Capítulo 14

173 11 1
                                    

Pov' Luke

Acababa de terminar mi almuerzo por lo cual me despedí de los chicos para poder ir a dejar un par de libros a mi casillero. El pasillo se encontraba algo desierto lo cual agradecí ya que mi locker quedaba algo lejos de la cafetería y sin demasiadas personas rondando por el pasillo llegaría rápidamente. Abrí mi locker y saque mi libro de literatura para meterlo dentro de mi mochila, de esta saque el de matemática, historia y el de.. mierda, había olvidado el de ciencias en el aula. Con tanta rapidez con la que había abandonado la clase no note que no lo había cogido, en un suspiro cerré mi casillero y me encamine nuevamente hacia el aula de ciencias.

El salón 109 no quedaba tan lejos de donde me encontraba así que rápidamente la dichosa aula apareció en mi campo de visión, dirigí mi mano a la perilla y cuando estuve apunto de bajarla para adentrarme allí un extraño sonido llamo mi atención. Desde dentro del aula procedían sonidos, los cuales sin dudas eran gemidos, una parte de mi no se sorprendió para nada. El Profesor Harrison era un hombre muy atractivo quien había logrado llamar la atención de gran parte de la población femenina del instituto y la gran mayoría de esta no tubo pelos en la lengua para expresarle su gran atracción hacia él. Lo que si es que había que felicitar a la chica que logró derribar la gran muralla que el profesor había puesto al rededor de él para evitar los intentos seductores de parte de sus propias alumnas, y si alguna de las chicas lo había logrado quería decir que ella había puesto mucho empeño en ello u simplemente lo había calentado demasiado.

Lo pensé durante un segundo y luego una sonrisa traviesa se extendió en mi rostro, quite la mano de la perilla y me dispuse a irme más tarde podría recuperar mi libro. Lo cierto es que no quería interrumpir a Harrison en el polvo que se estaba por dar o se estaba dando, el hombre sin dudas se lo merecía por estar conteniéndose las veinticuatro horas del día con niñatas que se la pasaban queriendo calentarlo.

Me dispuse a salir de la zona de coito hasta que un fuerte gemido femenino sonó bastante alto, aunque no era oído si no se estaba tan cerca de la puerta como yo me encontraba, juraría que yo había escuchado a alguien gemir así antes aunque no estaba completamente seguro de quien podría ser. Pensé en Hannah, ella le tenía muchas ganas a Harrison, andaba detrás de él como un perrito faldero pero l mismo tiempo no era ella ya que yo ya había oído gemir a Hannah antes y ella gemía de forma tan aguda que lograba aturdirme. Pensé en el resto de las chicas que se encontraban detrás del profesor de ciencias y ninguna parecía encajar en el tono de voz de la chica misteriosa que se estaba tirando a Harrison. Hasta que otro gemido femenino se dejo escuchar a través de la puerta, no lo podía creer, como no me había dado cuenta antes si era no era nadie que yo ya no hubiera escuchado gemir. La chica misteriosa, la cual había conseguido al gran Matt Harrison, era nada más ni menos que Stella Midnight. La misma perrita que ayer me había dejado tan caliente que ni una maldita ducha en agua helada había logrado bajarme la erección.

Fue entonces cuando me di cuenta de que no podía largarme de allí hasta no comprobar que realmente fuese ella la que se encontraba allí con Harrison. Mi mano volvió hacia la perrilla plateada y lentamente sin hacer ningún ruido abrí la puerta. Al parecer si es que hubiese hecho algún ruido ninguno de los dos estaba realmente concentrado en ello, es más creo que habría sido algo completamente desastroso si el que hubiese abierto la puerta fuese otra persona y no yo. La escena era completamente comprometedora, Stella se encontraba sobre el escritorio con las piernas abrazadas a la cadera del profesor mientras se besaban fogosamente pero sin dudas la cereza del pastel era que Harrison tenía la mano dentro de la camiseta de Stella donde esta se encontraba masajeando su pecho. Sin dudas una imagen hecha para una peli porno sobre todo esas de colegialas, donde las chicas se la pasaban con diminutas camisas y faldas tan cortas que dejaban ver sus casi inexistentes bragas, me consideraba de la vieja escuela a la hora de ver porno.

La PerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora