Towers {Antoine Griezmann} {NEM #2}

Capítulo 5

Luna y Saúl abren el baile con una canción lenta. Después se va uniendo más gente.

–Voy a salir fuera un rato–aviso a Amil

Antoine fue hace unos quince minutos al baño y todavía no ha vuelto.

Me apoyo en una de las paredes del local y suspiro.

–¿Qué haces aquí fuera?–Théo me observa desde la otra punta del jardín

–¿Y tú?–pregunto riendo

–Tomar el aire.

–Lo mismo digo.

Ambos reímos, se acerca y me abraza.

–¿Y Antoine?–pregunta Théo

–No lo sé. Fue al baño.

–Voy a ver si lo encuentro.

Théo entra y yo me quedo fuera.
Me froto los brazos, empieza a refrescar.

–¿No tienes frío?

Antoine me sobresalta.

–Un poco–susurro

Me pone su chaqueta por encima de los hombros y me abraza.

–¿Estás bien?

–Solo pensaba.

–¿Y en qué pensabas?–besa mi mejilla

–En nada importante–sonrío y me apoyo en su pecho

–¿Vamos a bailar?

Me encojo de hombros y entramos de la mano.

Dejo su chaqueta sobre el respaldo de la silla. Acaricia mis hombros y me saca a la pista de baile.

Bailamos un par de canciones hasta que Luna me coge una mano y baila conmigo.
Antoine nos observa divertido, al igual que Saúl.

–A Antoine se le cae la baba contigo–ríe Luna

–¿Y Saúl contigo qué?

Ambas reímos.

La canción pasa a ser lenta y Saúl enlaza su mano con la de Luna para bailar con ella. Antoine me rodea la cintura con los brazos.

–¿Bailamos?

–Ya estamos bailando–reímos

Besa dulcemente mi mejilla y paso mis brazos alrededor de su cuello.

–Te quiero–murmura

–Y yo–sonrío

                               (...)

Me despierto con un nudo en la garganta en mitad de la noche. Tengo un mal presentimiento.

Antoine duerme tranquilamente. Me levanto y voy a la cocina a beber un vaso de agua. Mi teléfono comienza a sonar, es Théo.

–¿Théo?–pregunto preocupada al ver el reloj

–¿Es usted familiar de Théo Hernández?

El nudo en mi garganta se intensifica.

–Soy su hermana.

–Siento decirle que Théo ha tenido un accidente de tráfico hace tan solo un par de minutos y está muy grave en el hospital...

Se me cae el teléfono al suelo. No puede irse. No ahora que nos habíamos recuperado el uno al otro.

–¿Señorita?–escucho decir en mi teléfono