Jev abrió la puerta principal y entré tras él. Cuando me adentré en el pequeño jardín delantero, sentí como si hubiese atravesado alguna especie de cortina invisible. La sensación me aturdió y miré a mi espalda. Jev advirtió mi desconcierto.
-No pasa nada, sólo es la barrera.
-¿La barrera?
-Es una especie de muro invisible e impenetrable contra los Inimicus y fuerzas demoníacas indeseadas. Hay muy pocos lugares en el mundo protegidos por esta preciosidad; está hecho de un material escaso y muy difícil de conseguir.
No entendí nada, pero a Jev pareció importarle poco, así que asentí.
Cruzamos el patio y él abrió la puerta principal de la casa para dejarme pasar.
La entrada daba directamente a un gran salón. El suelo estaba hecho de grandes baldosas negras y blancas, como un tablero de ajedrez gigante. A mi izquierda estaba colocado un cómodo diván negro con dos sillones a juego, uno a cada lado. En frente de este había una pantalla de televisión gigante que estaba encendida. La pared a ambos lados de la puerta estaba hecha totalmente de cristal que dejaba a la vista todo el paisaje exterior.
A mi derecha, vi un sofá blanco y una mesita delante. Al fondo, a la derecha, había una entrada sin puerta que daba a un amplio pasillo y a la izquierda una puerta cerrada. La estancia desembocaba en una majestuosa e inmaculada escalera de mármol.
Las paredes eran de un gris sobrio y no había ni una sola fotografía de quién fuera que viviera allí. Pero sí que me fijé -era difícil no hacerlo- en algunas armas colgadas en las paredes: hachas que parecían de la época medieval, alguna especie de sierra, mazos cubiertos de pinchos, dos espadas cruzadas con los filos desgastadísimos, un escudo con una esquina cortada limpiamente, algo parecido a un collar de pinchos hecho de plata... Parecían muy viejas, algunas estaban ligeramente oxidadas, y otras relucían cómo vajilla recién comprada. No hacía falta ser un experto para darse cuenta de que estaban colocadas de tal forma que parecían trofeos.
En ese momento -demasiado tarde- la vocecita me hizo entrar en razón ¡¿Qué demonios estás haciendo aquí?!
Lo peor es que no tenía ni idea.
En el mismo momento en que consideraba mis posibilidades de huida (más bien pocas, ¿has visto lo fuerte que está este tío? No quieres ni imaginarte lo que podría hacer si se hiciera con uno de esos juguetitos que tiene colgados.), vi, de reojo, a alguien sentado en el diván negro que se giraba hacia nosotros cuando Jev cerró la puerta a mi espalda (tarde, bonita). El del diván apoyó un brazo en el respaldo y nos dio un buen repaso, avaluando al situación.
-Hey, ¿cómo te...? Vaya, vaya... -murmuró al mirarme e hizo una infantil mueca de satisfacción. Saltó por encima del mueble para ponerse en pie y exclamó, canturreando como un niño cuando intenta salirse con la suya- ¡MARIE! ¡Jev ha traído un Sujeto Femenino No Aprobado a casa! ¡Te dije que no había ido de caza! "Qué valiente que es mi niño, siempre arriesgando su apreciada vida por el bien de todos" -imitó una voz femenina muy aguda. Rió alegremente y volvió a dirigirse al aludido- De esta no te libras. Está de muy mal humor. El General ha vuelto a envi...
Jev, rápido como un rayo se acercó al chico de una zancada y le rodeó el cuello con un brazo, inmovilizándolo. Con la otra mano le restregó los nudillos por la coronilla, riéndose.
-Buen intento, pero la próxima vez infórmate un poco, pedazo de cabezota -finalmente lo soltó-; créeme, a ella la aprobará.
El otro chico, se incorporó tratando de arreglar la maraña de color castaño en que se ha convertido su pelo, que le cubría parcialmente la frente, y me dedicó una inclinación con la cabeza como saludo. Sus ojos eran azules, no como los de Jev, sino de color cielo. Parecía tener mi edad, tal vez unos dos años menos que el otro, estaba en buena forma y era alto, aunque Jev le sacaba unos centímetros. Si te fijas mucho en sus rasgos, estos -aunque muy ligeramente- se parecían a los de Jev, pero habían demasiadas diferencias evidentes entre ambos que impedían verlo.
ESTÁS LEYENDO
Los Guardianes I: Alas Blancas
Fantasy"¿Crees en los ángeles?" Ashley Blowfire no se ha planteado esta cuestión hasta que conoce a Jev Ravenhill, el mismo individuo que la arrastra y la sumerge en la despiadada vida basada en las continuas luchas entre seres angelicales y demoníacos . E...