♡ Capitulo 7 ♡

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♢ Law ♢

Me he acordado del día en el que te conocí, y en el que empezó este amor enfermizo. Zoro nos había presentado. Lo primero que llamó mi atención fue tu ceja, ese perfecto espiral hipnótico. Tus ojos tan azules como el mar también me hicieron preguntarme qué tipo de Príncipe eras. Comenté algo que creo que no era agradable sobre tu ceja y te reíste. Me reíste. Me llamaste la atención en ese primer instante y comprendí que había perdido mi cordura.

El día que te amé fue en verano, en aquella lluvia fría. Mi padre no había ido por mí con su lujoso coche, y te quedaste esperando a mi lado por dos horas y media. Después de esas horas me agarraste de la mano y me obligaste a correr bajo aquella lluvia que parecía un diluvio. Era verdad, ese día era en escala a grises y lo único que resplandecía entre tanta oscuridad eras tú, Sanji, mi sol. Ese día me iluminaste y me llenaste de calor en medio del frío. Tu hermosa cabellera rubia jugaba con el viento y tus ojos opacaban las gotas de lluvia, las que tanto me gustaban.

Ese día me divertí mucho.

Gracias, Sanji... gracias.

_Carta no entregada_

Había leído ya esa carta mil veces, había llorado leyendo unas cinco más, era mi carta de renuncia hacia ,Sanji, ya no te quería en mi corazón, ya no quiero que seas mi sol.

Tocaron la puerta, limpié mis lágrimas y dejé  la carta en mi escritorio de trabajo. Fui con desganas y al abrir mi puerta estabas tú.

¿Por qué llegas en los momentos menos indicados? Cuando menos estoy para complacerte.

— Tenemos que hablar, Law. — Ahí estabas, con tu hermosa voz de Dios, con tu estúpido tono de preocupación.

— No tengo nada de qué hablar contigo, Sanji. — Estaba decidido a olvidarte, no podía echarme atrás sólo por verte aquí y ahora, dejarte ir con todo y tus rayos de luz, cada rayito de sol que dejaste impregnados en mi casa y en mi corazón.

Cerré la puerta, pero no por completo, tu pie me interrumpía.

— Law, esto es en serio.

— Vete antes de que mi puerta destroce tu pie.

— Déjame pasar, quiero hablar contigo.

No estando tan seguro de lo que hacía.

Abrí la puerta y dejé pasarte, tenía que dejar en claro que ya no te quería volver a ver, pero tu voz enojada, feliz, triste, nerviosa... siempre me tenía pegada a ti. Amarrado con un lazo indestructible que yo mismo hice para mí.

— Quiero la explicación del porqué estás tan raro últimamente, siempre estás irritado, eres más cortante y me estoy cansando, Law, quiero saber qué te pasa.

— ¿Cansado?, ¿crees que yo no estoy también cansado de ti, de que siempre me dejes plantado, de que no hagamos nada porque siempre vas detrás de una chica linda?

— Las señoritas no tienen la culpa.

— ¡Sólo acepta que ya no tienes tiempo para mí!

— ¡Eso es una mentira que tú te estás creando, eres mi amigo!

Estábamos gritando, estaba seguro de que la vieja vecina que tengo, iba a venir con la escoba en mano a amenazarnos.

— ¡Pues yo ya no lo tengo para ti, así que espero y te largues cuando te de el libro que me prestaste!

Si en verdad quería dejarte ir, tendría que devolver cada cosa que me diste con "amor", devolverte todos nuestros recuerdos.

Fui al cuarto donde tenía el estante de libros, me seguiste mientras me decías que te diera una explicación, que te diera un porqué.

¿Qué me dirías si te dijera que te amo? Si esa fuera la explicación de mi repentino alejamiento.

— Es que esto es ilógico... ¡No me des la puta espalda maldito!

— ¡Ya te lo había dicho, no quiero nada de ti ya, no necesito tu estúpida amistad! — Seguía buscando el libro y me maldecía por no acordarme dónde lo había puesto.¡Después de todo, ya no podemos seguir siendo amigos!

Te estaba diciendo adiós, renunciaba a ti y a tu calor, pero no me estabas diciendo nada, tu silencio me estaba asustando, pero no voltearía hasta encontrar el libro.

Cuando lo encontré volteé y estabas sujetando la carta que había escrito antes de que tocaras mi puerta. Sujeté el libro con las dos manos, apretándolo de los nervios contra mi pecho mientras mordía mi labio y sentía un repentino mareo.

— ¡Si ya has terminado de leerla por favor lárgate! — Dejaste la carta en el escritorio y yo aproveché para sacarte de ahí, me estaba muriendo de vergüenza. De una mortal.

— El día que te conocí me habías dicho que mi ceja me hacía parecer un alíen. — Paré en seco, no podía ver tus ojos ni la emoción que estabas teniendo. — Me hizo reír mucho porque era la primera vez que alguien me decía un comentario tan único, tu tono de voz no era grosero... Me agradaste ese día. — Mi sol estaba llorando, podía sentir sus lágrimas caer por mis manos, se me había olvidado que te tenía sujetado por el pecho.El día de la lluvia me estaba aburriendo y tú no estabas feliz, no te había visto sonreír, así que te tomé de la mano para hacerte reír un poco.

No, no por favor, no cuando ya decidí olvidarte.

¿Por qué eres tan egoísta?

— Entonces comprendí que sólo quería verte feliz, sólo quería que sonrieras para mí... Porque quería que mi Luna no estuviera triste, quería que no todo el tiempo estuvieras en la oscuridad.

"Mi Luna", esta frase me es conocida, es como si yo la dijera, como si algún ser divino quisiera burlarse de todo lo que siento.

Estabas sonriendo a pesar de que en tus ojos había tristeza. Te abracé, dejé que me usaras otra vez como tu pañuelo para lágrimas y mocos, pero esta vez ya no me importaba.

Jamás aprenderé si estás conmigo, si te incrustas a fuerza en mi mente.

— Me gustas mucho, Law.

Me aferré a ti, era lo que siempre había querido escuchar, nos separamos apenas unos centímetros para vernos a la cara, aparté tu fleco, aquel que siempre cubría tu ojo. Miré tus cejas, tus orbes, acaricié tus mejillas y tus labios.

— Las comisuras del sol. — Te susurré y lo entendiste, entendiste que tú eras mi sol como yo era tu Luna.

Me besaste, me atrapaste con tu amargo sabor en los labios y me perdí en tus manos. Volviste a mí y yo te acepté sin peros.

Somos tan idiotas, mi hermoso sol.

Jamás aprenderemos lo que es vivir sin el otro.

Las Comisuras Del Sol.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora