No existen una frase de 'autosuperación' para describir mis ojos, porque bueno, no quiero dominarme a mi misma cuando tengo el maravilloso privilegio de observar callada la vida y sentir como con sus estrepitosos, esteroetipados e ineficaces modelos a seguir me enseñan que ella es mucho más que la extensión de la quimera en la que navegan muchas mentes insustanciales.
Agradezco no hacer parte de todos y agradezco no ser parte de nada, agradezco estar suspendida en la atmósfera para observar con sigilo su destrucción repentina y reír contagiada por una mirada egoísta que me repara de arriba a abajo por no parecerme en nada a lo que hoy es natural para muchos.
Mis venas cargan sangre y mi cerebro ideas, no puedo negar mi realidad, no puedo negarle la misión que se le confinó a mis manos cuando me hicieron empuñar mi primer lápiz; cuando en una mágica visión una estrella me hizo prometer que lucharía por mis sueños y por mis cuentos; cuando supe que la labor era sonreír a pesar de lo que fuese a pasar en el futuro y a pesar de las profusas heridas que había recolectado el pasado recordándome el daño que puede llegar a provocar y recibir un simple e insignificante ser humano.