28 de diciembre, 1825: El final de Trelos.

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El juicio finalizó. Nadie exterior se esperaba lo que pasó, ¿acaso había sido un hecho divino?

Hubo momentos donde el abogado perdía la paciencia y lo único que le quedaba era imaginar cosas que le reconfortaran. Evidentemente no sabía todos los detalles de la historia; ni siquiera Trelos sabía el secreto de su origen.

Sin embargo, el juicio no se iba a la parte de asesinato; lo que los abogados del difunto padre buscaban era despojar al niño de la herencia que por derecho le correspondía; esto hizo el trabajo del joven mucho más simple. No sabía el porqué de haber desperdiciado cerca de dos horas sacando a la luz los secretos del difunto, cuando la solución era tan simple como firmar un acta.

Así fue como, a las 11:32 am del día 28 de diciembre de 1825, el pequeño Trelos, asesino, hijo de una pordiosera y de uno de los más reconocidos jueces de la ciudad, dejó de existir.

Nadie pensaba que el juicio acabara así. Incluso el juez que presidía soltó un grito mudo cuando el panorama cambió. Los abogados del difunto callaron, a los ciudadanos que veían el juicio se les erizó la piel.

Pero, había algo aún más insólito que lo pasado ahí; ahora dos asesinos vivirían bajo el mismo techo como padre e hijo.

Los que pensaron que el pequeño moriría solo para quitarle el dinero de su padre fallaron. Los que dijeron que él niño viviría y se convertiría en la persona más adinerada de la ciudad, también se equivocaron.

¿Qué estaría pasando en la mente del joven? ¿Sería acaso la epifanía de un futuro abogado o una visión de un futuro asesino?

Nadie conocía la verdad. Pero, algo era seguro en cierto porcentaje: lo hacía para protegerlo, porque, en cuanto ese pequeño pusiera un pie en la calle, lo matarían.

Esa tarde las cosas cambiaron bastante... y nadie se podía imaginar lo que pasaría después. Sin embargo, eso no era relevante. En ese momento lo que en verdad tenía peso eran las miradas del pueblo sobre el defensor de la ley; ¿era un salvador o un traidor?

Al salir del juicio fueron a casa, el mayor guardó sus cosas, el menor se quedó dormido.

El abogado salió, fue a comprar algunas cosas: comida, ropa para Trelos, cobijas, una nueva cama, etc. En su mente se formaban muchas interrogantes y sintió algo que no había sentido desde hace 11 años... ¿Pánico? ¿Temor? Había muchas formas de llamarlo, pero, ¿en verdad era eso? Trelos ahora era su familia, pero, que fuera "legalmente" su familia no significaba que lo quisiera, ni siquiera el hecho de rescatarlo

El niño se despertó después de media hora. El frio usual de la época hacía que el niño temblara en la cama... ¿Sería el frio o el miedo? Trelos sabía que había personas que lo querían fuera del mapa, sabía que su vida peligraba. Y era cierto, él pequeño temía a una horrible muerte por el terrible interés monetario, pero, muy dentro de la cabeza del niño, crecía un miedo del que jamás estaría a salvo: El abogado había sido bueno con él, lo había cobijado en su casa cuando no tenía la obligación, ahora lo adoptaba... ¿Qué pasaría si lo decepcionaba? ¿Lo dejaría en la calle una vez más? Era una posibilidad, el mayor tenía el suficiente poder como para dejarlo del lado con una simple orden. Se pasó pensando esto mucho tiempo, hasta que escuchó un rugido de madera que venía de la puerta. Se sobresaltó y se escondió debajo de la cama, temiendo que fueran los que amenazaban su vida.

El abogado entró a la casa, cargando consigo los productos adquiridos

-¡Trelos, ya estoy aquí!-

Volteó hacía donde estaba la cama y vio al pobre chico bajo la cálida, pero, inútil protección del colchón.

-Trelos ¿qué pasa pequeño?-

-Lo siento señor, es que, pensé que... -

-Pensaste que eran las personas que exigían tu muerte en el juicio-

-Sí... es que, no quiero, no estoy listo para morir y si fuera a pasar algo, preferiría que no fuera una muerte dolorosa como la que seguro me deparan ellos-

-Oye, tranquilo, no te pasará nada mientras estén bajo mi protección, así que sal de ahí y ven a ver lo que traje-

Trelos obedeció, se acercó al abogado y pudo ver lo que había comprado... lo que le había comprado: unas botas de cuero negro, unos pantalones azul marino, una camisa, un chaleco y un saco que hacían juego, una bufanda negra, un cinturón, unas abrigadores cobijas, entre otras cosas.

Tomó las cosas y agradeció.

-Trelos, mañana traerán tu cama. Hoy dormirás en la mía-

-Y usted, ¿Dónde dormirá?-

-¡Bah! No te preocupes, ya me las arreglaré. Ahora ve a guardar tus cosas, luego ven y cenamos-

Los ojos del chico brillaron ¿Era cierto lo que decía? ¿Cenarían? Dejó las cosas sobre la cama y regresó corriendo a la mesa, donde había pan caliente y una...

-¿Qué es eso señor?-

-Esto es mermelada, con ella se acompaña al pan, es dulce y deliciosa-

Ambos se sentaron y comenzaron a cenar. La alegría no desaparecía de los ojos del chico y comió hasta las migajas de aquel buen pan. Después de la "magnífica" cena, el mayor se ocupó de arropar al niño y abrigarlo bien con las cobijas.

-Buenas noches, Trelos-

-Buenas noches, señor-

-Oye, ahora somos familia, puedes dejar de decirme señor- dijo mientras se levantaba y se dirigía a la puerta

-Entonces, ¿cómo puedo llamarle?-

-Puedes llamarme... Papá-





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Nota de la autora: Hola, mis queridos lectores. Sí, sé que los engañé al principio (se la creyeron xdxdxdxdxd), pero son sustos que dan gusto. ¿Qué piensan del capítulo? Ojalá lo disfruten. Les deseo una buena semana.

Pásenla bien y dulces pesadillas.

-TheAgentOfMystery


Historias del último suspiro: Una serie de relatos de asesinos y sus fechoríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora