Cap 11

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-Bien.

Últimas palabras de Osorio antes de salir rápidamente buscando a Marina.

Ross estaba seguro de su desición. No había tiempo que perder, no podía decidirlo mañana, ni en dos horas, era ahora o nunca.

**

Pasando dos días, Ross ya podía caminar perfectamente. Sólo cicatrizes en su frente quedaban, pero no le afectaban en absolutamente nada, sólo le importaba el estado de Laura.

Marina llegó, con dos agujas llenas de un líquido transparente. Ross sabía que había llegado la hora.

Ross permaneció a su lado.

-Estuvo bien que decidieras así de rápido. Es lo mejor para Laura.

-Sentí que no tenía sentido viéndola postrada en una cama inmóvil.

-No lo tiene. -sonrió leve-. Se me olvidó decirte que Laura sólo sufrirá una pequeña convulsión y se quedará dormida... Para siempre.

-¿Convulsión? -se preocupó. Miró a la pálida Laura y luego a Marina-. ¿Dijiste convulsión?

Marina se notaba nerviosa.

-Lo siento, no te avisé, estaba ocupada en otros pacientes.

-Hazlo ya, ¿quieres?

Marina asintió.

Las agujas eran jodidamente gigantes, eran de un grosor de dos dedos. Con razón tendría convulsiones.

Sacó la aguja del lugar donde a la castaña le inyectaban suero, para colocar la aguja entera en su vena sobresaliente.

Marina miró a Ross. En su mirada podía notarse inseguridad, su mano temblaba, pero el rubio asintió para que lo hiciera de una vez.

Lo hizo.

Apretó rápidamente la aguja y el líquido se inyectó de la misma manera.

Ross esperó la convulsión, nunca llegó.

-¿Y la convulsión?

La ojiverde lo miró indignada. Ross comprendió y sólo entrecerró los ojos listos para cerrarlos apenas Laura comenzara a sufrir esos movimientos perturbadores.

Marina inyectó rápidamente la segunda inyección de líquido.

Los movimientos no demoraron más de veinte segundos en llegar. Comenzó a moverse.

Se movía epilépticamente, para un lado, tosía sangre, sin saber de dónde y cómo, luego para el otro lado. Ross cerró los ojos y abrazó a Marina poniendo su cabeza en su cabello. Ella lo abrazó de la misma manera, besando su cabeza inconscientemente.

Laura se detuvo. La máquina de latidos emanaba un sonido agudo y en la pantalla sólo salía una línea verde recta. Éste era la señal.

Ross salió de la comodidad de Marina y vio a Laura con su cabello desordenado, sus ojos abiertos como platos, sus manos en puño, sus piernas abiertas; era lo más desgarrador del mundo verla así. No lo soportó y se lanzó encima de Laura, besando bruscamente sus labios, con sus manos golpeando u pecho para ver si reaccionaba, mordió su labio, pero ya era demasiado tarde.

Un grupo de enfermeros llegó con las mismas planchas que utilizaron una vez en Laura. Pero se detuvieron y bajaron su cabeza viendo la pantalla de la máquina y la línea verde, y Marina con la cabeza baja, sin mencionar las agujas.

-¡Hagan algo! ¡Por favor! -gritó. Sus gritos eran desesperados, pero ya era demasiado tarde, lo que hizo ya no tenía vuelta atrás. Por dentro supo que era lo mejor para ella, pero le costaba aceptarlo, le dolía tener que hacerlo.

Los enfermeros no hicieron nada, Ross miró las aguja y supo porqué. Abandonó la habitación corriendo, bajó al lobby del hospital y al lado del baño había medicamentos. Tomó uno que decía morfina, otro que decía carbón, y dos cajas de sedantes. Corrió desesperadamente con los medicamentos en mano, pero por suerte Marina lo siguió y lo detuvo botando al suelo los medicamentos.

Marina no pudo evitar sentirse mal por él, viendo sus ojos de avellanas cristalizados y rojos, sus labios estaban abiertos como si quisiera gritar y no pudiera. Sus ojos sólo la miraban a ella, supo qué hacer.

Se iba a tirar al suelo a llorar, pero la ojiverde pudo sostenerlo y caer al suelo suavemente abrazados.

-Tranquilo, estás conmigo, Ross...

-¡No! ¡Mi Laura! ¡Mi Laura! -extendió el grito hasta que llegó a un sollozo en el que tuvo que tomar la mitad del aire de la tierra para poder gritar y aferrarse de Marina.

-Hiciste bien, rubio, hiciste bien.

Acariciaba su cabello intentando calmarlo, la gente a su alrededor se compadeció y a más de alguna se le escapó una lágrima.

Luego, en la televisión apareció la noticia que remató el mal momento de Ross.

Últimas noticias! Laura Marano, la famosa chica One Star ha muerto en nuestro hospital Central. Las causas serían que se contagió de Herimedia, la enfermedad terminal que terminó con Courtney Eaton, ex-novia de Ross Lynch, y ahora con Marano. Lamentables noticias".

Ross no pudo soportarlo.

-¡Apaguen esa mierda! ¡Ahora!

Marina enseguida volvió a poner la cabeza de Ross en su pecho y acariciar su cabello para calmarlo, funcionó, y volvió a abrazarla y llorar.

Apuntó la televisión y miró a la secretaria, quien desde la computadora dio algunos clics para que la Televisión se apagara.

La voz de Ross estaba ronca, y desgastada como si hubiera gritado en un concierto.

-¿Qué pasa? ¿Nos llamaron? -habló una guardia mirando a la secretaria.

Marina miró a la guardia y a su acompañante que venían con una pistola de esad que descargan leve electricidad sobre las personas para aturdirlas.

-¡No! ¡No hizo nada! -la ojiverde defendió y se giró poniendo a Ross detrás suyo, sin dejar de abrazarlo.

-¡Me gritó e insultó! -gritó la enfermera en su defensa.

-¡Qué mentirosa! Oficial, mire las cámaras de seguridad y compruebe que éste rubio no hizo nada como para que apliquen esa pistola.

-¿Qué? ¡No Marina! Si los llamé fue por que en verdad es necesario, nunca los he llamado de esa manera para una cosa innecesaria, ¿o si?

-No -cedió el acompañante de la guardia.

-Revíselas, la secretaria no tiene pruebas para demostrar que Ross hizo algo...

-Señorita muestre las cámaras.

Marina sonrió victoriosa.

Los oficiales revisaron el computador, revisaron las cámaras para luego acercarse a la pareja en el suelo.

-Te debo una disculpa Marina.

Asintió y Ross se separó de ella. Lo único que quería es irse a su casa, y olvidar lo que hizo con Laura. Sólo quería estar solo por un segundo y analizar lo que estaba pasando.

Salió del hospital corriendo, sin antes sonreírle a la hermosa Marina que agitaba su mano en forma de despedida.

Caminó hacia la parada de buses y esperó el de color morado, que le recordó a las desagradables heridas de Laura.

Subió sin pagar ya que el bus ese día tenía oferta gratis, y se sentó en el último asiento.

-¿Ross?

La voz de Calum y su mano en su hombro lo hicieron mirar.

-¿Calum? ¡Calum! -gritó sollozando y abrazando a su pelirrojo amigo.

-¿Qué te pasa?

Calum accedió a su abrazo y daba suaves palmadas en su espalda fría.




ONLY MY FANTASY; rauraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora