Clary y Frank, mis padres biológicos, eran dos personas cultas e inteligentes capaces de ejercer de maestros tanto de un instituto como de una universidad. Sin embargo, preferían darle clases a su hija de cinco años. Indudablemente, jamás me hubiese atrevido a poner en cuestión sus métodos atípicos puesto que solía comprenderlos con facilidad. Ya podían hablarme de física subatómica que yo era capaz de entender hasta el detalle más complejo. "Una chica espabilada", me solían decir ellos.
Por alguna extraña razón no quisieron que asistiera a ningún centro educativo hasta los 13 años. Que fue la edad en la que comencé a comprender que debía relacionarme con más gente a parte de mis padres y la panadera a la que le compraba las baguettes todos los días. Así pues, tras insistir con cara de gatito hambriento y debatir mis argumentos con mis padres durante varios meses ellos se emblandecieron y me apuntaron a uno de los pocos institutos que había en Coupeville. Fue ahí cuando descubrí que no era muy buena a la hora de mantener una conversación fluida y mínimamente agradable con alguien de mi edad. Por lo que podícontar los amigos que tenía con los dedos de una mano y me sobraban los cinco. Supongo que uno de los principales problemasera yo. Era incapaz de comportarme como el restode los adolescentes. Salir todas las noches a escondidas demis padres para salir a bailar con mis amigos, beber alcoholo tener un carnet falso. Quizás una de las razones fuese que jamás le vi la gracia a todas esas cosas que al fin y al cabo sólo son divertidas en su momento, pero las consecuencias, por lo general, suelen ser devastadoras.
Muchas veces, mis compañeros de clase me llamaban "la inadaptada". Pero de algún modo u otro, aquello no me ofendía. A lo mejor porque era una tontería enfadarse por algo que ni si quiera merecía la pena ya que al fin y al cabo quien fuese el que se inventó ese nombre tuvo que perder tiempo pensándolo. Tiempo que podría haber estado invirtiendo haciendo algo de provecho, como por ejemplo pensar en qué hacer con su futuro. Nadie se gana la vida inventándose nombres estúpidos para reemplazar los existentes.
Prefería pasarme horas y horas leyendo a tener que soportar ver como alcornoques habían acabado haciendo shows para la televisión para una audiencia incapaz de discernir entre lo que era un buen programa documentado y rico en conocimientos a uno lamentable e incapaz de aportar cualquier tipo de educación y lleno de imágenes bochornosas. Adoraba la lectura, cosa que los jóvenes de hoy en día piensan que es una forma de perder el tiempo ya que es mejor ver la respectiva película basada en algún libro que el mismo libro. Cuya razón, según yo, era incomprensible.
Otra de las cosas que me hacían totalmente divergente a los demás era mi afición por la música clásica. Cuando tenía 8 años, recuerdo haberles pedido a mis padres una viola, jamás fui a clases. Aún así, sabía cómo tocarla y según mis padres, al tocar, de mi viola salía un sonido reconfortante para el oído. Tiempo después, quise tocar el piano y otros muchos instrumentos. Siempre tocaba música clásica y mi profesora de música lo sabía, así que me propuso tocar delante de todo el instituto en un concierto. Yo acepté ingenuamente al creer que los alumnos de aquel instituto se pudiesen interesar por un espectáculo que no fuese grotesco y en el que no se mostrasen más partes físicas de las debidas o no hablasen de ciertos actos que a la edad de 14 años hubiese preferido desconocer los detalles. Detalles que mis compañeros de clase ya habían experimentado. Evidentemente, aquello no fue posible. Es probable que en el acto guardasen silencio, pero simplemente estaban pensando en formas nuevas de llamarme. Era todo un misterio la razón por la cual no se decidían a llamarse por los nombres que en un pasado sus padres, con toda la ilusión del mundo, se habían decidido a ponerles.
Las compañeras de mi clase, como la gran mayoría de adolescentes, se echaban en la cara varias capas de maquillaje para asistir a clase y se vestían con ropas extravagantes, cortas y de telas transparentes para poder llamar la atención de los chicos, obviamente lo hacían. Llamaban la atención de los alumnos, de los profesores y del personal de limpieza.
![](https://img.wattpad.com/cover/97789862-288-k540091.jpg)
ESTÁS LEYENDO
FIN
Bilim Kurgu¿Alguna vez habéis sentido como vuestro pecho se llenaba de fuego? Yo sí, y lo llegué a sentir con tanta intensidad que el fuego se propagó. Todo estalló, se convirtió en cenizas. Y cuando creí que el fin era inminente volví a sentir el fuego ardien...