9: Nuestro pequeño secreto.

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En realidad, no la llevaría afuera por un hermoso paseo en todo Montara para después llevarla a cenar en uno de los restaurantes más costosos, sé que no lo necesito para arreglar las cosas y ella no es un cliché.

Subí unas cosas a la camioneta que Carol rentó para nuestro uso, le abrí la puerta para que subiera y después me monté dentro.

—Bien, ¿cuál es el plan? —preguntó una vez que estuvimos en marcha afuera de la casa, en realidad pudimos habernos quedado ya que ahí dentro hay un bar, y un área de entretenimiento, pero no quería alarmarme si Carol llegaba además de que hay otras casas costosas alrededor. Deseaba estar solo con ella un día muy alejados de su madre.

—Confía en mí cariño, te gustará. —respondí sonriendo y al parecer se conformó con mi respuesta.

No sé con exactitud cuándo iban a tardar en volver de sus compras, pero debía estar aquí con Alexa cuando eso pasara ya que después de lo del avión sería un tanto sospechoso. Comencé a conducir por donde el GPS me indicaba notando como ella miraba todo a su alrededor.

—¿Habías estado aquí antes? —pregunté y me miró asintiendo.

—Hace mucho con papá —no respondí nada—. Lamento sacarlo a tema siempre... — Murmuró algo triste y enarque una ceja.

—¿Qué tiene de malo? —noté como se incomodó.

—Que parece que pienso en eso todo el día, pero... —tomó un suspiro—. Aún no lo supero del todo —se quedó en silencio unos instantes y dirigió sus ojos avellana con curiosidad—. ¿Dónde están tus padres Ian? —

Pregunta difícil.

—Murieron. —solté breve, no había mucho que decir al respecto. Se quedó en silencio con algo de asombro, quizás por como lo dije tan simple cuando a ella le cuesta demasiado trabajo.

—No quieres hablar de eso, ¿verdad? — Sólo había una persona en el mundo con la que había hablado del tema y nunca más se volvió a tocar, pero si quiero la confianza de Alexa...

—No es un buen tema de conversación —mordió su labio desviando la vista—. Fueron muchos problemas y mamá estaba volviéndose loca al punto de querer darse un tiro, supongo que sabes que sucedió después. —tragó saliva.

—Ian lo siento, yo... no tenía idea. —colocó una de sus manos en mi brazo, por alguna razón este se destensó.

—No lo sientas... —le dediqué una sonrisa para dejar el tema.

Un montón de recuerdos, malos, estaban viniendo a mi cabeza como si se tratara de un veterano escuchando disparos. Parpadeé un par de veces y volví mi atención al camino, a esa velocidad ya estábamos alejándonos por la costa hacia un área más vacía. La menor no comentó nada pero si notó que me afecto un poco, lo peor es que pude sentir una vibra de pena en su mirada... Justamente lo que quería evitar.









Llegamos a un simple espacio en donde no había nada más que arena, palmeras y rocas con verde musgo entre ellas. Más que ser un lugar repleto de vida, era como un pedazo de paraíso, el agua es tan cristalina que puedes ver lo que hay debajo. Ella me miro con una ceja alzada.

Dangerous Secrets [Ian Somerhalder] EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora