X

70 20 0
                                    

A veces, cuando la luz amarilla en los lentes de DongHwa le daba directo a los ojos, DongHae tenía que desviar la vista, aunque siempre la terminaba regresando a su pecho, de donde provenía el sonido curioso de chispas. Siempre pensó que la silla de trabajo sería incómoda, pero ahora que le daba una oportunidad se daba cuenta de que en realidad era lo opuesto.

– ¿Encontraste la falla? –farfulló, estirando el cuello para poder ver su pecho abierto.
– Sí, hay leves chamuscones y un manchón en la placa. Déjame adivinar, ¿mucha alegría? –DongHwa ni siquiera levantó el rostro al preguntar, aunque tampoco intuía que eso le molestara a DongHae.
– Sí –sonrió ampliamente.
– Y HyukJae tiene mucho que ver en eso, ¿verdad?
– Sí –otra vez y sin miedo, DongHae asintió sonriente. Luego escuchó que su papá suspiraba, pero le pareció extraño que no lo regañará en seguida–. Ya sé lo que vas a decir –musitó él en su lugar, observando el rostro de DongHwa concentrado en repararlo.
– Sé que lo sabes, por eso estoy pensando seriamente en ahorrarme la fatiga de recordártelo –las chispas que salían de la vara que DongHwa usaba dejaron de escucharse, volteó a ver el rostro del robot, provocando que DongHae tuviera que entrecerrar los ojos a causa de la lámpara–. DongHae, ¿crees que he sido demasiado inflexible contigo? –el aludido apretó los labios sin decir nada, por lo que el científico continuó–. Estuve pensando todo este tiempo en lo desconfiada que es la gente por reclamarte sin escuchar razones, pero luego me di cuenta de que quizá yo no sería tan diferente poniéndote tantos límites, y tú tenías todo el derecho de enfadarte. A partir de hoy, voy a confiar en ti –DongHwa nunca había sido bueno con las emociones ni con el contacto con otras personas, eso se reflejó bastante cuando, después de decirle aquello a DongHae, volvió a su trabajo sin darle tiempo a que le respondiera cara a cara. Aun en ese momento ya no lo veía como una máquina, sino como su hijo. Luego se aclaró la garganta, satisfecho consigo mismo –. ¿Y por qué esta vez preferiste quedarte despierto mientras te reparo?

DongHae sonrió mucho otra vez.

– Porque quería ver cómo era por dentro.
– ¿Y qué tal?

Su hijo no respondió en seguida. Se entretuvo algunos segundos alargando el cuello para ver en la región torácica abierta. Después de ello fue cuando sonrió.

– Tengo luces dentro.

DongHwa le sonrió, asintiendo lentamente a sus palabras. Bajo la luz amarilla, al robot le gustó cómo se marcaban las líneas de su rostro en una bonita sonrisa natural; entonces quiso decir algo, pero era la primera vez que las palabras no le llegaban coherentemente y en orden, todas estaban enredadas y patas arriba en su cerebro que no supo cómo empezar, y lo siguiente lo sacó de forma abrupta:

– Gracias.

DongHwa rió bajo, aun sin verlo.

– ¿Por qué? Si todavía no termino aquí.
Pero en realidad, DongHae sabía que había mucho por lo que agradecer, cosas que incluso él tardaría en listar, así que nombró la única que podía juntarlas todas en el mismo paquete.

– Por ser el mejor papá.

¿DongHwa estaba llorando? Al castaño le pareció ver que las gotas saladas resbalaban por sus mejillas, aun si la luz no lo dejaba ver bien. Si estaba llorando, ¿él le había dicho algo que lo hizo sentir mal? El pensamiento lo abrumó porque esa no había sido su intención, así que trató de rectificar; sin embargo, la cálida mano de su padre sobre la suya le quitó las palabras. Él sonreía.

DongHae aprendió que la alegría se manifiesta de diferentes formas, y que puede ser diferente en cada persona. Cerró los ojos mientras esperaba que la reparación terminara, sabiendo que cuando los abriera, DongHwa le estaría ofreciendo una nueva canica para añadir a su colección.

El Día Mas Feliz (EunHae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora