25 de diciembre, 1825: Trelos

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Hacía 11 días que lo conocía y cada vez se sorprendía más. No era un chico común; él, hasta cierto punto, pudo haberlo descrito como "especial". Aunque, no sabía con certeza a que se refería con aquella palabra: al hecho de que, a pesar de su desnutrición, Trelos siguiera vivo o por la simple razón de que a tan corta edad supiera aceptar su responsabilidad... y no solo eso; el jovencito era un ávido lector. La cita que había dicho el día que se conocieron, provenía de una de sus obras favoritas "Macbeth" de William Shakespeare.

No sabía cómo había llegado a esta resolución, pero, decidió hacer hasta lo imposible por impedir que pagara la culpa por sus actos. No solo lo hacía por trabajo, tampoco lo hacía por lo que hizo por él alguna vez su protectora. Había una razón más... todavía no sabía explicarla con claridad.

Eran las 5:00 am, se había quedado despierto toda la noche estudiando el caso. La resolución del juicio sería completamente simple de no ser por el detalle de quienes fueron los padres del chico: la madre era de clase baja, de unos 25 años, de piel blanca, ojos negros y cabellos de oro; ella, por si sola, no representaba ningún problema... sin embargo, el padre era lo opuesto, adinerado, de 30 años, piel igual a la de la madre, ojos verdes y cabello negro; fue uno de los jueces más importantes del lugar y le dio catedra al que ahora defendía a su hijo, su asesino, quien no supo que era su padre hasta el día que lo mató.

Según el pequeño todo transcurrió así:

Ese día en la mañana yo buscaba algo que comer... siempre ha sido así. Mientras mamá buscaba como ganar unas monedas en las calles, yo rebuscaba en los basureros por un pedazo de pan o alguna fruta. Había pasado ya el medio día y tuve la suerte de encontrar a la señora Gennaiodoria, la administradora de la biblioteca donde me prestan libros, quien me obsequió unas frutas con nula descomposición dentro de una linda cesta, fue hermoso; dijo que era un pequeño regalo de navidad, así que lo acepté con un regocijo similar al de un perro al recibir unas caricias en la barriga. Realicé corriendo el camino para ver a mi madre. En el camino vi un espejo hermoso y en un casi perfecto estado, ser tirado a la basura. Me acerqué sigilosamente y, vigilando que nadie me viera, lo tome y corrí aún más rápido. Solo pensaba en la cantidad de dinero que obtendría por ese espejo después de repararlo y en la buena comida que tendríamos mi madre y yo esos días. Llegue al lugar donde debía estar mi madre, pero, no la encontré. De pronto escuché ruidos, como susurros, viniendo detrás de unas telas. Me acerqué y vi a mi madre hablar con un hombre bien vestido. Escuche que hablaban de alguien: de mí. El hombre comenzó a gritarle, pero, mi madre no reaccionó, sólo bajó la mirada ¿Cómo se atrevía a hablarle a mi madre de esa forma? Tomé aire y me acerqué a ellos. Bajé cuidadosamente las cosas que había llevado y comencé a hablarle al señor:

-¡Hey! ¿Quién te crees tú para hablarle así a mi madre?- grité sin miedo a las consecuencias.

-Trelos, hijo, cálmate- dijo mi madre caminando hacia mí –No me estaba haciendo nada malo... solo hablábamos-

-Estaban hablando sobre mí; no me considero un muy buen tema de conversación-

-Muy rebelde el pequeño; parece criado por animales... aunque tú no te alejas de serlo- exclamó el hombre dirigiéndose a mi madre

-¿¡Cómo se atreve?! ¿Acaso un "CABALLERO DE SU CLASE" no sabe cómo tratar a una dama? Pues disculpe por contradecirlo, pero, el único animal aquí es usted-

-¡Pues, te guste o no, el animal que ves aquí es tu padre!- gritó mientras me lanzaba contra el espejo, haciendo que este se rompiera y me sangrara la cara.

No podía creer lo que escuché. Sí, obviamente sabía que tenía un padre, pero, no sabía quién ni cómo era. Y, honestamente, no esperaba que fuera un idiota, bruto y mal educado, que vivía de lujos y se vestía con hipocresía.

Se acercó apresuradamente a mi madre, quien trataba de defenderme. Al ver que alzaba su mano, cerrando su puño, aparté a mi madre y recibí el golpe que preparaba. Ahora mi cabeza sangraba.

Tomé rápidamente un pedazo de cristal roto y lo usé como arma, como defensa. Me abalancé contra el hombre y logre dañar su mejilla. Seguí en su contra. Él solo lanzaba puñetazos incoherentes y fallidos, yo los esquivaba y movía mmi improvisado cuchillo por el aire. Pero, en uno de esos movimientos, segado por la sangre que corría por mi frente, herí a mi madre. ¡La herí en el pecho! ¡La sangre no paraba de fluir! ¡Su mirada no se separaba de la mía! ¿Cuánto tiempo pudo haber pasado? Si pasaron tan solo unos segundos ¿Por qué lo sentí como si hubieran pasado horas? Ella solo trataba de protegerme y yo... En ese momento sentí algo, era como un fuego que se propagaba en mi sangre. Giré y soltando un alarido de ira me lancé hacia el terrible ser que tenía en frente. Cerré los ojos cuando vi el chorro de sangre salir de su garganta.

Ese es el final, eso fue exactamente lo que pasó.

Ahora no importaba lo que había pasado o no... Lo único que importaba era defender al pequeño. No importaba que fuera o no culpable.

Algo raro pasaba por la cabeza del abogado. Ese misterioso "algo" no lo dejaba concentrarse. Una idea rondaba su cabeza ¿Sería por su pasado? La única familia que había conocido fueron sus padres y su cuidadora, pero, ahora estaba solo... Nunca se había puesto en la cabeza ese término; siempre pensó que era subjetivo y absurdo, pero, ahora en verdad podía ver en retrospectiva su soledad. Y en un instante pensaba en el chico como si fuera su familia, como su imagen en un espejo, como su...

Para una persona como él, era una idea muy estúpida. Los asesinos no tienen familia; son solitarios.

Y a pesar de todo, sabía que debía de salvarlo... Pasara sobre quien pasara; muriera quien muriera.




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Nota de la Autora: Sí, hasta las personas más frías y peligrosas sienten. Queridos lectores, espero que hayan tenido una buena semana. ¿Qué les pareció el capítulo? Y ¿Qué les parece esta nueva faceta de nuestro querido asesino? Ya saben: compartan, voten, sean felices. Les escribo la siguiente semana. Feliz semana y dulces pesadillas.

-TheAgentOfMistery

Historias del último suspiro: Una serie de relatos de asesinos y sus fechoríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora