¿Tu hiciste todo esto?
-Con un poco de ayuda de Abi -sonreí
Dejó la bolsa de comida china en el piso para darme un gran abraso.
-No tenías que hacerlo
-Claro que si. ¡Oh! casi se me olvida. Aquí esta tu regalo de cumpleaños, espero que te guste. -le extendí el disco con una sonrisa
-¿Cómo supiste que me gustaba Arctic Monkeys? -dijo agarrando el disco con ambas manos
-Presentimiento -le guiñé un ojo
-Ven acá -Me agarró y me hizo un coscorrón, haciendo que todo mi pelo se desordenara.
-¡Hey! ¡Green! No se le pega a las mujeres -un chico alto con el pelo rubio y ojos castaños se dirigió a Ethan. Él se separó de mi para saludar al chico.
-¿Cómo te la estas pasando Cooper? ¿Encontraste a una chica con mal gusto para bailar con ella?
-Ja-Ja Muy gracioso. ¿Por qué no me presentas a tu compañía?
-Claro. Esta es Scarlett Blair, mi prima -dijo remarcando las últimas palabras
-¿Que tal? Soy Ben Cooper -dijo el chico extendiéndome su mano.
-Mucho gusto
Parecía amable. Además era muy guapo.
-Muy bien, es suficiente, Vamos casanova, hay que ir a encontrarte a otra chica para que no te chules a ésta -dijo Ethan arrastrando al cuello de Ben.
-¡Fue un placer Scarlett! -dijo gritando y ahogándose al mismo tiempo.
Agarré la bolsa con comida china y me la llevé a la pieza de mis padres. Ambos ya estaban dormidos y Martha ya no estaba. Seguramente debió haberse marchado. Cerré la puerta silenciosamente y me fui a mi habitación. Yo también tenía sueño. Había sido un día largo y lo único que me apetecía ahora era dormir. Apagué la luz de mi habitación, cerré con llave. Logré esquivar algunos vasos en la oscuridad, me puse mi pijama y me recosté en mi cama. Poco a poco mis párpados se fueron cerrando hasta que perdí la conciencia y caí en un profundo sueño.

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⏰ Última actualización: Sep 17, 2015 ⏰

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