Capitulo 8

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Ella solo guardó su celular nuevamente y su diminuta sonrisa que no había aparecido en mucho tiempo se perdió en su fría y apática expresión.

Caminó hacia afuera y se fue rumbo a la cafetería, donde estaba más solitaria que con clientes. Ella odiaba su trabajo, pero ¿habría algo que no?

-¡Ana! ¡Ya despierta! ¡Limpia el suelo y los estantes que nos ahogaremos por el polvo!- Gritó su jefe, quien era un hombre gordo y muy malhumorado

-No sé para que te pago- dijo con repugnancia

Ana, obedeciendo se fue a limpiar mientras su rabia la consumía por dentro

Querida Alma GemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora