Familia quebrada

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Varsovia 2002

El silencio reinaba en esa salita, inquebrantable. Alec miraba las llamas del hogar desvaneciéndose con aire pensativo, con un deje de dolor en sus pupilas recordando vívidamente aquella época convulsa en la que su infancia se vio truncada. Gen había recogido sus recuerdos en el cuaderno con veneración, su libreta, cada día más hinchada en tinta con los trazos de una historia olvidada, lo trazos de la vida de Emma y Regina luchando por su amor en una época en la que el odio gobernaba sobre el mundo, conteniendo la respiración y las lágrimas que amenazaban con descender por sus mejillas.

Ya no podía escucharse el deslizar de la pluma por el papel, solo el aliento quebrado y ambos corazones repiqueteando hasta que, armándose de valor, la joven periodista quebró el silencio, necesitaba respuestas, unir los engranajes y encauzar su historia.

-¿Qué ocurrió con Andreja? ¿Consiguió escapar?

-"Mi hermana no corrió esa suerte, entretuvo a la Gestapo lo suficiente para que Regina y Emma salvasen la vida, después terminó en prisión donde la torturaron sin cansancio para conseguir respuestas, querían saber quién era la española que asaltaba sus trenes, su identidad, su escondite... Mas mi hermana jamás las traicionó... ni una sola palabra salió de sus labios"

-¿Qué fue de ella?

-"Durante años me lo pregunté, me torturaba desconocer el paradero de mi hermana mayor... al finalizar la guerra volví a Varsovia donde descubrí que había fallecido, la enviaron a Auschwitz cuando vieron que no podrían sacarle información, ahí se convirtió en el conejillo de indias de esos hombres que se hacían llamar médicos, no quiero imaginar el horror que tuvo que soportar hasta que le alcanzó la muerte..."

Una vez más el silencio, cargado con el horror de recuerdos que aun hacían sangrar el alma. Los horrores del Reich, tantos años después, aun lograban erizar sus cabellos. Tanta maldad injustificada y vidas segadas por las locuras de un solo hombre, por sus aires de grandeza, no cabía en su cabeza.

Finalmente, tras un largo suspiro liberando su alma de un peso insoportable, se atrevió a preguntar por la protagonista de su historia.

-¿Y Regina? ¿Sobrevivió?

-"Sí, Regina y Emma salvaron la vida esa noche y también salvaron la mía...Permítame continuar..."

Varsovia 1942

Dejando muy atrás el sonido del tiroteo, tras varias horas corriendo sin detenerse, Emma cayó rendida al suelo, con las mejillas encharcadas y el aliento quebrado. Regina la miraba con el dolor grabado a fuego en sus pupilas, dejándose caer de rodillas, intentando que su corazón volviese a su estado normal. La certeza que ambas tenían de que sus amigos, su familia, compañeros en esa pequeña rebelión, habían caído y seguramente serían asesinados por su causa quebraba sus almas y en su mente un solo deseo, encontrar a los Vazko y protegerlos en honor a su amiga Andreja.

Ambas sabían que August y Alec no estarían en la ciudad, cuando asaltaban los trenes los Vazco solían esperarlas en una cabaña apartada en medio del bosque para procurarles las nuevas identidades de los presos liberados... Si habían sido delatados seguramente la cabaña sería el objetivo de la Gestapo por lo que debían darse prisa, aun no era demasiado tarde, podían salvar a la familia de Andreja.

Una vez recuperado el aliento, corrieron sin mirar atrás con el único objetivo de llegar a la cabaña antes que los alemanes, mas al acercarse, la visión del negro humo como señal inequívoca de que ese lugar estaba ardiendo las obligó a detenerse en seco. El horror volvió a dibujarse en su rostro pues habían llegado tarde.

Una vez recuperadas del shock inicial, Regina salió corriendo en dirección a las llamas sin escuchar los gritos de Emma, rogándole que se detuviera. Al llegar junto a la cabaña de los Vazko, se le revolvieron las entrañas y tuvo que hacer acopio de todo su valor para no vomitar, al ver a August en el suelo, torturado y asesinado, seguramente sin haber dicho palabra, protegiéndolas... Notando los brazos de Emma rodeándola se dejó llevar por el dolor y las lágrimas, por los gritos desgarradores que nacían en su garganta, sintiendo el dolor de su Emma, rota por dentro ante tanta injusticia, tanta muerte y destrucción.

Una familia rota en una noche, destruida por creer en la esperanza, en la libertad de su país invadido y destrozado... De pronto Regina se enderezó en sus brazos, pues Alec no estaba por ninguna parte. Recordando el pequeño y apartado cobertizo donde August solía guardar la maquinaria que no podía transportar de un lado a otro, pensó que el muchacho podía estar ahí escondido. Cubriendo el cuerpo de su amigo y apartándolo de las llamas para evitar que se consumiera hasta las cenizas, buscó el cobertizo con la mirada, sabía que estaba oculto bajo tierra a unos metros de distancia y, por la disposición del ramaje y las hojas, adivinó que Augusto lo había ocultado antes de que los alemanes hiciesen aparición. Con un deje de esperanza en sus pupilas, apartó todo cuanto la separaba de la trampilla y la abrió de golpe, encontrándose con los ojos asustados del muchacho. Conocía a ese niño desde que pisaron Varsovia huyendo de Berlin, había crecido y a sus quince años era alto y robusto, todo un hombre que en esos momentos no era más que un niño asustado, llorando en silencio pues desde su escondite pudo escuchar como su padre perdía la vida.

Regina lo ayudó a salir, el joven estaba temblando aun con el pánico anclado en su pecho, había perdido a su familia en una sola noche, su padre estaba muerto y Andreja en destino desconocido, lo único que tenía eran los brazos de aquella joven española rodeándolo y asegurándole que todo saldría bien.

Cuando el incendio que consumió su cabaña hasta los cimientos fue extinto, los primeros rayos del sol acariciaban las copas de los árboles y ellos, sentados mirando al infinito con la mirada quebrada y las mejillas manchadas de hollín, los ojos hinchados y rojizos llorando a los que habían perdido, hasta que Emma se alzó, decidida a darle a August un entierro digno, cogió una vieja pala del cobertizo y empezó a cavar bajo la atenta mirada de su Regina y el joven Alec.

Enterraron con ceremonia a aquel que había sido un padre para ellas durante su estancia en Varsovia, dejando a Alec unos momentos de soledad para que se despidiera de él mientras ideaban su siguiente paso, en Polonia no estaban a salvo, pronto conocerían su identidad por lo que debían escapar de ahí cuanto antes y Alec se iría con ellas, no podían dejarlo solo.

Tras una pequeña discusión sin ponerse de acuerdo del destino más seguro en esos momentos ya que no había lugar en el mundo que no estuviera en guerra, decidieron que Inglaterra era una buena opción, por lo menos así dejaban atrás el continente, en una isla podían encontrar un lugar resguardado desde donde operar o simplemente esconderse, los Ingleses formaban parte de los aliados contra Alemania, era un buen lugar donde desaparecer.

Consultaron con Alec su decisión y el muchacho, agradecido ya que no iba a quedarse solo en el mundo, las siguió sin pensarlo creando así durante un tiempo una pequeña familia rota...

Varsovia 2002

-"¿Le importa que prepare algo de comer señorita Rodríguez? Llevamos horas hablando y un hombre de mi edad debe seguir unos horarios"

Gen aterrizó al darse cuenta de que pasaban de las tres de la tarde y llevaba toda la mañana monopolizando al señor Vazko sin consideración, enfrascada como estaba en su historia.

-En absoluto señor Vazko, puedo marcharme y volver mañana si lo desea

-"Acompáñeme y seguimos hablando en la sobremesa, la verdad es que hace años que no tengo una compañía tan agradable y la oportunidad de narrar mi historia"

-Entonces ¿Fueron a Inglaterra?

-"Efectivamente, y ellas cuidaron de mí, por eso jamás podré olvidar el nombre de Regina Mills y el nombre de Emma Swan"

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