CAPÍTULO 21: El mejor día

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Cuando era niña esperaba con ansias cada 16 de noviembre. Era mi cumpleaños y el día mas feliz de mi vida. Ser el centro de atención para todos era lo que mas me gustaba, mi pastel de cumpleaños y los muchos regalos que llegaban ese día. Hace un año eso días perdieron color debido a la muerte de Johen, para mi este día seria tan solo un día más, un día más que tendría que sobrevivir.

Lo mas cruel y poco deseoso es que debía ir a trabajar y me esperaba una maravillosa clase de matemáticas.

La casa estaba totalmente desierta y era lo mejor de todo porque podía poner a todo volumen mi exquisita música. La primera canción que puse en el equipo de sonido fue "I wount out" de Helloween. Era una de mis favoritas y quizás la que mejor describía mi situación, quería ser libre, quería vivir mi vida.

Me encontraba tomando un baño cuando recibí la llamada de mi madre.

—Feliz cumpleaños para la hija más hermosa—saludó ella

—Gracias má. Estaba justo tomando un baño para irme a estudiar.

—¿Te encuentras en un mal momento?

El tono de aquella pregunta me hizo sentir culpable, no quería herirla pero tampoco quería que nadie me felicitara. Antes este día solía ser el más feliz de cada año. Esperaba con ansias cada cumpleaños.Recibía regalos por montón y todo el mundo asistía la fiesta que mis padres organizaban. Las llamadas comenzaban desde la primera hora del día y Johen me llamaba cada año a la 1 30 de la madruga, porque esa era la hora de mi nacimiento. 

Por eso hace un año llore cuando el reloj marco aquella hora y aun más, cuando esta vez no recibiria nada de la persona que mejor me conocia en el mundo.

Nunca nadie había podido sorprenderme y siempre deseaba que en mi próximo cumpleaños alguien me hiciera una fiesta sorpresa. Yo era la encargada de hacer las sorpresas de mis amigos y siempre lograba ver en ellos la sonrisa y su cara llena de ingenuidad.

—La verdad es que sí mamá, voy un poco mal de tiempo.—respondí para zanjar el asunto.

—Esta bien hija, que pases un lindo día, que lo disfrutes al máximo. Y que el cielo te llene de bendiciones en estos dulces 20 años.

Ni siquiera me despedí de ella, no eran dulces, eran horribles. Terribles 20 años los llamaría yo. 

Estaba tan enojada conmigo misma y con el mundo que apague el teléfono y lo deje sobre mi cama. No quería recibir ninguna llamada ni ningún mensaje.

Una vez en la universidad estaba caminando hacia el salón,cuando Tamara paso por mi lado. Se me acercó lentamente y me dedico una gran sonrisa.
—Hola Lau. ¿Como amaneces? 

—Normal, como todos los días. 

Tamara me escruto con sus grandes ojos color verde miel. Se quedo unos segundos mirándome, luego simplemente me dio un cálido beso y se marchó. De nuevo me volví a enojar. ¿Por qué tenía que actuar siempre así?.

Las clases transcurrieron con la mayor normalidad posible y el día tenía pinta de que seria siempre así. Ahora solo sentía el vacío de sentirme sola. Salí camino al trabajo con la mejor actitud que podría tener. Se me hizo muy raro encontrar el bar cerrado y lo primero que se me vino a la mente fue una Brenda ebria que se había tomado el día libre.

Pero el problema no radicaba específicamente allí, el verdadero problema era que no tenía las llaves para abrirlo. Y solo para completar el día mi celular estaba en casa. Espere al menos unos 20 minutos haber si quizás la vida me sonreía un poco y el señor Luciano aparecía, pero nada. Entonces decidí marcharme a casa, era lo mejor que podía hacer e incluso me pareció la mejor idea del mundo, la casa estaría sola y podría tomar una buena siesta cumpleañera.

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