Creí que lo había entendido.

85 0 4
                                    

Entendí perfectamente cuando quisiste silencio, entendí cuando me pediste tiempo, te dejé aunque me doliera porque te hacía daño. Entendí todo aquello que sentías y me hice a un lado.

Hace un tiempo que no me hablas y no pienso mandarte mensaje, sé que no quieres saber de mi, sé que me quieres olvidar, pero dime si tendría algún sentido acudir a ti y si lo hay sin dudarlo iré corriendo hacia tu casa, estaré afuera esperando tu llegada que será por la madrugada, medio ebrio y probablemente en alguno de tus viajes que conllevan besos y humo. Pero si no tiene ningún sentido me quedaré como hasta ahora, sin hablarte y extrañándote, pensando cada noche en qué estarás haciendo y en dónde. Pensaré desde ahora y en adelante que tus besos van encontrando una dueña diferente cada fin de semana, pensaré que tienes sexo con las primeras piernas que ves y entenderé que yo ya no figuro nada en tu vida.

Sé que te pierdes fumando y bebiendo, en viajes de lunes a sábado, y el domingo en depresión por el fantasma que te asecha, ciertamente es mi fantasma, tal vez lo sea. Sé que sales buscando consuelo en los brazos de la chica de labios rojos, en la que tiene falda y te mira de lejos. Sé que en esos labios desconocidos te refugias de mi pensamiento y aunque logres una exitosa noche de sexo, por la mañana añorarás la idea de tenerme entre tus brazos. Lo sé.

Lo sé, o eso quiero pensar, porque yo lo hago.

No te extraño en mis noches de besos, de sexo, o de chicos, pero sólo porque no las tengo. Pero si te extraño en el beso robado del chico con malas intenciones que busca acostarse conmigo, en este momento él podrías ser tu queriendo olvidar. Te extraño en el abrazo del chico que sólo quiere consolarme y ser mi amigo. Te extraño en los mensajes del que quiere preguntarme por qué no he ido a la escuela, en el que siendo un gran apoyo me recomienda películas o me invita al cine. Te extraño en el que me escucha silenciosamente y seca mis lágrimas. Te sigo extrañando.

Pero después de un mensaje tuyo con tanto significado y tanto egoísmo según tu, entiendo de nuevo. Me confirmas que no me quieres cerca, me dices con palabras bonitas que no me has olvidado y me sigues amando, en un mensaje tan largo como las noches que paso pensando en ti, en un mensaje dónde confirmas tus noches llenas de humo y alcohol, dónde dices que quieres ser mi amigo y nada más, dónde pides perdón y pides tiempo, pides espacio, espacio que he estado decidida a darte, sin embargo hasta ahora te has abierto conmigo y como me decías, "no puedo adivinar".

Ahora no adivino que no me quieres cerca, ahora lo sé. Ahora no adivino que me sigues queriendo, ahora lo sé. Ahora no adivino que quieres mi amistad sin ser cercanos, ahora lo sé. Y también sé los pensamientos que has dejado plasmados en palabras, ahora tengo la oportunidad de ver todo lo que has pensado en estos meses de infierno, pero no me quería atrever a leerlos, creí me harían más daño del que ya está hecho.

Lo hice al final, entré al primer pensamiento y vi cada palabra que escribiste pulsando teclas para plasmar eso, tal vez también en la noche, no importa. A la una de la madrugada me dispuse a leer, no fue tan malo. Ya sabía eso. Sé que te dolió.  A mi también me lastimó. En mi ignorancia sobre tus otros pensamientos me dije que leería uno al día, si podía. No más, ni menos. Pero al siguiente día después de llegar de un gran día con una de mis mejores amigas entré al segundo pensamiento y como ese entré a otros, seguí y seguí y después de unos cuantos ya no pude. Con lágrimas, decepción, enojo y sentimientos estúpidos que no debían salir, me di cuenta de que me odias. Yo sentí lo mismo que tu. Pero jamás te odié.

Me di cuenta que después de un gran año de relación, terminaste odiándome. Ambos terminando con depresión, tu depresión crónica agravada y yo con depresión mayor. Ambos sufrimos, nos hicimos daño. Ambos lloramos y nos suicidamos mentalmente por no poder más con el dolor y el fuego en el pecho que quema más que si un balde de agua hirviendo cayera sobre tu cuerpo. Ambos sin poder dormir, tu sin salir y yo sin poder comer. Y aún así te sigo amando.

El te amo del final del mensaje me hizo sentir un calor en el pecho y en el estómago diferente al de los últimos meses, este era cálido. Esa calidez había permanecido hasta el día de hoy, en el que ví que maldiciendo mi nombre te encontrabas por las noches, me odias o me odiaste, pero yo nunca lo hice.

Entendí que el no tenerme cerca no era por no poder estar conmigo, era porque me odiabas. Entendí que querías silencio porque ya no aguantabas mis mensajes, que en tu soledad sigues leyendo una y otra vez. Entendí que sólo me querías lejos porque era más fácil odiarme que verme como amiga. Porque ya lo dijiste, como amiga jamás me podrás ver, como amigos intentamos seguir y tu no pudiste.

Creí haber entendido tu dolor, pues yo también lo sentí. Pero jamás intenté odiarte para olvidarte, pues en mi memoria sigues siendo aquel chico con sonrisa brillante que me esperaba con los brazos abiertos, en mi mente eres aquel en el que escondía mi cabeza en su cuello inhalando su loción, sigues siendo aquel que me enamoró y por el que daría todo.

Pero tu me odias o me odiaste, creo que esa fue tu solución a nuestro problema. Jamás me dijiste que te molestaba, pero en cambio me maldecías en las noches que yo te lloraba. Tu solución fue odiarme para olvidarme y aún así no lo conseguiste.

El te amo del final es sincero, lo sé. Yo también te amo.

Pero creí haber entendido que querías tiempo porque me seguías amando, pero en algún momento sólo querías silencio porque me odiabas de lejos.

PensamientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora