Parte V

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Narra Megan:

— ¿Puedo pasar?—preguntó nana y asentí sin dejar de mirar la ventana. –Tu mama preguntó porque no bajabas a desayunar—dijo. –Prometió no hablar de lo de la otra vez—añadió con diversión, pero no estaba para sus bromas. Tampoco estaba de humor para mi mama y sus peleas. En realidad no tenía humor para nada. Solo quería quedarme en la cama justo como ahora.

—No tengo hambre nana—dije y esta asintió saliendo de la habitación. Ella sabía que lo mejor era dejarme sola como estos días. Cuando yo me ponía así, ella sabía que lo mejor era dejar de insistir para saber qué es lo que me pasaba. Luego le contaría, cuando estuviera más preparada o lista para hablar de lo que me pasaba. Aunque no había mucho que hablar. Estaba con el corazón roto. Eso es algo común en los jóvenes de hoy en día ¿No? Pero estar con el corazón roto y decepcionada de esa persona y de ti misma no. Así me sentía ahora mismo. Estaba decepcionada de él, pero sobre todo decepcionada de mi misma por haber confiado en él. Por haber confiado en sus mentiras, en sus besos, en sus caricias. Por haberle confiado mi cuerpo, pero sobre todo mi corazón. Le confié mi corazón a un extraño porque eso era Riley. Un completo extraño para mí. No lo conocía, ni siquiera sabía si ese era su verdadero nombre o no. Había creído en un hombre que desde el primer momento me mintió. Un hombre que me hizo sentirme en el cielo y segundos después en el infierno. Un hombre que jugó con mi corazón, que me usó y luego me apartó. Yo debí haberle dicho que no, debí comportarme como una adulta y no como una chiquilla enamorada. Era doloroso saber que mi único error fue enamorarme. Fue confiar en él. Me sentía tan estúpida, tan tonta. ¿Cómo fui capaz de acostarme con un hombre que apenas conocía? ¿De decirle que lo amaba? ¿Qué tan estúpida me vi? Negué llorando. Ya no tenía caso seguir torturándome. Ya no importaba porque él estaba lejos de aquí. Y para ser honesta lo agradecía. Ya bastante difícil se me hacía dejar de pensarlo como para el colmo encontrármelo en cualquier lado. Aunque para que negarlo, lo extrañaba. Extrañaba verlo, besarlo, sentirlo. Extrañaba tenerlo a mi lado, pero eso no podía ser. Él era un maldito narcotraficante. ¡Un asesino! Tenía que mantenerme lo más lejos de él. Nunca debí meterme con él. He escuchado que a la vez que te enamoras o te metes con un narcotraficante quedas marcada por siempre. Es decir, le perteneces a él y a su mundo y eso significaba que podía morir por estar relacionada con él. Ese era mi miedo. Salir a la calle y que digan que soy la mujer de Riley y me maten. Me aterraba la idea y me maldecía por no haberme dado cuenta que no era ningún empresario. Era obvio que no lo era. Sus amigos, sus llamadas extrañas, las miradas de los demás, las putas hablándole. Todo ahora tenía sentido, todo encajaba perfectamente. Lo único que no encajaba era mi amor por él. Las ganas de olvidarlo y de dejar de pensar en sus caricias. Pero me era imposible y más al ver sus llamadas perdidas en mi teléfono. Quería creer que pronto se cansaría, pero no. No había parado de llamarme, de llenarme de mensajes y eso me estaba volviendo loca. Loca porque moría por contestarle, pero a la misma vez quería mandarlo al demonio. Era lo que se merecía por ser un maldito narcotraficante, imbécil, mentiroso y asesino. ¿Acaso creía que con un mensaje o una llamada iba a perdonarlo? Estaba muy equivocado. Volví al escuchar el teléfono sonar y dudé en contestar, pero sino lo hacía no iba a parar.

—Deja de llamarme—dije y este suspiró. Sabía que había hecho mal en contestarle, pero no iba a dejarme en paz. Además, quería volver a escuchar su voz. Tan estúpido como sonaba, lo extrañaba. Extrañaba su voz, extrañaba que me llamara princesita, simplemente lo extrañaba a él. Lo sé, era una completa tonta, ¿Pero que podía hacer? Lo quería. Quería a un asesino. A un maldito mentiroso narcotraficante.

—Tenemos que hablar—dijo cortante. Era increíble como yo estaba hecha pedazos y él estaba como si nada. ¿Es que acaso no le importaba? Al parecer no y no me sorprendía. Los chicos como él no le importaba nada. Era un asesino, ¿Qué podía esperarme?

Stone Love {Megan & Riley}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora