Día 5 después de ti
Buscaba mil maneras de decirte "te quiero", de evitar que te fueras. Extendí las manos para poder tomarte, aunque ya estabas lejos, muy lejos. Espeté aquel "te quiero" con la fuerza que impulsa el miedo a perderlo todo, porque tú eras mi todo. Pero el sonido de mi voz no llegó a tus venas, y así te fuiste, como si el pasado se hubiese escapado de tus pupilas. Caminé, para seguir tus pasos, pero, el camino había borrado las huellas. Un día mi padre me dijo; la única regla para amar a alguien, es amarle sin reglas, sin momentos, sin protocolos. Tengo la ligera certeza de que así fue lo que tuvimos juntos.Eché el último vistazo a mi peinado. Qué difícil resulta peinarte cuando quieres impresionar a alguien. Nunca me había detenido tanto en mi peinado. Pasé tantas veces el peine sobre mi cabello que terminé perdiendo la cuenta. El espejo era mi cómplice en ese momento, porque me observaba intentando gustarme. Había leído sobre la ley de atracción, y sabía que si podría sentirme guapo por un momento; ella me vería de esa manera. Salí sin decirle una palabra a mamá, realmente no quería dar explicaciones aún. Al menos no hasta que supiera que es lo que iba a pasar con Camila. Joshua llegó puntual, algo extraño en él, sin afán de criticarlo.
Subí a la moto sin mover aún la mandíbula. Quería esperar hasta que estuviese con ella. Tenía tantas cosas que contarle, porque estuve muchos años esperando ese momento. Pero, tengo un mejor amigo que habla más que un vendedor de seguros.—¿Todo bien?
Se pone el caso.—Mejor que nunca.
Le guiño el ojo y me aferro a la parte trasera de la motocicleta.—Entonces vamos.
Acelera, y con eso me acelera la respiración. Quería vomitar, por más que lo intentaba no estaba tranquilo. Y lo que más me preocupaba era sudar. La cabeza de nuevo se me llenó de ideas y posibles conversación.—Hola, que bella luces hoy.
Muy cursi me dije a mí mismo y desistí en mi idea de practicar algún tipo de speech. Así que puse por un momento la mente en blanco, pero fue sólo un momento, porque cuando quise volver al planeta tierra ya habíamos llegado. Giré la mirada a la derecha, muy ligeramente. Ahí estaba, con la sonrisa que me hacía de todo. Esperando por mi, por nosotros. Me quedé observando no sé si un minuto, de nuevo sin decir nada. Disfrutaba cada segundo que podía verla, era como contemplar la marcha de un atardecer en la playa, con un par de libros y el espíritu dando saltos de alegría.—No piensas bajar, o mínimo decirme hola.
No me había dado cuenta que seguía en la moto.—Tiene razón, ya baja, no pienso estar de mal tercio otros dos minutos.
Le guiña el ojo a Camila.—Es verdad, disculpen.
Digo con sutileza mientras bajo de la moto. Me acerco a Joshua y le digo...—Te veo en un rato. Gracias por todo amigo.
Me empuja y responde...—Salúdala, y platica con ella que a eso veniste.
Me pongo rojo y la abrazo.—Hey, era sólo saludar. No tienes porque abrazarla.
Continúa mientras ríe.—Era broma. Los veo más tarde. Suerte, a los dos.
Enciende la moto y lo perdemos de vista.—Y bien, aquí estamos. Primero que nada quiero preguntar ¿qué es lo que te gustaría hacer?.
Pregunto sin moverme, y sin verla a los ojos. Algo tenían sus ojos que me ponían en aprietos. Así que los evite mientras pude.—Conocerte.
Responde y puedo sentir su mirada.—Algo más específico, Camila.
Le regreso la mirada y me acerco a ella.—Enamorarnos, para ser más exactos.
Se aleja un par de pasos.—Yo ya me adelante.
Me vuelvo a acercar.—¿Por qué lo dices?
Se acerca y la tengo frente a mi boca. Seguimos en el mismo lugar donde me había dejado Joshua, no nos hemos movido ni si quiera un metro.—Descúbrelo.
Me alejo el mismo par de pasos que se había alejado ella.—Muero por que me lo digas.
Se acerca y me toma la mano.—¿Te parece si damos un paseo?
Le propongo ya con los nervios extintos. Ella asienta y nos vamos.Caminamos sin plan, como dije al principio; sin reglas. No dijimos hacía dónde, sólo caminamos. No importaba el camino realmente, éramos ella y yo, y no importaba nada. Su mano seguía tomando la mía, o era la mía la que estaba tomando la de ella, o éramos ambos; tomándonos de la mano. Porque algo tiene las manos, que te enlazan, que te conectan, que te atrapan.
—Nunca pensé que todo pasaría de esta manera. Espero no pienses que soy una cualquiera. Porque ayer no me conocías. Y el día de hoy no he podido soltar tu mano.
Me jala para detener mis pasos.—No estoy pensando que seas una cualquiera. Tampoco pensé que sería así. Es cierto, ayer no te conocía, y en lo único que pienso hoy es en que quiero saber todo de ti, y en que no quiero que sueltes mi mano.
Me acerco para abrazarla mientras la gente camina, mientras los coches aceleran y suenan el claxon, mientras el mundo gira, mientras no sé cuántas otras personas en el mundo se están enamorando igual que yo lo hacía de ella.—Nunca me había pasado.
Besa mi mejilla. Hasta ese momento no imaginé que una mejilla tuviera tantas terminaciones nerviosas. Porque la mía pudo sentir a detalle los labios de Cam.—Ni a mi. Pero debo admitir que me enamoro rápido.
Pongo mi nariz muy cerca de la de ella.—Eso es desalentador.
Me observa sin parpadear.—Todo lo contrario.
La beso.—Procuraré confiar en ti.
Me regresa el beso.—Te lo agradecería.
Nos separamos para tomarnos la mano y seguir caminando.—Todo el mundo pensara que somos novios.
Dice mientras juega con mi mano.—A mi no me molesta.
Fijo la mirada en un parque que podía ver a tres cuadras de distancia. Las tres cuadras más hermosas del mundo. Nos íbamos olvidando de todo, bueno, yo ya me habían olvidado de todo. Pero ella, cada minuto se concentraba más en mi. Su mirada fue cambiando, porque de verdad la mirada cambia cuando eres feliz. No sé cómo explicarlo, pero es como si toda mi vida se concentrará en sus ojos, y en como me veían.—A mi tampoco. Javier. Sólo te pediré algo... piensa bien todo lo que dices, porque hay palabras que no vuelven. Y no quisiera terminar lastimada. Además, me asusta eso de que te enamoras rápido.
Se acerca a una banca llena de imágenes muy poco pintorescas. Se sienta y espera que haga lo propio. Me siento muy junto a ella. Estábamos juntos, muy juntos.—Sería estupido decirte que confiaras en mí en estos momentos, pero, quiero que lo hagas.
Paso mi brazo por su hombro para abrazarla. Y le beso la mejilla.—Sería estupido decir que ya confío en ti. Pero ya lo hago, Javier.
Recuesta su cabeza en mi pecho. Me ve con ternura, la mayor ternura que haya conocido. Se acerca a mi rostro y me besa.—No te fallare. Y todo esto de los besos, me encanta. No conocía este tipo de felicidad.
Le acaricio el cabello y le beso la frente.—¿Has besado a alguien alguna vez?
Me ve con mirada divertida.—¿Me estás tratando de feo? Si he besado, Camila. Pero hay besos que vienen del alma. De nuevo estoy siendo cursi. Pero juro que es verdad. Creo que te estoy besando con cada partícula de mi cuerpo.
Suspiro y cierro un momento los ojos. El sonido de una moto se acerca.—Por fin los encuentro.
Dice Joshua y rompe todo.—Hola Joshua. Ya tenía que irme. Que bueno que llegas, no quiero que mi Javier se quede solo.
Se levanta y me toma de la mano.—Tengo que irme Camila.
La abrazo con fuerza.—Lo sé.
Me besa con intensidad y siento su lengua dentro de mi boca. Me separo y subo a la moto.—Oye, Camila.
Dije en voz alta.
—Eso de que me enamoro rápido era mentira.
—¿Y me lo dices ahora?
Responde con las manos en la cintura, asesinándome con la mirada.—Lo correcto era decir; me enamoras rápido. Adiós, te veo pronto.
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Cien días después de ti
Novela JuvenilCien días después de ti, cien días que nacieron mucho antes de que tomara la tinta. En el momento justo en que Camila puso sus labios en los míos. A ojos cerrados, a corazón abierto. Con la ignorancia absoluta de que iba a extirparme el corazón.