Cuarenta y dos

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Querido y estúpido Diario,

Estaba el otro día pensando que ya estoy a nada de graduarme. Claro, aún no estoy en mi último año, pero considerando que el tiempo pasa volando, en un abrir y cerrar de ojos estaré abandonando la escuela.

¿Me aterroriza? Sí.

También me asusta la idea de tener que dejar a Josh y a Nalia y formar nuevos amigos, porque, seamos sinceros, mis capacidades para socializar no son las mejores, y se vuelven casi nulas cuando estoy en un lugar desconocido con gente desconocida.

Ahora vayamos de mal a peor. 

¿Recuerdas a aquel chico que golpeé y posteriormente Nalia y yo ayudamos? Sí, lo admito, aún no sé su nombre, pero tampoco me interesa conocerlo. Pero sí, que ese no es el punto. Sucedió que, el otro día en la escuela, intentó hablarme.

Y eso no me gusta, porque hey, que no me agradas, chico, entiéndelo. Y que te haya ayudado no significa que quiera ser tu amiga. 

Pero hay cosas que los descerebrados no suelen entender, agh.

—Wow, soné tan... hostil —susurró Zoe, mientras mecía el lápiz entre sus manos. 

—¿Es eso nuevo? —susurró Josh a su lado, mientras copiaba la clase del pizarrón. Ambos estaban en clases de geografía y ni de chiste querían que el profesor Jhons se diera cuenta de que estaban hablando en su materia, o peor aún, que notara que, en vez de escribir la clase, Zoe escribía en su diario.

—Pues, he cambiado bastante en estos últimos meses ¿bien? —se defendió la chica.

—Tienes razón, ya no me pegas tanto como antes —dijo seriamente Josh. 

Zoe le pegó, no había que perder la costumbre.

En fin, no lo quiero en mi vida.

Que esté controlando mi ira mejor que antes no significa que deba ser amiga de todo el mundo ¿bien?

Adiós, Estúpido Diario.

No me importas un pepino,

Zoe.



Mi Estúpido DiarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora