El timbre había sonado, y después de que Danny y Aria dejaran sus charolas en la cafetería, volvieron a clases.
Ambos estaban en sexto año, el ultimo, mejor dicho, porque en cuanto llegara diciembre, todos -o al menos un par- se graduarían y seguirían sus vidas separados, algo de lo que Danny, no se preocupaba, pues, él no tenía ninguna relación con sus compañeros, lo que le facilitaba separarse al final del curso.
Llegaron al laboratorio, bueno, si es que podría llamarse así.
Era una pequeña habitación, de menos de cinco metros cuadrados, donde todos estaban apretados, y había un solo vaso precipitado para preparar las soluciones. La Rebecca, era una de esas jovencitas, con un escote demasiado provocador y unos pantalones ajustados que llamaban la atención de hasta las mujeres.
Los chicos, babeaban en sus clases, pero Danny, él no se iba a dejar embobar por los "encantos" de la ahora nombrada por el "Profesora Hot". No, no, él debía sacar buenas notas, tener asistencia casi perfecta y no tener ningún tipo de problema, o su mamá le quitaría la Play, y eso no podía pasar.
El timbre volvió a sonar, solo faltaba una clase, una clase y por fin podría salir de ese lugar de locos.
Danny recogió sus cosas de la única mesada que había para los treinta que eran en curso y salió del laboratorio, con sus ojos buscaba a Aria, aunque había tantos chabones, que le era difícil localizarla.
Pero, aun así, Danny estaba tranquilo, los idiotas auto nombrados como "La Banda del Perreo" se habían ido a la enfermería con Andrés y no los había visto en el laboratorio, por lo que, estaba seguro que ellos no la molestarían a su nueva amiga, si es que podía llamarla así.
—Oye... —Escuchó detrás de él una voz tímida, y sabía perfectamente de quien era.
—Eu... —Saludó al darse la vuelta y ver a Aria.
—¿Querés seguir solo o venís conmigo y me decís tu nombre? —Preguntó tímida, mirando sus zapatillas converse azul marino.
Danny asintió sonriendo, y caminando hacia su árbol dijo:
—Me llamo Daniel, pero puedes decirme Dan —Comentó al llegar al gran sauce.
—Lindo nombre —Aria río.
—¿Qué pasa? —Le cuestionó al no entender lo gracioso del asunto.
—Nada —Dijo sin parar de reír.
Danny esperó un par de minutos a que su compañera se calmara y luego volvió a hablar.
—Entonces... —Comenzó apoyándose contra el tronco del árbol. —¿Me llevarás al bosque al que escapa Eduard? —Terminó, haciendo que Aria se sorprenda.
—¡¿Qué?! Exclamó abriendo sus ojos.
—Sé que hay algo raro en ese pibe, y como no hay una mierda que hacer en este pueblo, necesito entretenerme con algo —Se justificó.
—Dan yo...
—No puedes negarte después de lo que hice por ti —La interrumpió con una sonrisa ganadora.
—¿Excusemua? —Balbuceó ella sin entender.
—Ya sabes... Te salvé de eso imbéciles.
—No puedo creerlo —Musitó mirando hacia otra parte. —¿Asique porque me "salvaste" de un grupito de pelotudos te debo un favor? —Danny asintió. —Eres increíble —Ella suspiró y acompañada del sonar de la campana, se alejó de Danny.
—Uh está mina está re loca... —Comentó por lo bajo.
Danny caminó hasta su aula, se sentó en el último banco detrás de todos, y luego se acomodó para poder dormir un poco.
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Las crónicas del cliché ©
HumorYa nada será igual. Prepárense para una historia que les va a dar demasiado cringe. Llena de clichés les traigo una historia de humor argentino que rompe las barreras de todos los géneros. ¿Estás dispuesto a reír conmigo?