Valentine's chocolate

341 39 0
                                    

Harry jamás le había dado demasiada importancia al día de San Valentín. No era nada especialmente interesante para él, solo un día en el que los mundos muggle y mágico se tornaban de un insoportable color rosa, el aire apestaba a perfume empalagoso de flores y el chocolate –incluso las ranas– costaba tres veces más. Ese hecho le molestaba en sobremanera. Vale, Harry reconocía ser muy torpe cuando se trataba del amor, pero regalar una rana saltarina no parecía el regalo más romántico. Así que, ¡por las barbas de Merlín!, ¿¡por qué tenía que pagar semejante fortuna por comerse una simple rana de chocolate!? Al menos, las grajeas se mantenían estables. Y la tarta de melaza seguía siendo un postre habitual en el salón comedor. 

Harry estaba seguro de que existían colores y olores mucho más descriptivos del amor que los procedententes de las rosas fosforitas que adornaban medio colegio. Se sentó en el muro, en el espacio que servía de ventana y permitía un visionado perfecto del patio interior. Cerró los ojos, recargándose contra la columna que separaba dos arcos de piedra e inspiró hondo.

Si tenía que pararse a pensar en el color que debía tener el amor... Al principio, su mente estaba bañada en negro, en la oscuridad de sus párpados. Pero una corazonada, la fuerza de un latido, inundó sus ojos de luz. Solo duró un segundo, reinstaurando la oscuridad, pero no tardó en regresar, aún con más fuerza que antes. Un brillante gris, tan fuerte que casi parecía plateado, inundó su mente. Pese a su aparente frialdad helada, contemplarlo, aunque fuera un solo segundo, lo reconfortó. Una tranquilizante calidez lo inundó, naciendo de su pecho y extendiéndose por todo su pecho. Definitivamente, ese era un color mucho más adecuado. Lo hacía sentir liviano.

Respecto al aroma... Desde allí solo podía oler el penetrante olor de la hierba húmeda tras la lluvia, picándole la nariz. No, así no debía ser... Arrugó la nariz, molesto. ¿Debía buscar una pócima amortentia para poder encontrar la respuesta? Meneó la cabeza, renegando al momento de semejante idea. Si se le ocurría simplemente acercarse a una poción de amor en esas fechas, lo más probable es que todos los cotillas de Hogwarts se le echaran encima y que Rita Skeeter escribiera toda una columna basura sobre su vida amorosa. Reprimió un desagradable escalofrío que nada tenía que ver con el húmedo y frío ambiente del Febrero escocés. 

Aún así, no pudo evitar removerse incómodo en el sitio. Si algo caracterizaba a Harry Potter es que no sabía contener su curiosidad, sin importar en qué peliaguda situación lo pusiera eso. 

De repente, una revelación llegó a él a modo de ligera brisa. El perfume a lavanda y a incienso. Acompañado del aroma agrio del chocolate amargo. La combinación de los diferentes aromas lo relajó, haciendo que sus pulsaciones se adormecieran. Fue como si su cuerpo entero se meciera suavemente en el agua calma del mar. Ya no necesitaría ninguna poción para averiguarlo. Estaba seguro de que así debía oler el amor.

–¿Quién iba a pensar que medio dormido tenías aún más cara de idiota, Potter? –dijo una arrogante voz de pronto, resquebrajando su calma con una velocidad tan vertiginosa como única. Él era el único capaz de sacarlo de sus casillas solo con una frase.

Frunció el ceño y abrió los ojos, dispuesto a responder su comentario mordaz, pero una imagen lo recibió, dejándole totalmente desconcertado. Ese brillante gris, el que había inundado sus párpados con tanta luz, lo recibió. Por partida doble. Los agudos ojos de Draco Malfoy lo recibieron con ese particular brillo plateado. Inspiró hondo, intentando encontrarle algún sentido a todo aquello, cuando el perfume a lavanda y a incienso se coló en sus pulmones. El perfume de Draco. Buscó con sus ojos el chocolate amargo que había completado su fantasía, encontrándolo a modo de chocolatina en la mano de Malfoy. 

–¿Estás tenso, Potter? –preguntó con sorna al percatarse de la tensión crispada de sus hombros y el ceño fruncido.

Pero Harry estaba demasiado desconcertado con su propio corazón para hacerle ningún caso, así que se levantó de su improvisado asiento y se encaminó por los pasillos con la mirada perdida. Draco, para nada acostumbrado a que hicieran caso omiso de él, se indignó y gritó su nombre. Sin embargo, Harry se perdió de su vista en la primera esquina que pilló, buscando encontrar el significado de sus visiones y de los repentinos latidos erráticos de su corazón. Siguió su camino, totalmente ajeno a que era el mismo ritmo que seguía el corazón del rubio que había dejado, atónito y abandonado, tras de sí. 

❇❇❇

¡Hola a todos, lindas flores!
Os traigo un pequeño regalito de San Valentín. Es breve, pero espero que lo hayáis disfrutado 💚.
Con un beso y un bizcocho, ¡nos leemos pronto!

En algún lugar de HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora