Storybrook-Maine, 2002
Dar con Marco no fue difícil, el pueblo en sí no era muy grande y todos los vecinos parecían conocerse entre sí, a parte el ex alcalde era un ciudadano respetado y querido por la comunidad, por lo que encontrar la dirección que el señor Hoper le había proporcionado fue una tarea de niños.
El hogar de Marco no era muy ostentoso, más bien una casita sencilla a las afueras, cerca del frondoso bosque que rodeaba la zona, del pequeño porche colgaban unas campanitas que se mecían con el viento, dándole al lugar un sonido especial, un toque mágico y sencillo.
Con algo de prisa y sintiendo que estaba cerca de su meta final, cruzó a zancadas la distancia que la separaba de la puerta, sus cabellos rizados bailando al son de la brisa del atardecer y los nervios flotando en su vientre, portando bajo su brazo firmemente custodiados los cuadernos que recogían esa historia que ya empezaba a cobrar vida en su interior, el relato de las desventuras y las alegrías de una mujer que la había fascinado por completo.
Llamó al timbre, esperando ansiosa una respuesta mas esta no llegaba y empezó a impacientarse. Tras varios minutos parada frente a la puerta frunció el ceño ya que estaba segura de que el señor Wood la estaba esperando. Transcurridos unos diez minutos en los que fue cambiando su peso de un pie a otro y removiendo sus cabellos en un tic ansioso, volvió a llamar sin recibir respuesta alguna.
Impaciente y algo desorientada, sus pasos la guiaron alrededor de la vivienda, buscando resquicios de actividad en su interior, hasta que dio con el garaje y vio que la puerta estaba entreabierta y que salía luz de su interior. De forma tímida y curiosa, se fue acercando al lugar y, empujando levemente esa puerta echó un vistazo al interior, viendo como el dueño de la casa estaba enfrascado en la reparación de un reloj antiguo, seguramente desde su lugar de trabajo no había escuchado el timbre.
Sin saber muy bien cómo anunciarse ya que su presencia ahí podía perturbar la minuciosa labor del señor Wood, se quedó plantada observando como este colocaba con paciencia los engranajes de esa pieza de colección, sin saber cuánto tiempo dedicó a su minuciosa observación. De pronto, el anciano exclamó satisfecho, cerrando la puertecilla del reloj y dándole cuerda, comprobado que este funcionaba a la perfección.
Con una sonrisa alzó la mirada, sorprendiéndose al comprobar que tenía visita y sonriendo mientras su mirada se posaba en esa extraña desconocida. Viéndose descubierta, Gen se decidió a entrar en la estancia y presentarse, observando minuciosamente a ese hombre, de edad avanzada aunque indefinida, gestos amables y mirada penetrante.
-Buenas tardes señor Wood, soy Gen Rodríguez, creo que me estaba esperando
-"Así es señorita Rodríguez, disculpe que no reparase antes en su presencia, estaba enfrascado en mi labor y suelo perder la noción del tiempo"
-No se preocupe, fue interesante observarlo trabajar ¿Es usted relojero?
-"Más bien coleccionista, me gusta devolverle a la historia su cometido, aunque sea simplemente reparando un antiguo reloj"
-Supongo que el señor Hoper le ha informado de mi labor y el motivo por el cual estoy aquí en Stroybrook
-"Está recogiendo la historia de Regina ¿Verdad?"
-Exactamente, la última pieza del puzle me trajo hasta aquí, se que llegó tras la guerra acompañada por una mujer, Emma Swan y un bebé, Judith., también me han dicho que nadie la conocía como usted
-"Eso es cierto, nadie llegó a conocer a Regina como yo, exceptuando a Emma por supuesto"
-¿Podría contarme cómo continua su historia?
ESTÁS LEYENDO
¿Quién soy?
FanfictionAU swanqueen, Una periodista caída en desgracia recibe un misterioso encargo, investigar la vida de Regina, una joven muchacha que, en el año 1934, desapareció misteriosamente de su casa antes de casarse con un hombre al que no amaba. Los personaje...