4 capítulo.- Una única mirada puede valer más que mil palabras.

215 31 20
                                    

¿Había escuchado correctamente? ¿De verdad acababa de nombrar la palabra "psiquiátrico"? Sentí como la temperatura  de mi cuerpo ascendía de una manera descomunal, ¡estaba ardiendo! Vale, debía mantener la calma.. " Keep calm, Bryanna! ", me repetí una y otra vez. Aunque.. No iba dirigido concretamente a mí. 

Debía hablar, ¡otra vez tenía que hacer ese gran esfuerzo de hablar con Marcos! ¿No había sido suficiente la conversación que tuvimos en el taxi? ¡Está bien, volvería a conversar con él! 

— Entonces.. Esto es.. Un psiquiátrico.. — Balbuceé cabizbaja.—

¿Habría sido obra de mi madre? ¡Dios, no lo recordaba! Ella estaría involucrada en esto,  ¡es la cabeza del asunto, no tengo la menor duda de ello! 

— Sí, exacto. Sé que no es el mejor lugar en el que puedas alojarte.. Pero te explicaré bien. — Se aclaró la garganta, dirigiendo su mirada hacia cualquier parte del cuarto, evitando encontrarse con la mía.—

Comenzaba a sentirse nervioso, podía notarlo, no paraba de introducir y sacar sus manos de los bolsillos que adornaban aquella chaqueta vaquera que él lucía. Además, tampoco dejaba de secar la palma de cada una de sus manos contra la camiseta. Fue sorprendente aquella reacción, hacía apenas cuatro horas se mostraba totalmente diferente, quizá más confiado.  

— No te he mentido, esto es una residencia de estudiantes, pero.. Algo más diferente a lo que tú estarás acostumbrada. Verás, Williams North 36 es un psiquiátrico estudiantil dividido en dos categorías, por así llamarlo. Una  consta de los adolescentes con enfermedades psicológicas más bien graves, y el resto, enfermedades psíquicas leves, en el que me encuentro yo. Puedo hacer mi vida normal, como cualquier persona.  Pero con una serie de exigencias, y controles. ¿No lo entiendes, verdad? — Preguntó tras observar mi incrédulo rostro. Yo negué rotundamente con la cabeza.— No te preocupes, a medida que pases aquí algunos días todas tus preguntas serán correspondidas con diferentes respuestas. 

Ciertamente, aquella aclaración me había aliviado. ¿El por qué? Tan sólo estoy  aquí temporalmente, porque no tengo otro lugar bajo el que poder vivir. Pero, por otra parte.. Me siento extraña. Nunca antes había estado en un psiquiátrico, y la idea de compartir territorio con personas que no se encontrasen totalmente bien de sí mismas me asustaba.. Aunque, en escasas palabras estoy describiéndome. Llevo largos años conviviendo con dos almas. Dos almas olvidadas, desgastadas,  asustadas... Ohg, ¡basta Bryanna, deja que la mente se libere por un momento! 

------------------

Marcos me había guiado y enseñado cada lugar de la residencia. Conocí a varias enfermeras y monitores, también a algún que otro paciente, aunque mi poca simpatía les ayudaba a seguir con lo suyo. Nuevamente nos dirigimos hacia nuestro respectivo dormitorio. Frené en seco tras fijarme que no éramos las únicas personas que dormirían en este. 

— Ellos son: Gaddiel, Nora, Elizabeth, Edwin, Alexander, Rose y Simon. —Presentó a cada miembro a la vez que apuntaba a cada uno con su largo y delgado dedo. — Y.. Ahora deberías presentarte tú. 

¡Mis mejillas! Apunto de estallar se encontraban estas, ¡y acababa de provocarlo él! Me estaba haciendo pasar vergüenza, ¡en mis cachetes podía reflejarse! 

— Soy.. Robinson, Bryanna Anné Robinson. 

Al parecer, a cada componente le resultó gracioso que comenzase presentándome con el apellido. ¡Por eso me agradaba mantenerme al margen de todos! Se disculparon en seguida, sobre todo tras observar mi fulminante mirada lanzada a todos ellos.

 ****

Treinta y ocho, ¡treinta y ocho vueltas contadas! Es tal el aburrimiento y el poco sueño, que.. Levantarme y dar un paseo por aquel lugar sería lo mejor, sí. Y eso me dispuse a hacer, levantándome con la mayor precaución posible, no quería despertar a nadie. Cuando al fin conseguí mantenerme en pie, me fijé en todos los chicos. Dormían plácidamente, aunque uno de ellos acaparó mi atención. Marcos dormía sobre tres mantas perfectamente dobladas, carecía de batas, y, aquella almohada no era propiedad de la residencia. Desde el principio me pareció una persona con un comportamiento un tanto excéntrico. Ya investigaría más a fondo.

Comencé a deambular por los pasillos desiertos. Aunque.. No tan desiertos. Pude divisar una sombra a lo lejos, el temor comenzó a hacer de las suyas. ¿Por qué yo? ¡Si soy una miedica! ¡No, no, deja de acercarte! Tragué saliva con fuerza, intentando alejarme de allí cuánto antes. Imposible, mis pies parecían estar pegados al suelo con cola o gotita. A medida que.. ¿una niña?, seguía acercándose a mí, el miedo anteriormente creado en mi interior crecía. Pude averiguar que no era tan niña, constaría de unos catorce años. ¡Dios! ¿Tenía las manos amarradas? Y no sólo atadas, también vendadas. Aquella imagen era capaz de asustar a cualquiera, ¡parecía la mujer sacada de la película " The Ring "! A cada paso que daba, sus vendajes se iban deshaciendo, lo que dejaba a plena vista numerosas cicatrices; la sangre comenzaba a brotar con calma por lo largo de sus muñecas y brazos.

Mi vista comenzaba a nublarse, ¿sería por la sangre, el sueño o quizá por la aparición de aquella criatura? Ahora lo entendía, mis almas me echaban de menos. 

— Ayúdala, te necesita. — Creí escuchar por parte de la delicada y dulce voz de mi interior.- 

Razón tenía, el mal estado que mostraba hablaba por sí solo. Debía ayudarla. 

— Eh.. ¿N-Necesitas algo? — ¿Por qué me costaba tanto hablar? Mis labios parecían estar sellados.—

No obtuve ninguna clase de respuesta por su parte. Así empezaba bien, una chica de pocas palabras, ¡me gusta! Me aproximé hacia ella con algo más de confianza, aún manteniendo las distancias. No pude realizar nada sin su consentimiento antes. 

Juro que la vi sonreír, posiblemente por mi torpeza, pues en el intento de caminar choqué contra mi propio pie. Algo bueno de ello saqué, ¡ella no daba tanto miedo como hacía minutos! Además,  parecía no incomodarle mi aparición por sus pasillos, al contrario, parecía agradarle. Tomé sus muñecas, deslizando mis dedos sobre ella. Escuché un suspiro cargado de dolor, sólo a mí se me acababa de ocurrir cubrir sus recientes cicatrices con mis propias manos. Las quité en seguida, disculpándome con únicamente una mirada, ella pareció entenderme. 

Vaya, al parecer nos complementábamos a la perfección. Lo mejor sería acercarnos al baño e ir a por unas nuevas vendas, y eso hicimos. Ya allí, corté las tiras manchadas y rotas de vendajes, enrollándoles otras con el mayor cuidado posible sobre todas las heridas. Ella seguía sin mediar una palabra, una reacción, algún movimiento... Tras finalizar mi obra maestra, se alejó de allí, formulando una pequeña frase ante mi sorpresa.

— Gracias, me dolían mucho.. Por cierto, soy Angelique.  

 ¡Su voz había conseguido derretirme! Era tan angelical.. Como su mismo nombre indicada. Decidí también irme de allí. Llegué hasta el dormitorio 106, el "mío", por alguna extraña razón. Me aproximé e introduje dentro de la diminuta cama, recopilando antes de cerrar mis ojos los acontecimientos sucedidos a lo largo del ajetreado día. La niña, Marcos, el psiquiátrico, la huida, mamá.. Mamá, aún no me ha llamado. ¿Habría leído ya mi carta, o simplemente procuraría evadirse del tema? Dejarlo a un lado será lo mejor. Cerré mis ojos con parsimonia, preguntándome lo siguiente: ¿Qué me deparará el día de mañana? 

Mis tres almas - Bryanna  Anné Robinson ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora