Que lloré ochenta y dos noches
y cuarenta madrugadas
antes de romper el papel con mi pluma
y llamarlo poesía,
antes de abandonar quién era
[saludos a Juddy,
con cariño, Amanda],
antes de llamarme Brooke
y sangrar mi dolor
en forma de libro,
fue un año,
y ya son dos cuando escribo esto,
y Brooke
cada vez tiene más pedazos pegados.
Fue en octubre de 2015
que nos despedimos de April,
en enero de 2016
vimos a May dibujar su última obra de arte,
y a mediados de abril
June cantaba en nuestros corazones.
Y ya son tantos los mundos
en los que nos hemos perdido
que ya no sé quién era ni quién soy,
pero así es mejor.