Mi Guardián

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  Esta historia corta se la dedico a sofi-bad-girl-. Espero que te guste 😘😏
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Aitana caminaba tranquilamente por las concurridas calles de la ciudad, rumbo a su casa. Ya estaba anocheciendo, y su jornada en la universidad la tenía bastante cansada.

—Buenas noches, cariño—susurró una voz familiar en su oído, haciéndola sonrojar.

—¡L-Laysean! ¿Qué haces aquí?

  Desde pequeña, Aitana tenía la compañía de un espíritu guardián que sólo ella podía ver, oír o tocar. No, no era esquizofrenia ni nada de eso. Laysean le había explicado que toda persona en Adelmark poseía uno, el cual generalmente se hacía presente un sus vidas durante la adolescencia o juventud.

  El problema es que ya no estaba viviendo en Adelmark. Sino en una ciudad normal, habitada por gente normal que no poseía espíritus, y hacía cosas normales.

  Volviendo a Laysean, tenía toda la apariencia de un muchacho alto, de contextura delgada, de unos diecinueve años (al igual que su protegida), cabello negro violáceo que iba un poco más abajo de las orejas, y penetrantes ojos verdes.

  En cuanto a Aitana, era de contextura media, con algunos kilos de más en su abdomen, tenía la piel blanca, cabello negro azabache y ojos grises. Era bastante alta para su edad, aunque Laysean lo era aún más.

—Vengo a hacerte compañía, ¿qué más?—respondió él.

  Aitana no contestó. Sus mejillas se habían inundado de un color carmesí. Hacía ya un tiempo que en su corazón se habían despertado sentimientos especiales hacia su espíritu guardián. Se sentía confundida con respecto a él, dado que podía perfectamente coquetearle, ser tierno, o incluso frío con ella, y Aitana no sabía cuál era el verdadero Laysean. Mucho menos sabía si era correspondida.

—¿Pasa algo, cariño?—ella no supo cómo reaccionar a aquel apodo—. Estás callada últimamente.

—No es nada, sólo estoy cansada. Vamos, es tarde y aún no acabo el trabajo...

Un sonido de pasos detrás de ella la interrumpió. Tres hombres se acercaban. Y ¡qué oportuno! Ella aún sin sus poderes concedidos.

—Preciosa, ¿qué hace una chica tan bonita y tan sola?—dijo uno de ellos, que la tomó del brazo pero, antes incluso de que Laysean hiciera nada, Aitana le propinó un puntapié en la entrepierna, logrando soltarse de su agarre.

—Vamos, no te pongas así, muñeca—dijo otro—. Déjanos hacerte compañía.

—Conmigo alcanza y sobra, bastardo—dijo Laysean, aunque los hombres no podían oírlo. Con una mano, tomó a uno por el cuello y lo arrojó sin piedad contra el pavimento, el hombre sin saber de dónde provenía la fuerza que lo movía, matándolo al instante.

  Los otros dos miraban desesperadamente a su alrededor, con recelo. Laysean rodó los ojos, chasqueó los dedos y ambas cabezas explotaron, manchando la vereda, las paredes de los negocios e, incluso a Aitana, de sangre.

—Creo que se me pasó la mano—señaló al verla salpicada de sangre.

  Laysean la tomó de la mano y rápidamente se alejaron de allí. Aitana se sentía impotente: lo único que había hecho era conseguir soltarse, pero el resto del trabajo lo había realizado Laysean.

<<Es normal, él es más fuerte que yo, y posee poderes>> intentó engañarse a sí misma, pero lo cierto es que ella también quería protegerlo a él.

  Divisó el edificio donde vivía casi delante de sus narices. Extrajo el manojo de llaves de su mochila y ambos entraron. Ya en el ascensor, el viaje hasta el séptimo piso se le hizo interminable.

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