—¡Rápido! Decime cuál es la raíz cuadrada de doscientos veinticinco —exclamó el extraño chico, que apareció de repente.
—Es quince —respondió el mismo chico pero de dos días en el futuro.
—Gracia...s —llegó a exclamar el sujeto del pasado, antes de desvanecerse.
— ¿Qué fue eso? —se preguntó el niño de ese tiempo.—Ah ya recuerdo, hace dos días viajé al futuro para preguntarle a mí mismo pero de dos días después esa duda que tenía de la prueba de matemática cuya respuesta ahora sé porque me la dijo mi yo del futuro ¿o del presente? Por suerte me saqué un diez. Valió la pena gastar ese viaje en el tiempo.