Prologo

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"Voy amarla por todos los hombres que la amaron, los que quisieran amarla, y por los pocos que amó. Pero más que nada voy amarla por los que no la supieron amar como yo la amo"

-Brando. Pensamientos de Luc

Desde sexto año me había parecido la niña más bonita que existía con su cabello castaño oscuro y sus ojos cafés tan sencillos. Era muy tímida, no hablaba con nadie, pasaba el día entero metida en sus deberes.

Cuando estábamos en 8vo grado mi hermana Margot se hizo amiga de ella. Ahora estaba en casa casi todos los días y jugaba con nosotros. Me parecía la cosa más linda que el mundo hubiera creado.

Mi hermana Margot y Thomas (mi mejor amigo desde el kínder) se cansaron de los bravucones de la escuela. Comenzaron una especie de alianza con otros chicos y empezaron a vengarse de ellos. Ahome y yo nos manteníamos lejos de todo.

—¿Te parece bien lo que ellos hacen? Digo golpear a las personas por venganza—pregunté

—No, me parece una pésima idea. Pero lo único que podemos hacer es mantenernos al margen.

Recuerdo tan bien esas palabras, ella quería mantenerse lejos de todo eso, quería ser feliz. Estudiar y ser alguien. Sus sueños eran maravillosos. Ella era maravillosa. Hasta que alguien se burló de su nombre y la insultó. Ahome no era para nada vengativa, pero desde aquel día una chispa de odio se encendió bajo esos maravillosos ojos cafés. Thomas se aprovechó de eso e hizo que Ahome se uniera a él y su séquito.

Cuando entramos a décimo grado, Ahome y Thomas se hicieron novios. Era una relación muy linda y para ese momento me di cuenta de que siempre había estado enamorado de ella. Pero la había perdido, claro que eso no hizo que dejara de quererla. Por cosas que no puedo explicar empecé a quererla más y más, décimo grado se convirtió en un calvario para mí.

—Te amo— dijo Thomas

Ahome estaba agazapada en el suelo con la boca reventada. Una mano en su vientre. Quise entrar y gritarle de todo a él, me sentía impotente mirando desde el umbral, pero no podía, Margot me tenía sujeto de mi chaqueta.

Otro golpe resonó en la habitación.

—La va a matar Got—dije más que preocupado. 

—Eso no es problema nuestro.

Thomas salió con cara triunfante, pero no dijo nada, solo se fue al salón. No tuve que pensarlo dos veces y me acerque a Ahome.

—Hey, vamos, arriba.

Ella me dedico una sonrisa. Siempre tenía esa sonrisa hermosa aún cuando la situación no lo ameritaba.

Los golpes aumentaron y lo que comenzó como un simple juego de 8vo grado ya era una pandilla, con estúpidas reglas y peleas. Era increíble como Ahome había aprendido a luchar, tenía un carácter duro, pero no lo suficiente para enviar a la mierda a Thomas.

El día de la graduación él la dejo tirada.

—¿Vamos a casa?—preguntó

— ¿A la tuya o la mía?

—La mía— respondió

Su casa estaba vacía, no había nadie. La acompañe a su habitación y ella se me lanzo para besarme. Al principio me puse rígido, pero luego me dejé llevar. Porque Dios, la amaba, había fantaseado con este momento por mucho, mucho tiempo en mi vida. Ahora estaba sucediendo y yo era realmente feliz.

Puse mis manos sobre su cintura y su cuerpo se tensó sobre el mío. Dejándonos llevar por el momento la lleve a su cama y allí nos tumbamos, sin dejar de besarme ella me quitó la chaqueta y comenzó a desabotonarme la camisa.

—¿Estas segura?—pregunté. Hacia años había perdido mi virginidad, pero sabía muy bien que ella no

—si— susurró contra mi boca.

Tuve luz verde y pasé mis manos por sus muslos para luego quitarle el vestido. Me quité mis pantalones y rápidamente me puse sobre ella, luego muy lentamente la penetre. No quería lastimarla, quería hacerla feliz. Nuestros movimientos eran rítmicos, apasionados pero románticos, no era como tener sexo con alguien, esto era mucho más. Ahome no tenía experiencia, pero lo hacía como una diosa. La penetre varias veces y ella ahogaba gritos, que más tarde se convirtieron en gemidos . Así continuamos hasta que nuestras energías se acabaron por completo, mientras la luna se colaba por la ventana y el amor de mi vida descansaba tranquila sobre mi pecho.

Pasaron otros dos años y Ahome seguía con Thomas, aunque lo de nosotros seguía en pie. Ella había intentado dejarlo, pero solo conseguía golpes y la última vez duro hospitalizada 3 días. Sabía que ella me amaba, pero por su vida no podría hacer nada para dejar a ese hijo de puta.

La estaba esperando en el parque de siempre. Llevaba un pantalón negro y su chamarra negra. Era hermosa, pero hoy estaba más hermosa, me encantaba verla vestida de negro, porque sabía que era ella misma. Cuando se acercó más pude ver que su cara denotaba preocupación.

— ¿Cómo estas amor?—Dije saludándola

—Tienes que irte lejos—por su precioso rostro comenzaron a caer lagrimas—Thomas se ha enterado de todo ya sabes cómo es él. Te amo— tomó mi rostro entre sus manos y me beso con una intensidad no propia de ella, solo me besaba así cuando algo iba mal— por favor vete.

—No me voy a ningún lado sin ti— le pase el casco de repuesto— vamos a dar un paseo

Ella asintió y se subió a la moto. Le encantaba dar paseos en ella. A medida que avanzábamos su hermosa carita estaba más tranquila y eso me brindaba tranquilidad a mí. Dios como la amaba.

Mientras conducía por la autopista pude ver un par de motocicletas que nos venían siguiendo, entre más avanzaba, las motocicletas se acercaban más a nosotros. Ahome me apretujo contra ella, de nuevo estaba llorando. Una de las motocicletas me embistió casi haciéndome perder el equilibrio,estuve a punto de tocar el suelo, pero logré mantener la moto en marcha. Todo hasta que un par de luces brillantes aparecieron de una calle y todo mi mundo se puso en negro.

Dicen que cuando vas a morir toda la vida pasa por tu cabeza, todo lo que se ha vivido hasta ese momento, pero entonces lo único que pasó por mi cabeza fue ella. Desde el primer día en que la vi, hasta hoy, y así pude confirmar una vez más que ella era la felicidad de mi vida. Mi deber en este mundo había culminado, pero era tan feliz, porque hasta el último momento ella estaba conmigo.

—Despierta por favor. No me dejes. No ahora

Oía su llanto y no quería irme viéndola así. La quería ver reír y siendo fuerte. Abrí mis ojos.

—Mi hermosa, prométeme que lo vas a dejar... — cada palabra me costaba demasiado— vas hacer feliz y te vas alejar de esas pandillas.

—Lo juro por ti y por mí—dijo ella llorando aún. Sus lágrimas no cesaban.

—Vamos amor mío. Sonríe. Regálame tu última sonrisa.

— ¡No! Esta no es la última que vas a tener.

Tenía en la cara varias manchas de sangre y uno de sus pómulos estaba reventado.

—Por favor. Una última. Déjame irme en paz

Ella no hacía más que llorar y llorar, solo negaba con la cabeza. No podía irme y dejarla así. Como pude pasé una de mis manos por su cara. Y entonces allí estaba esa sonrisa hermosa, esa de la que me había enamorado desde 6to grado. Allí estaba la única mujer que amaría en mi vida.

—Te amo—susurre y entonces ella me beso

—Yo también.

Cerré mis ojos y fui consumido por la oscuridad, Solo me quedaba ver a Dios y agradecerle por haberme hecho feliz durante todos estos años, por dármela a ella y rogar para que desde el cielo pudiera ver como se enamoraba y era feliz.

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