Querido y Estúpido Diario,
Hoy estaba caminando hacia mi casa junto con Nalia, y ocurrió un suceso algo interesante.
Mientras hablábamos sobre temas aleatorios y sin interés alguno, vi a lo lejos a un chico que me pareció conocido. Y mientras mas nos acercábamos, mas fuerte era esa sensación. Y, sí, era el chico al que golpeé y rechacé para el baile, el mismo que me pintó el pelo y envió esos chocolates que enfermaron a Josh.
Pero toparme con el en vacaciones no fue lo que me sorprendió, lo que me asombró fue que estaba sentado en un banco y él se veía muy adolorido, mientras sobaba su tobillo y hacía muecas raras.
A su lado había un skate.
―Vaya, Zoe. Mira ―dijo Nalia, señalando al chico―. Parece que necesita ayuda, vamos a... ―comenzó halándome del brazo.
―No, no, no, no y no ―la interrumpí―. Él es un idiota y, técnicamente, me odia. Se lo merece.
Nalia se detuvo frente a mi, y se puso las manos en las caderas, como una madre que regaña a una hija.
―Nunca ¡Nunca! debes dejar de ayudar a las personas por alguna razón, sin importar cuanto te odien o cuan mal te hayan tratado ―intenté replicar, pero me interrumpió― ¡Ahora vamos a ir allá y a ayudarlo! O sino no me llamo Nalia.
Y me haló hasta el chico. Y solo esperaba que no se comportara como comúnmente lo hacía, porque ahí lo golpearía y no me importaría.
―Hey, ¿Necesitas ayuda? -Nalia se agachó un poco y yo bajé la cabeza, intentando hacer que no me reconociera.
―Yo... Uhm... Solo un poco ―miró a Nalia con pena.
―¿Qué necesitas?
―Mi casa está como a dos esquinas de aquí, necesito ayuda para llegar. Me he caído del skate, me torcí el tobillo y a penas puedo caminar.
―¿No tienes a nadie en tu casa que pueda esperarte o venirte a buscar? ―pregunté escéptica haciendo que el se percatara de mi presencia, frunciera el ceño y me mirara confundido.
Por favor ¿Tan extraño era verme ayudando a alguien?
―No ―respondió el chico el cual, ahora que lo notaba, desconocía el nombre. Pero tampoco me interesaba saberlo. Nalia buscó el skate y me lo pasó, mientras ayudaba al chico a levantarse. Él le echó el brazo por los hombros y se tambaleó un poco.
―Zoe, necesito que nos ayudes, no puedo yo sola con él ―fui a regañadientes a socorrerlos y solo caminamos un poco cuando noté que eso no iba a funcionar, y así se lo hice saber a Nalia. También le sugerí que, como yo no vivía muy lejos de ahí, podía ir a casa y preguntarle a mamá si me permitía usar el auto, o que ella nos viniera a buscar en él. No podía llamar a mamá, porque (já, que suerte) ese mismo día había olvidado mi teléfono en casa. Ella aceptó y la dejé con el chico e irme, no sin antes fulminarlo con la mirada.
Diez minutos más tarde, mamá venía conduciendo conmigo de copiloto, subimos al chico y a Nalia en la parte de atrás y lo llevamos a su casa. Luego, para "no desaprovechar el viaje" (palabras de mamá, no mías) fuimos a comer un helado.
En parte, siento que ese fue mi "buen acto del día". Nunca hubiera imaginado que iba a ayudar a semejante idiota cuando simplemente podía reírme en su cara e ignorarlo como venganza.
Supongo que, cuando tienes buenos amigos (como Nalia), te sientes motivado a hacer este tipo de cosas.
¿O será que estoy cambiando?
Bueno, da igual.
Adiós, Estúpido Diario.
No me importas un pepino,
Zoe.
ESTÁS LEYENDO
Mi Estúpido Diario
Short Story"Querido y estúpido diario, Mi nombre es Zoe y no me importas un pepino." ⚫⚫⚫ Hermosa portada hecha por la genial @SwagYoloSmile