Sorpresa

257 26 14
                                    

  Te recomiendo escuchar y ver "despacito" de Luis Fonsi ft Daddy Yankee para visualizar mejor. 

-------'-----'-----'------

  Por primera vez en mucho tiempo Kagami sólo quería llegar a casa para tumbarse en la cama, no le importaba si en el proceso dejaba la ropa tirada, su mochila mal acomodada o los zapatos desordenados. Sólo dejarse caer en esa cosa de espuma y resortes mientras su cabeza se acomodaba en una nube de algodón, sus brazos se aferraban a otra; la oscuridad rodeando el espacio mientras el silencio se encargaba de arrullarlo o seducirlo. Dependiendo del lado donde se le mire.

¡Carajo!

Gemía de anticipación ante tal visión.

Lástima que todas esas bellas ilusiones se vieran opacadas por la realidad. Vamos, sabía desde el momento en el que aceptó a ese hombre como su pareja que este no poseía los conocimientos necesarios para usar utensilios de limpieza, incluso llegó un punto donde a veces –sólo a veces– se maldecía por lo precipitado de su decisión. Invitarlo a compartir piso. Su preciado departamento ya no era lo que fue, limpio, acomodado, con pocos muebles; no, ahora era la representación de un basurero. Ropa colgada o tirada donde fuera, una bella montaña de trastes crecía cada día, la barra con migajas o sustancias de dudosa procedencia –ugh, que asco–, el baño era algo... perturbador y ni se diga del cuarto. Lo único que se salvaba de la suciedad era el estudio, pues, era ahí donde ambos guardaban sus libros, materiales o realizaban trabajos de la universidad.

Bueno, vale. Aceptaba que el tiempo no era precisamente su aliado en estos últimos meses, pues ambos estaban ya en la recta final de sus carreras. Él en administración de empresas y para sorpresa de todos, incluyéndolo claro está, su novio estudiaba historia e idiomas, toda una extrañeza y más con tremenda excusa: "sólo del básquet no puedo depender". En esos momentos, importándole un reverendo pepino quienes estuvieran a su alrededor, lo tomó del rostro para sustraerle todo el aire de los pulmones e hincharle los labios. Una imagen por demás erótica, cabe decir.

Sus horarios eran tan diferentes que pocas veces lograban coincidir en la universidad, pero fuera de esta no había poder humano –salvo el jugar– que los despegaran de la cama.

Con todo y las ventajas de vivir juntos, nada, NADA lo preparó para el desmadre de hogar al que se enfrentaría a diario. Al principio le gritó hasta de lo que se iba a morir, le mantuvo en abstinencia, tanto de comida como de sexo, pero ninguna amenaza surtió efecto. Frustrado dejó las amenazas a un lado porque en el proceso él también sufría.

¿Dejar el sexo? ¡Qué va! Primero dejaba el básquet antes que al sexo.

Al llegar a su edificio comenzó a mentalizarse para las imágenes grotescas con las que se toparía en cuanto abriera la puerta. Las puertas del elevador se apartaron y por un momento deseo darse media vuelta para tomar una habitación de hotel; no sólo era la universidad con sus respectivas actividades, no, su padre lo había arrastrado a la empresa familiar para que aprendiera de primera mano lo que la carrera no enseñaba en las aulas.

Maldito aprovechado.

Como sea, después de casi treinta horas sin parar sólo quería dormir. Morir en las tinieblas, surfear en las aguas del mundo onírico, lo que fuera con tal de cerrar los ojos ya.

Giro la llave, tiró los zapatos y su mochila la depositó en la mesita con cuidado pues en ella traía su portátil. La vista no la levanto del suelo, pero se extrañó cuando presto atención al sonido que inundaba el lugar, sin embargo, aquello no fue nada al ver la sala recogida, un tanto sorprendido se giró examinando todo el lugar. La mesa, la cocina y hasta el refrigerador se encontraban acomodados y limpios. ¡Hasta se podía ver los verdaderos colores de cada cosa!

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 24, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

DespacitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora