CAPITULO 3

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HACE DIECINUEVE AÑOS ATRÁS

DONNOVAN

Toqué en la mansión de los Clayton para esperar que la ama de llaves me abriera la puerta.

-Buenas tardes, Alpha Donnovan. El Alpha lo espera en su despacho.

-Bien. –Me limité a pasar y a seguirla en silencio hasta que alguien chocó conmigo.

-Mcgregor. –Gruñó Ayden Clayton, el hijo mayor del viejo Clayton.

-Clayton. –Sonreí sin dejar de mirarlo mal. El odio era mutuo.

-¿Qué te trae por aquí? –Se atrevió a preguntar cruzándose de brazos.

-No te interesa, Clayton.
Respondí sabiendo que eso lo haría rabiar.

-Por aquí, Alpha Donnovan.
Volvió a decir la ama de llaves para llevarle hacia el despacho de Wayne.

¿Qué por que nos llevábamos mal? Ni idea, supongo que porque ambos tenemos el mismo carácter. Somos los machos dominantes, no nos dejamos asustar por nada ni por nadie. 

Antes eramos amigos, nuestras familias se solían reunir más seguido y casi puedo decir que crecimos juntos. Además, siempre he pensado que Ayden tiene celos de mi por haberme convertido en el Alpha de mi manada mucho antes que él.

●●●

-Sabes perfectamente que eso no va a poder ser. –Volvió a responder como todas las veces anteriores.

Nos habíamos pasado prácticamente toda la tarde discutiendo por esos préstamos que yo le había dejado y que él no podía devolverme.

-Entonces hagamos un trato.

-¿Qué clase de trato? –Preguntó Wayne dubitativo.

-Estoy enterado de que la mate de tu hijo es humana. –Su mandíbula se tensó. Punto para mi.

-Sí, y déjame opinar que no estoy contento con ello.

-Por lo tanto, en algún momento esa humana se vendrá a vivir aquí y tendrán cachorros.

-¿A dónde quieres llegar, Donnovan?

-Quiero a su primera cría.

-¿Qué?

-Sé por muy buenas manos que ese primer cachorro será niña y se convertirá en mi mate. –No respondió, se dedicó a mirarme como si no creyera lo que le estaba contando. –¿Y bien?

-No puedo hacerle eso a mi hijo.

-Te recuerdo que no tienes más opciones, Wayne. Es eso o pagarme la cantidad que me debías más la mitad de tu manada. –El viejo cerró los ojos como si estuviera reflexionando consigo mismo.

-Está bien...

-Perfecto. –Me puse de pie para estrecharle la mano. –Siempre es un placer hacer negocios contigo.

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