2 semanas después.
Quién lo diría, Bryanna Anné Robinson planeando su huida. Todo está en su correcto orden, mamá no llegará hasta dentro de dos horas, aún me sobra tiempo. Comencé a terminar de introducir todo tipo de objetos útiles y recuerdos que me ayudasen a no extrañar aquel lugar en la maleta de viaje. Habían sido diecinueve años durmiendo, pensando, recordando, riendo, aguantando, llorando, imaginando y un largo etcétera en aquella majestuosa casa. Y yo estaba a punto de dejarla atrás por una insignificante discusión.
No me importaba lo que llegaría a opinar mi madre tras esta cobarde decisión, pero sí que me importaba la opinión de mi padre, apostaba que me estaba observando desde allí arriba, o quién sabe si del más allá apenado. Sé que no estaría orgulloso de mi huida, pero lo necesito, ya estaba obteniendo demasiado dolor debido a estas.. acompañantes, no deseaba cargar con más.
Cuando al fin estuve lista, bajé cada escalón con lentitud y detenimiento, deslizando mis dedos por la rugosa pared. Admiraba cada rincón de mi hogar, eran demasiadas sensaciones las que inundaban mi mente por momentos. Me dispuse a atrapar un bolígrafo y una hoja en blanco, preguntando a las voces de mi interior si de verdad estaba totalmente segura de lo que hacía. Recibí una respuesta afirmativa al unísono, y eso fue lo que me impulsó a plasmar lo siguiente:
Mamá, prometí que alguna vez me iría, y creo que ha llegado ese día. Siempre serás mi punto de apoyo, pero desde la distancia. Seguiremos manteniendo el contacto por el teléfono móvil o vídeo llamadas. Aunque esto me duela.. Es lo mejor para ambas. Una loca en casa podría tratarse de un gran riesgo para tu salud. No lo hago por mí, tan sólo es por ti. Gracias por cuidarme esta cantidad de años, te lo agradezco enormemente. Te quiero, mamá.
Y sin previo aviso, una lágrima amenazó con lanzarse sobre la carta, provocando que en el final de ella se borrasen las palabras: " Te quiero, mamá ".
Aspiré el aroma que la vivienda proporcionaba, dejando caer leves suspiros por toda ésta a medida que me dirigía hacia la entrada. Sin más dilación, cerré la puerta tras de mí, e intenté llamar la atención de un conductor de taxis a base de gritos que se encontraba aparcado, -y podía asegurar adormilado-, cerca de los contenedores. El joven se acercó con éste hacia mí, dejándome pasar al interior de su vehículo. Me saludó amablemente, aunque por mi parte no fue correspondido, estaba demasiado nerviosa y arrepentida. Ambos nos alejamos de aquel lugar en cuánto arrancó el coche, dirigiendo una mirada de anhelo hacia mi hogar.
Durante el trayecto, el ambiente se había conservado silencioso e incómodo. Numerosas veces, él quiso entablar una corriente conversación entre dos personas corrientes, pero yo esquivaba todo lo que proviniese de él. Yo no era una persona corriente, y tal idea hacía que me desconectara de todo y todos. Una parte de mí sentía tratarlo de aquella manera, pero otra me incitaba a tratarlo de aún peor. ¿Por qué actuaba sí? ¿Desde cuándo actuaba así? Comenzó a dolerme la cabeza, y aún más tras escucharle nuevamente intentar dialogar conmigo. ¿No se iba a rendir nunca?
— Soy Marcos, encantado. Tú... Tienes cara de Adriana, así que te llamaré Adrianna. Y una pregunta que quizá debería guardármela, ¿te comió la lengua el gato?
¿Marcos? ¿Adrianna? ¿Comer la lengua el gato? ¡Pero qué decía! Bonito nombre para una persona tan descarada. Y, en cuánto al nombrete elegido tampoco me desagradaba, además llevaba una terminación parecida al mío " Anna / Bryanna ". En cuánto a la última frase.. Intenté no perder los estribos, la paciencia era una virtud de la que yo gozaba. Por lo que, simplemente me limité a sonreír de manera sarcástica y seguir con mis asuntos: admirar el precioso paisaje, y caer en la cuenta de que no tenía idea hacia dónde me dirigía.
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Mis tres almas - Bryanna Anné Robinson ©
Novela JuvenilA sus tres años, Bryanna Robinson comenzó a escuchar diferentes voces entorno al interior de su mente. Su extraño comportamiento levanta sospechas entre sus seres queridos y el resto de la sociedad. A medida que transcurren los años, el inaguantable...