La campana emitió su sonido, haciendo que todo el curso se pusiera de pie.
—¿Qué hacen pendejos? —El director habló, estirando su mano hacia adelante en señal de que todos se detengan.
—Nos vamos a la mierda —Dijo Lucas.
—¿Discúlpame? —Contesto llevando su mano hacia el oído derecho.
—Me escuchaste, no te hagas el boludo —Protestó acomodando su mochila en el hombro.
—No se va nadie hasta que escuchen el castigo de Sánchez.
Y entonces, el sonido de todos quejándose se hizo presente.
—Pendejo, te vas a quedas hasta que el viejo que limpia termine —Sentenció.
—¡¿Qué?! —Exclamo abriendo sus ojos. —No, no puedo...
—Báncame... —Empezó el director llevando su dedo a los labios de Eduardo. —¿Yo te pregunté?
—No, pero...
—¿YO TE PREGUNTÉ? —Repitió alzando la voz.
—Déjame explicar...
—No te pregunté —Lo interrumpió.
—Váyase a cagar —Dijo dándose la vuelta y sentándose en su lugar.
Danny, sin dejar de mirar la escena, se rio.
Pero no fue hasta que todos salieron del aula, excepto Eduardo claro, que escucho una voz en su cabeza, una extraña, una que le decía: "Cuando te agarre, te voy a romper el orto".
Danny salió del colegio junto a toda la manada de chabones con las hormonas alborotadas, giró hacia la izquierda -como pocos- y siguió a paso lento hasta la esquina, donde se detuvo al ver a Aria observando un charco de agua frente a ella.
El, por alguna razón, sonrió y fue tras ella.
—Yo sabía que eras rara, pero no tanto —Comentó al estar más cerca.
Aria se voltio levemente y luego salto el charco, pero como era tan amarga, con la punta del pie pisó un poco y se RE CONTRA ENSUCIÓah que le pasaba.
—Ah, pero sos boluda —Danny volvió a hablar.
—Sóbamela pelotudo —Dijo con odio, los ojos del chabón se abrieron, jamás la había escuchado hablar de esa manera, bueno, en todo el día que llevaba en la escuela esa del orto.
—Eh, ké t paza améa —Su tono villero tomó por sorpresa a la joven.
—Por favor decime que esos boludos no te contagiaron...
Danny lanzó un gruñido, y sin responder, saltó el charco como un campeón y se puso frente a Aria, haciendo que ella se detuviera.
—Si estas tan enojada conmigo... ¿Por qué me ayudaste hace un rato? —Preguntó curioso.
—Para estar a mano —Respondió cortante.
—¿Qué? —Comentó desentendido.
—Vos me "salvaste" con la Banda y yo te ayudé con el director, ya no te debo nada —Terminó seria, empujó a Danny con su mano y siguió su recorrido.
Danny se quedó inmóvil, bueno posta no, ósea... Vos entendes, estaba re sorprendido entonces se quedó parado ahí un rato recalculando, bueno, el tema es que después se fue a su casa, todo medio riesgoso porque viste que él vivía cerca de la autopista y todo muy hardcore porque los autos le pasaban así re cerca como que lo querían matar, re que a nadie le importaba.
Ya en su casa... Merendó así porque la merienda es re importante y se fue a su pieza toda llena de cajas y boludeces a dormir, porque él era así, medio koala que duerme todo el día.
Pero la siesta no le duró mucho, porque al ratito el timbre -que pensaba que no funcionaba- sonó.
Al ver que su madre no estaba porque obviamente no tiene que estar porque si estuviera como que no tiene sentido que vaya él y no hay historia bueno.
Entonces Danny bajó por las escaleras que re rechinaban porque la casa era más vieja que Mirtha Legrand que cumplió años el otro día 🎉Felicitaciones Mirtha 🎉, noventa no es nada vamos por más 👏.
Bueno, el chabón llegó hasta la puerta y ya ahí la abrió así re brusco porque bruto siempre, todo esto para encontrarse a la Rubia, quien sostenía una bandeja con ravioles.
—¿Qué haces acá? —Preguntó re educado viste.
—Mi mamá me está rompiendo las bolas con que venga a traerles estos ravioles de bienvenida —Respondió normal, sin exagerar ni ponerle tono villero.
—Pera... —Danny recordó que ella había escrito su número en su mano y casualmente, también su nombre. —Ashley... ¿Por qué tu mama querría darnos esto? —Cuestionó confundido.
—Porque vivimos al lado —Sus palabras hicieron eco en sus oídos, ah como era que le hacía eco ni que estuviera en una iglesia o algo de eso.
—Eso es tan cliché —Comentó tomando la bandeja.
—Bueno... Mejor me voy, pero... Tienes mi número, cuando quieras, llámame —Dijo guiñando su ojo derecho.
Danny cerró la puerta con su pierna, así re como que la pateó e hizo el re ruido, bueno, dejó la fuente con la pasta sobre la mesa del comedor y volvió a subir las escaleras hasta llegar a su pieza, donde, a oscuras, se acostó en su cama.
Pero no fue hasta que escuchó el rechinar del placar de la habitación que se cago hasta las patas, había alguien más con él, y no precisamente una conejita playboy.
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Las crónicas del cliché ©
MizahYa nada será igual. Prepárense para una historia que les va a dar demasiado cringe. Llena de clichés les traigo una historia de humor argentino que rompe las barreras de todos los géneros. ¿Estás dispuesto a reír conmigo?