❄ Extra🌲

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-¿Mmm?

-Buenos días. –Seguí sonriendo placenteramente al seguir sintiendo sus labios sobre mi piel. –Que dormilona eres...

-¿Yo? Solo quiero seguir sintiendo esos suaves labios sobre mi...

-¿Ah? –Abrí los ojos para encontrarlo mirándome con una ceja alzada.

-¿Qué? De vez en cuando también necesito mis mimos.

-Y a mi me encanta dártelos.
–Sonrió traviesamente antes de que sus ojos se cambiaran de color a ese rojo rubí que tanto me gustaba.

-Te quiero, lo sabes ¿verdad?

-Por supuesto. Y tú sabes que yo te quiero más ¿verdad?

-Mmm... Déjame pensarlo.
–Sonreí llevándome una mano a la barbilla pensativa. –Quizás lo sepa desde... ¿los cinco años?

-¿Eso crees? –Asentí.

-Me criaste como si fuera tu hija, Donn.

-Pero era obvio que no lo eras.

-Tampoco te miraba como tal...

-¿Y como me mirabas? –Me encogí de hombros esquivando su mirada antes de que él agarrara mi cara impidiéndomelo. –Niah.

-No lo sé, Donn...

-Claro que lo sabes. –Me mordí el labio inferior nerviosa. –Solo que no quieres admitirlo.

-Puede que si... Creo que desde muy pequeña sentía algo hacia ti que no descubrí o no quise admitir hasta los trece años...

-¿Lo recuerdas?

-Claro. Nunca te lo dije, pero hice eso gracias a Roy. 

-¿El hijo de los Daxons? –Asentí mientras que él fruncia el ceño.

-Sí... Quiso besarme y yo...

-¿Qué quiso qué? ¡¿Por qué nunca me dijiste?!

-No fue importante, Donn. O sí... Ya te dije que gracias a eso descubrí mis verdaderos sentimientos por ti.

-Voy a matarlo.

-Que dices. –Reí dándole la vuelta para sentarme sobre él.

-Con razón nunca más quisiste jugar con él...

-Teniendote a ti no me hacia falta ningún otro. –Sonrió orgullosamente antes de llevar las manos a mi culo y apretarlo.

-Eso me gustó más. –Ahora la que sonrió fui yo antes de que la puerta de la habitación se abriera de golpe.

-¿Mami? Quiero desayunar.

-Ven aquí, enano. –Donnovan se incorporó para sentarse aún conmigo encima mientras que Misha se sentaba a nuestro lado.

-¿Por qué estás despierto tan temprano? –Pregunté al darme cuenta de que solo eran las ocho y media de la mañana.

-Tengo ganas de comer... ¿Puedo comer zumo de naranja?

-El zumo no se come, Mish.

-¡Pero se bebe! –Ambos reímos antes de que me sentara en la cama para que Donn se levantara.

Small MateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora