Dia 7

912 10 0
                                    


Agacho la cabeza y finjo no haberla visto. Me observa y me doy cuenta que camina hacia mi. El corazón palpita fuerte, como si fuese a escapárseme del pecho.
—¿No me viste?
Me jala de la playera.
—No te quise ver, quizás.
Intento no verla a los ojos.
—Pero ahora me ves.
Pone su cara frente a la mía.
—Sigo sin querer.
Me río de manera arrogante.
—Mentir no te dará vida eterna.
Cruza los brazos.
—Tampoco tú me la diste.
Me acerco a ella.
—Tenemos eso en común, al menos.
Baja los brazos.
—Pero eso tiene solución.
La abrazo, la beso, y suspiro muy cerca de su boca.
—Lo más cerca que he estado de la vida eterna, es cuando te beso.
Finalizo.

Me observé unas 20 veces en el espejo antes de salir. Quería lucir bien, me preocupaba cada mínimo detalle siempre que iba a ver a Camila. Uno de mis cabellos ligeramente parecía desaliñado en comparación con los demás, humedecí mi dedo índice y aplasté el cabello para unirlo a los demás... se rehusó, y me complicó el "peinado", así que fui por toalla y me enjuagué el cabello para empezar de nuevo. De reojo, observé el reloj, tenía 10 minutos para salir de casa, debía darme prisa. La camisa mal abotonada me hizo sonreír, o era el hecho de que estaba por ver a Cam, y todo eran sonrisas. La abotoné de manera correcta, posteriormente me rocíe de mi perfume favorito, un lacoste que venía usando ya desde hace unos cinco años. Muñecas, cuello,  y listo, partí.

Durante el transcurso me topé con Manny, un amigo que teníamos en común Joshua y yo.

—Mira nada más, pero si es Javier, el que ya anda de enamorado y no ha ido a visitarme para contarme.
Cruza los brazos y me escudriña de pies a cabeza. Lo cual me hace sentir incómodo.

—Manny, no hemos coincidido, es eso. Pero, ¿tú como sabes? No pensé que ya se hubiera hecho "publico". Me alejo dos pasos y la figura imponente de Manny me sigue haciendo sentir incómodo.

—Público, ridiculo... tu mujer es amiga de mi chica.
Manuel llevaba casi un año con Criss. Me llené de gusto de escuchar una conexión entre Cam y mis amigos, eso me acercaba más, mucho más de lo que ya estaba.

—Tendrás que contarme, amigo. En la noche que termines con Criss paso y me cuentas todo lo que sabes.
Digo, ilusionado, más ilusionado que nunca.

—Me parece bien, ahí te espero. Llega antes de las 10.

Nos despedimos y recuerdo que tengo un par de minutos para llegar al parque. La idea de llegar tarde me repugnaba porque eso suponía que vería menos tiempo a la mujer de mis ojos. Aceleré el paso sólo para encontrar a otro amigo que quiso detenerme para preguntar por Cam, pero esta vez no tenía intención de detenerme a platicar detalles.

—Será otro día, Josele, será otro día.

—Está bien, pariente, está bien.
El "pariente", avisaba la aprobación de Josele, era como una palabra que le dio un sello propio. Así que me mantuve sereno, y alejé la idea de que tal vez estaba siendo grosero.

—Mañana voy a tu casa. O te veo en la mía.

Digo de manera afable y me marcho. El parque estaba frente a mi, llegué agitado a medias por caminar tan rápido, sentía la frente húmeda porque estamos hablando de Marzo, un mes en que el calor quema cada centímetro del cuerpo. Tenía papel en el bolsillo del pantalón y me sequé la frente sin percatarme que Cam estaba atrás de mi. Me giró abruptamente, con toda la violencia que sus delicadas manos pudieron tener.

Cien días después de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora