5: Admítelo.

3.8K 155 6
                                    

Tuve que ducharme para retirar todo el sudor de mi cuerpo, esa mañana me había levantado temprano para hacer el ejercicio pesado después del buen sexo que tuve la noche anterior. Para mi fortuna la chica que alquilé se fue antes de mi rutina, pero aún había algo que me dejaba sediento de placer. Durante mis sueños, el exquisito cuerpo de mi ''hijastra'' se hizo presente. Sus labios esponjosos y rosados me estaban volviendo demente con solo pensarla y admito que me arrepiento de no haber cometido una insensatez al tenerla sobre mi escritorio. Mientras el agua de la regadera pasaba sobre mi torneado cuerpo, yo pensaba en como lucirían sus pechos rebotando sobre mi o como gemiría mi nombre, trataba de no concentrarme demasiado en eso pues acabaría masturbándome aquí mismo.

De pronto comencé a relacionar a Alexa con mi ex novia, la mujer que me volvió loco y alimentaba todos mis deseos. ¿Me puedo atrever a comparar la elegancia y peligro que aquella representaba con la arrogancia e inocencia de Alexa? No, no tenían nada en común más que la maldita indiferencia. A ella la conocí por simples negocios, por la lujuria y el deseo. A la niña por razones completamente fuera de su comprensión, fue gracias a Robert y eso era lo único que tenía que agradecerle ya que en realidad casi echa a perder mi empresa y todos mis negocios.

Si tan sólo Robert no se hubiese metido conmigo no habría conocido a su maravillosa hijita La parte enferma de todo el asunto es que supe de su existencia cuando tenía once años de edad, claro que ahora no es aquella niña tierna con la que planee terminar...

Todo el asunto del pasado me agobiaba increíblemente, el simple hecho de pensar que mi novia desapareció o murió hace cinco años me llenaba de culpa y deseos de venganza hacia todos, tanto así, que cuando busqué a mis deudores las Evans aparecieron en la lista primero. Lo único que puedo decir es que no se desharán tan fácil de mí.

Para la tarde ya terminaba con paciencia algunos cálculos sobre una inversión que había realizado recientemente y hasta había ideado un plan para que la dulce niña me acompañara esta noche a un evento, me aseguré de que fuese algo a lo que no se negara. Los planes del día estaban resueltos, este era el momento en el que tenía todo el tiempo libre de pensar en lo que he hecho mal.

Abrí un pequeño cajón junto a mi escritorio para sacar aquella fotografía que siempre me causaba dolores de cabeza e insomnio, era la primera persona que me había hecho cuestionarme si existía realmente esa cosa que llaman amor y que al final termina siendo un estorbo...

—¿Pensando, hermanito? — En ese momento maldije en lo bajo, estaba contemplando de más aquella foto de la pareja que una vez tuve.

—Justamente te quería ver...

—Y yo igual, ¿cómo va todo con las Evans? — Enarco una de sus cejas mientras se servía de mi Bourbon con toda la confianza de que no lo mataría.

—Bien, de hecho. Me adoran. —dejé la foto en mi bolsillo trasero, pero como es Paul, era inevitable que no se diera cuenta.

—¿Era lo que creo que era? —soltó una risotada—. Eso fue hace cinco años Ian...

—¿Y qué? También hace un año trajiste a una mujer del FBI ¿y no te lo reprocho cada cinco segundos o sí? —acorté sus palabras con acidez, una de mis cejas se alzó bebiendo aquél fuerte whiskey de golpe.

No fue hace más de once meses que Paul me presentó a Megan, su supuesta pareja que en realidad quería saber más de ambos y como nuestro negocio se agrandó bajo el anonimato. Nunca he dado una entrevista y nunca me ven saliendo de la empresa o al menos no existe tal fotografía del empresario más joven en Seattle.

De todos modos, no mostraría mi rostro en cualquier lado pues quedaría muy expuesto, por así decirlo 'nadie conoce el rostro de Ian Somerhalder y mi expediente se desapareció hace mucho tiempo...

Dangerous Secrets [Ian Somerhalder] EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora