21.

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A partir del día siguiente, evité a TaeHyung por completo. Todos a nuestro alrededor sospechaban que algo había ocurrido, ya que últimamente nos habíamos comenzado a llevar bien. JiMin no dejó de interrogarme al respecto. Ignoré cada una de sus preguntas hasta que finalmente se cansó y me llevó a la parte trasera del edificio después de la escuela.

—Oye, ¿algo ocurrió entre tú y TaeHyung? —preguntó.

—¿Acaso no fuiste tú el que me dijo que dejara de actuar tan amistosamente con él en público? Hago lo que me dijiste.

—No te dije que te pelearas con él. Además ya habían llegado al punto en el que podían hablarse durante las mañanas. ¿Por qué has comenzado a alejarte de él?

—Ya déjame en paz, —dije enfurecido. Ese tono no me agradaba. —No tiene nada que ver contigo.

El humor de JiMin inmediatamente se amargó. —Tienes razón, supongo que no. Además no sé cuáles son las circunstancias, pero esa no es forma de hablarme. Esta actitud tuya es la razón por la que la gente no se lleva bien contigo. Si no haces algo con tu personalidad serás una molestia incluso para TaeHyung, el cual ha hecho tanto por ti. —El tono de su voz fue usado para herirme y lo logró.

No necesitaba que me dijera lo idiota que era. Lo sabía mejor que nadie. Pero escucharlo de él, un chico al cual conocía desde la primaria, lo hizo peor.

¿Acaso soy tan desagradable?

—¿J-JungKook? —Cuando lágrimas comenzaron a recorrer mis mejillas, JiMin se angustió.

Cielos, ¡en momentos como este se supone que tienes que pretender que esto no significó nada!

Quería decirle algo, pero sollozos se apoderaron de mi voz y apenas si podía hablar.

—No tienes... que decirme... soy un estúpido...

—De acuerdo, lo siento, me pasé. —Luego murmuró algo acerca de que no sabía qué hacer conmigo, JiMin me abrazó fuertemente. El que me tratara con tanta gentileza me hizo llorar aún más e hice que la camisa de JiMin se arruinara. No me importaban ya ni las apariencias ni mi orgullo.

Si hubiera sabido que así de terrible se sentía, jamás hubiera dejado ir a TaeHyung.

Huí de él por mis miedos, pero me dolía aún más ahora que ya no estaba. La agonía me mostró exactamente cuánto me gustaba y el arrepentimiento no me dejaba en paz.

Era tan insoportable, que solo quería alejarme del dolor.

Durante todo ese tiempo JiMin me acarició la espalda. Era un tanto reconfortante que me hizo preguntarme si se burlaba de mí, pero juzgando por la expresión incomoda de su rostro, me di cuenta que no tenía ni idea de qué hacer. Me sentí un poco culpable, pero decidí que sólo en esta oportunidad abusaría de su nobleza. Sentía que si no lo hacía, me caería al suelo y no sería capaz de levantarme otra vez.

—Realmente no has cambiado desde que éramos niños.— JiMin estaba sonriendo.

Estuve de acuerdo. Nos quedamos ahí hasta el atardecer y lloré en sobre el pecho de JiMin todo el rato.

Los exámenes terminaron, la época lluviosa terminó y en un abrir y cerrar de ojos, llegaron las vacaciones de verano. Apenas si intercambié palabras con TaeHyung desde el incidente en la enfermería. Dejamos de mandarnos mensajes de texto y nos acomodamos en una relación de "compañeros de clase que no tienen mucho en común."

TaeHyung estaba ocupado con sus actividades después de clases antes que las vacaciones de verano iniciaran y sabía que estaría entrenando fuertemente después de clases. Quizás fue por esa razón que lucía tan pálido y desaliñado últimamente. Todos a su alrededor parecían estar preocupados, pero TaeHyung simplemente sonreía y decía que estaba bien, y nunca tomaba un descanso.

Cuando JiMin se acercaba a mi escritorio, miraba en dirección al de TaeHyung que se encontraba frente a mí con una expresión de preocupación. —Me pregunto si en verdad estará bien. ¡Hoy está tan pálido como un fantasma!

—Si dice que está bien, probablemente si lo esté.

—Bueno, supongo... — JiMin dejó exhaló y admitió que el calor del verano lo hacía cansarse últimamente.

Después de haber llorado aquel día, JiMin me llevó a casa. Era bastante humillante el que me haya visto llorar, pero me sentía agradecido por su apoyo. Lo único es que la herida de mi corazón aún no había sanado y todavía sentía las punzadas. Aún estaba deprimido cuando las vacaciones de verano iniciaron.

El primer día, me fui a comprar un reloj. Normalmente odiaba tener algo sobre mis muñecas y solía verificar la hora en mi móvil.

Pero ahora cada vez que lo miraba, no podía evitar preguntarme si tenía algún mensaje de texto. Aunque el tono de nuevo mensaje no había timbrado, no había abandonado las esperanzas. Odiaba lo patético que era, así que dejé de ver al teléfono cuando no era necesario.

Jamás tuve muchos amigos, así que no era la gran cosa si me deshacía de mi teléfono. Lo ignoré y dediqué mi tiempo libre a hacer mis tareas y a ver películas.

Si me quedaba en casa todo el tiempo, mi mamá se preocuparía por mí, así que salía a matar el tiempo de vez en cuando. Como estudiante normal de preparatoria, no tenía dinero, así que siempre me iba a la biblioteca. El conseguir un empleo temporal hubiera sido una manera muy rentable de invertir mi tiempo, pero nuestra escuela tenía una política en contra de los trabajos así que si encontraba uno, me suspenderían sin preguntarme.

Algunos estudiantes de todas maneras lo hacían, pero no tenía el valor para arriesgarme así. Incluso aunque las posibilidades que un maestro me viera eran bajas, era demasiado peligroso para alguien que tenía tantos enemigos en clase como yo lo hacía.

Las primeras semanas de mis vacaciones de verano fueron solitarias. Ese día estaba disfrutando de un episodio de mi serie favorita en la sala, cuando escuché a mi mamá llamarme.

—¡Ta-rán! ¿Qué te parece la obra maestra de tu madre, Kookie?

—¿Eh? —Miré al objeto que había sido colocado sobre mis brazos. Era un yukata con un patrón cuadricular hecho de tela azul. Ajá, pensé. El hacer ropa tradicional japonesa era el pasatiempo de mi mamá y cada verano nos hacía yukatas a los tres, para ella, mi papá y para mí. Llamarlos sus "obras maestras" cada vez que hacía uno, era algo que hacía para parecer linda, aunque sí era bastante buena y este estaba tan bien hecho como siempre.

—Este tiene un lindo tono de azul, —dije—, y el patrón es conservador pero no es aburrido. Muy bueno.

—¿Verdad? Encontré excelentes telas este año, así que me esmeré. ¡Vayamos los tres juntos a ver los fuegos artificiales este año!

Estaba algo preocupado por lo emocionada que se sentía, pero asentí como un buen chico. —Está bien, está bien. —Para ser honesto, era bastante vergonzoso ir con mis padres a ver los fuegos artificiales y usar un yukata a mi edad, pero era parte de ser un hijo obediente. Mi madre se esforzaba tanto para hacerlos para que fuéramos a ver los fuegos artificiales, que si decía que no quería ir, quizás no me serviría de almorzar por el resto de mis vacaciones de verano.

—Fuegos artificiales, ¿eh?

Miré el calendario de la sala. El espacio del sábado está decorado con flores y "Fuegos Artificiales" estaba escrito con trazos fuertes con la letra de mi madre.

Ahora que lo pienso, TaeHyung nos acompañó en varias ocasiones cuando éramos niños. ¿Hace cuánto había sido? En aquel entonces, se había visto forzado a usar el yukata viejo de su hermana y siempre terminaba al borde del llanto. Cuando le dije que se miraba lindo, se enrojeció, además el cinto del yukata estaba acomodado de una manera bastante adorable. Luego me tomó de la manga y caminó incómodo detrás de mí con sus sandalias.

¿Me habrá gustado TaeHyung en aquel entonces?

Cuando pensaba en ello, pude notar la evidencia de ello y eso solo hizo que me deprimiera aún más.

Luz verde ✄ VkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora