Introducción

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La última clase de la mañana estaba a punto de finalizar y los alumnos ya empezaban a recoger su material mientras el profesor mandaba los deberes para el fin de semana.

Nana Landvik miraba el reloj que colgaba encima de la pizarra deseando que el timbre diera por finalizada la horrible clase de matemáticas y por fin su deseo se hizo realidad, se levantó de la silla y colgó su mochila de uno de sus hombros para irse por fin de allí.

ㅡ Nana ㅡLa llamó el maestro y ella se giró sin entusiasmoㅡ. ¿Tienes un momento? ㅡElla simplemente asintió con la cabezaㅡ. He visto que tus notas son muy altas menos en mi asignatura y no quiero que eso te vaya a arruinar la media por lo que he hablado con un chico de otra clase que es muy bueno y puede echarte una mano, me ha costado mucho convencerlo así que espero que aceptes esta ayuda que te estoy ofreciendo.

Después de oír todo eso estaba claro que no podría rechazar la ayuda que se le estaba ofreciendo, estaba claro que no aceptaría un "no" por respuesta.

ㅡ Está bien ㅡSuspiró.

ㅡ Pues aquí tienes su número de teléfono ㅡSacó del bolsillo un trozo de papel doblado a la mitadㅡ. Se lo pedí para que así estuvierais en contacto, espero que se vean los resultados en las notas.

Ella simplemente se despidió y se fue de allí.

Cuando salió del instituto miró el trozo de papel que tenía en las manos y lo desdobló. ¿Era necesario?

Al llegar a casa su madre ya la estaba esperando con la comida y la mesa preparadas para sentarse a almorzar.

ㅡ ¿Qué tal te ha ido el día?

ㅡ Bien, como otro día cualquiera.

ㅡ Hoy tengo turno de tarde y tu padre tiene mucho trabajo así que tendrás que cenar sola, lo siento.

ㅡ No te preocupes, mamá ㅡNana le dedicó una sonrisa tranquilizadoraㅡ. Me las apañaré.

Acabaron de comer y al poco su madre se fue a trabajar. Para evitar que la casa estuviera en completo silencio encendió el equipo de música de su habitación y se tumbó en la cama para acabar de leer uno de los tantos libros que tenía empezados.

Las horas pasaban y ella ya no sabía qué hacer, se aburría demasiado. Sacó el trozo de papel del bolsillo y marcó el número de teléfono que allí estaba escrito pero nadie le cogió.

Suspiró y decidió mandarle un mensaje:

"Hola, soy Nana, mi profesor de matemáticas me dio tu número de teléfono porque supuestamente me vas a echar una mano con las mates. ¿Y tú cómo te llamas?"

Sin pensárselo dos veces envió el mensaje y se quedó unos minutos esperando a ver si el chico se conectaba, al poco en su pantalla apareció que estaba escribiendo y la respuesta que apareció en su pantalla fue un simple "Ok".

Feliz día del... © #SantiMarAwards #DayAwards2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora