Después de tomarme lo que encontré para el dolor, darme un baño caliente y evitar a toda costa que Dolores supiera lo que me pasaba, abrí el Libro de los Secretos y leí lo último que Leo había escrito. Decía que tenía un dolor en el centro del cerebro. Eso no sonaba demasiado romántico. Mi dolor estaba en el centro de mi pecho. Yo quería quitarle su dolor, pero tenía que estar con él; él tenía que dejarme. Frases sueltas de nuestra plática se repetían en mi cabeza: Leo me estaba volviendo loca con su ir y venir... "te encerraría por siempre en un castillo embrujado"... "nuestros monstruos"... "prenderse en llamas, destruirnos a los dos". Al fin aceptaba que teníamos algo en común: los monstruos. La noche. Leo quería que yo fuera día mientras él era noche y yo no podía aceptar: aunque el día y la noche vivieran pegados, sólo se besaban los labios al anochecer y al alba.
Me acomodé en la cama, sintiendo cómo mi vientre se apretaba y se relajaba, se apretaba y se relajaba.
-¿Estos son los dolores de la adultez? -le pregunté al cólico en voz alta-. Pues no tengo miedo, he sufrido peores cosas. Soy una mujer, y soy noche como tú, Leo.
Me puse a escribir.
SOMOS NOCHE
Desdóblame de adentro hacia fuera, como a un suéter viejo, y verás que mis puntadas son una telaraña, que mis hilos son filosos, que mi tela es oscura
Visita mi armario mientras duermo y verás que mis monstruos son verdaderos, que tienen dientes y garras, y que quieren estrechar tu mano
Ábreme los brazos, ábreme el abismo, porque sabes que caeremos juntos
Ciérrame los ojos, bórrame la infancia, no me hagas seguir tus huellas
Somos noche y tu corazón lo sabe
Somos noche y el Destino no espera
Somos noche y así ha de ser...
Que nos encuentren abrazados,
y en llamas,
al amanecer.
*
EL HOYO NEGRO
¿Qué es un hoyo negro, en una definición para personas iletradas en las ciencias astronómicas?
Un hoyo negro es una constelación de involuciones estelares. Es el conjunto de las energías más destructivas que existen en el universo. Es el vacío más absoluto. Es una aspiradora de luz y meteoros. Arranca a estos objetos pero no devuelve nada, no aporta nada. Los succiona y entonces se vuelven uno con el vacío. ¿Pero qué implica volverse uno con el cero? Por que el hoyo negro no se alimenta de la vida que arranca. No requiere de los objetos que succiona para sobrevivir. No se beneficia de ellos. Los arranca y los convierte en vacío, ésa es su gran fuerza: la involución, la regresión. Convertir el uno en cero.
El hoyo negro es la esencia de lo pasivo-agresivo. Solo no hace nada: no se transporta a un lugar para apoderarse de algo. No hace colisión con nada. No saca planetas de órbita. ¿Qué hace, entonces? Se consume a sí mismo en el más perfecto ciclo de autodestrucción que se pueda observar en el universo. Al transformarlo todo en nada, alimenta su propia nadez de más nadez continuamente, convirtiéndose así en lo más cercano a un infinito, un infinito más total que la existencia, que los ciclos planetarios y que las vías lácteas o vegetales. El hoyo negro se ennegrece cada vez más, lo cual equivale a existir cada vez menos, a ser más una nada, más nada cada vez. Y, al mismo tiempo, mientras su esencia de negrura se reproduce, existe cada vez más tangiblemente, es más de sí mismo mientras más vacío consume. En resumen: el hoyo negro se vuelve más negro por que su existencia pasa continuamente por el filtro de su propia negrura.
Y he aquí lo más triste acerca de este antihéroe galáctico: antes de ser esta increíble fuerza destructiva, el hoyo negro era ni más ni menos que una estrella. Alguna vez, hace millones de años, esta estrella ardía en una mágica explosión imparable de hidrógeno y poderosos químicos, lanzando llamaradas en lo que fue el más hermoso desfile de luces y actividad. Y un buen día, su combustible se terminó. Algunas estrellas, cuando esto sucede, se apagan lentamente. Otras se niegan al desvanecimiento pacífico y modesto, e intentan un último proceso, un último juego de reacciones químicas que les supondrá el fin. Estallan con gran pompa y después su centro sufre lo que se llama un colapso gravitatorio completo. Entonces, toda la masa de que se formaban se contrae, formando una esfera compacta y densísima. Y esta esfera es el hoyo negro. Esta transformación es tan increíble como trágica: la estrella, como reacción a su propia crisis nuclear, se ha vuelto su propia antítesis. La más contundente expresión de luz se ha tornado en la más absoluta oscuridad.
¿Y qué hay de los seres arrancados? ¿Por qué les pasa esto? Hay muchas razones por las que llegan a este fin tan total. Puede ser que hayan estado volando o flotando despreocupadamente, y antes de que se dieran cuenta, hayan sido arrastrados y consumidos por la nada. Puede ser que, habiendo oído de los riesgos de un hoyo negro, hubieran pensado que era una exageración, que ellos podían volar cerca sin ser destruidos. Y, por último, también puede ser que nunca antes habían visto una cosa así, y que hayan querido entender qué era. No sé si exista el caso de un astro que haya realmente amado la esencia de un hoyo negro, y que haya pensado que podía cambiarlo con su luz, convertir el cero en uno, en vez de viceversa, y que con esa intención se haya sumergido en el vacío. No descarto la posibilidad.
Pero después de todo, sólo hay algo igual de absoluto que el absoluto que representa el hoyo negro: los objetos que flotan a su lado se ven irremediablemente atraídos hacia él.
Puede ser una simple confusión, puede ser, pensando inocentemente, que el astro haya confundido el magnetismo destructivo que le provocaba el hoyo negro, con una fuerza de gravedad agradable y mutuamente beneficiosa. Pero más probablemente es una irracional curiosidad por el negro, una atracción sensual, fatal, hacia el caos. La otra cara de la moneda del instinto de supervivencia.
Y yo necesito que sobrevivas, NIÑA linda.
Ni siquiera así, acompañada del "linda", podía tragarme la palabra "niña". Y menos en sus agresivas mayúsculas. A Leo se le había zafado un tornillo, botado la canica, se había chalado, etcétera. ¿De dónde había sacado toda esa locura de las estrellas y los hoyos negros? Lo investigué en internet y todos los datos científicos parecían ser ciertos. No soy estúpida, entendí que él era el hoyo negro y yo la estrella que se iba a comer. Él creía que no, pero yo entendía todo. Tuve que buscar algunas palabras en el diccionario, pero el mensaje era muy claro: "Yo voy a destruirte, porque no sé hacer otra cosa, y tú eres una inocente estrellita que no sabe en lo que se está metiendo. Una idiota irracional que tiene una atracción sensual, fatal, hacia el caos. Si sabes lo que es bueno, te alejarás de mí". Pues ¿sabes qué, Leo? No sé lo que es bueno. Nunca lo he sabido. Lo más bueno de mi vida eres tú.
¿Por qué Leo se veía a sí mismo como un huracán que destruiría todo a su paso? Por engreído, pensé, porque se da demasiada importancia. Ha visto muchas películas y leído demasiados libros y le suena interesante ser eso, el hombre más viejo y más herido que le dice a la niña inocente: No te enamores de mí, sólo te lastimaré. Pero yo no soy una niñita boba; veo todo y entiendo todo y siento todo. No le tengo miedo a tus "involuciones" ni a tu "nadez".
"Y yo necesito que sobrevivas"... ¿Qué sabes tú de lo que yo necesito para sobrevivir? Tal vez soy una estrella que no pertenece a su Vía Láctea y que quiere conocer ese negro misterio, tal vez sólo así podrá respirar y sobrevivir. ¿Quién dice que no hay felicidad en el abismo?
Claro que todo esto lo analicé unos días después de haber dejado el diario en nuestro escondite, con la siguiente respuesta:
Al carajo con tus pendejadas de astronomía. Te apuesto que cuando tú tengas 80 años y yo 74, vas a seguirme diciendo que soy una niña. Vete al carajo.
*
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CARBÓN
Ficción GeneralUna historia de amor, locura y salvación en blanco y negro: sin medias tintas.