Dieciocho

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Querido y Estúpido Diario,

Ese imbécil hijo del director (al que golpeé la otra vez) se acaba de vengar de mí.

Aunque yo no la llamaría una venganza, más bien, me ha hecho un favor.

En la escuela, me dejó caer tinte azul sobre la cabeza y ahora, en vez de tener el cabello de un fastidioso rubio, lo tengo de azul.

Creo que esto es lo mejor que me ha pasado desde que empezaron las clases.

Adiós, Estúpido Diario.

No me importas un pepino,

Zoe.

Mi Estúpido DiarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora