Capítulo 1
Suspiré perezosamente mientras terminaba los deberes de Lengua. Por mi habitación fluía una baja melodía, un leve murmullo en comparación como suelo es cuchar la música (a todo volumen).
Mi cuarto era el único lugar de toda la casa en el que podía estar sola y tranquila. La habitación estaba compuesta por mi cama, donde yacía yo, un escritorio y una enorme estantería repleta de libros y al lado un inmaculado piano de cola negro. MI piano. Me lo había regalado mi padre. Antes de morir.
Cuando pasó, yo aún era pequeña. Tenía siete años. Cuando los había cumplido, mi padre me regaló el instrumento. Dijo que se encargó personalmente de que estuviese hecho a mano del mejor luthier. Su sueño siempre fue enseñarme el arte de la música. Quería enseñarme él mismo, pero ya sabes, eso no se puede hacer cuando te has muerto en un accidente.
Desde entonces mi vida se ha ido bastante a la mierda. Cuando ocurrió el accidente (hace diez años), mi madre, Miranda, se había deprimido y desde entonces está bastante... amargada.
Me dirigí impacientemente hacia mis sagrados estantes y escogí el libro que había dejado a medias. Me tumbé de nuevo en la cama y abrí el libro para retomar...
-¡Ashley! Baja a comer - oí gritar a mi madre desde el comedor.
Volví a suspira, frustrada. Con un quejido, me levanté y guardé el libro, prometiendo en silencio que volveré a por él, y bajé las escaleras.
- Josh te ha llamado hace un rato - me dijo cuando llegué a la cocina.
- ¿Qué quería?
- ¡Y yo qué sé! ¿No dices que no quieres que me meta en tu vida?- replicó sarcásticamente.
- No, mamá, yo solo digo...
-¡No me repliques, Ashley! ¿Cuántas veces te he dicho que odio cuando te comportas como una niñata malcriada?
Guardé silencio. Era lo único que podía hacer en estos casos, aunque se me ocurrió un millón de réplicas sarcásticas. No importaba. Miranda era un caso perdido. Intenté hablar con ella, explicarle cómo me siento, pero hace años que he dejado de intentarlo, de tratar que vuelva aquella amable madre que me curaba los arañazos de la rodilla cada vez que me caía y me decía dulces palabras tranquilizadoras.
- Te lo advierto, niña, no me irrites hoy, ¿entendido?
No le respondí.
-¿Entendido?- volvió a repetir severamente.
- Sí- respondí obedientemente.
-Bien, porque estaré fuera durante unos días. Ya sabes, cosas de trabajo.
Yo sabía que con "Ya sabes, cosas de trabajo", Miranda pasaría días en un hotel de lujo en otra ciudad, se emborracharía en un casino y se enrollaría con algún cuarentón pijo y con pasta. Pero no protesté. De hecho, me alegré. Era todo un lujo poder quedarme sola en casa haciendo lo que quiera sin que mi madre me grite cada dos minutos.
Miranda se fue a su cuarto y yo cogí el plato de comida y me fui al comedor. Recogí mi móvil y miré a mis llamadas perdidas. Efectivamente, Josh me había llamado.
En realidad, no tengo muchos amigos de verdad. Sí conocidos, pero ni amigos en los que confiar pase lo que pase. Solo dos, Melissa y Josh, pero tengo más que suficiente. Como mi familia no es precisamente perfecta, mis amigos siempre tuvieron importancia para mí. Josh y Melissa siempre estaban allí cuando los necesitaba y ellos contaban conmigo para lo que fuera.
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Los Guardianes I: Alas Blancas
Fantasi"¿Crees en los ángeles?" Ashley Blowfire no se ha planteado esta cuestión hasta que conoce a Jev Ravenhill, el mismo individuo que la arrastra y la sumerge en la despiadada vida basada en las continuas luchas entre seres angelicales y demoníacos . E...