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- Chritof, éste extraño comportamiento últimamente, ¿es por eso? - habló mi mama con dulzura, después de haberme obligado amistosamente a bajar a tomar un café, lo que significaba una sería platica.

Miré al suelo incapaz de ver a mi papá a los ojos.

Suspiré.

- Si. - respondí tímidamente.

- hijo, te conocemos, siempre supimos que eras diferente. - confesó mi mamá tomando mis manos entre las suyas.

Fruncí el entrecejo.

Mi mamá miró a mi papá y éste se aclaró la garganta.

- Christof, cuando...tenías 7 años. - empezó y mi corazón se aceleró. - te pregunté quien te gustaba. - miró a mi madre y ella asintió, ra un lenguaje desconocido para Mi, uno que sólo con los años de matrimonio se obtiene. -tu dijiste, Leo.

Uní mis cejas recordando. Leo era mi mejor amigo cuando era niño.

Abrí la boca y la cerré no teniendo mi y claro que decir.

- yo... te dije que niño no, sino que niña, guardaste silencio y no volviste a hablar del tema. - continuó papá.

Yo seguía en un trance.

-Te aceptamos como tú eres, cariño. - dijo mamá abrazandome mientras seguía en estado de shock. - y me alegra que tu también te hayas aceptado.

Vaya! Amo a mi familia pero es tan cruel que me haya ido tan bien, Matt tenía razón, yo no entiendo su situación.

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