El Día Mas Feliz (EunHae)

IX

– Haz un escaneo general.
– Todos los sistemas funcionando óptimamente.
– ¿El estado del programa?
– Sin fallas.
– ¿Procesador?
– Mejor que nunca.
– ¿Sistema operativo?
– Sin represalias.

DongHwa lanzó un fuerte suspiro. Acercó un taburete para sentarse al lado de DongHae y, al hacerlo, le extendió su palma frente a su rostro.

DongHae sonrió al ver la canica que DongHwa le ofrecía, como cada vez que hacía alguna reparación en él, era transparente y tenía incrustadas estrellas doradas en el centro, a veces brillaba con un parecido al tornasol violeta y él sonrió por eso.

Sin embargo, cuando acercó su mano para tomarla, no la pudo reconocer. Sus falanges conservaban una especie de capa porosa que asemejaba a la piel, con miles de conectores diminutos unidos, probablemente, a los cables principales, mientras que las articulaciones metálicas de sus coyunturas quedaban expuestas. Lo mismo ocurría en el codo y, más arriba en el hombro. Al darse cuenta de estos cambios, su sonrisa se fue borrando.

DongHwa mantuvo aquella canica en su mano, viendo desde el taburete a DongHae levantándose de la silla de trabajo para pararse frente a un espejo con las esquinas rotas, no era de cuerpo completo pero podía verse hasta casi la cintura; desde ahí le dio la impresión de que DongHae trataba de reconocerse entre su nueva apariencia artificial y descarada. Seguía siendo el mismo rostro, pero cualquiera que lo viera podría ver lo que él era y eso, en un extraño momento de pudor, lo hacía sentirse terriblemente expuesto.

El reflejo en el espejo le mostraba un brillo ficticio en sus ojos; en la unión cuello-hombros alcanzaba a ver los cables negros desde una ranura pequeña; parecía un muñeco a gran escala. Con uno de sus dedos tocó la piel de sus mejillas para comprobar si al menos conservaba las terminaciones nerviosas; apreciar la suavidad de una capa artificial que DongHwa le había dejado conservar solo lo hizo sentir más vulnerable.

– Sabías que tenía que hacerlo… te expliqué las modificaciones…
– Sí –interrumpió DongHae, absorto con la imagen del espejo–, es tal y como imaginé que luciría –sus labios se retrajeron dentro de su boca, apretando los dientes–. Pero no imaginé que se sentiría así.