Abrí los ojos sintiendo todo el cuerpo fatigado, lo sucedido la noche anterior vino a mi mente como si fuera lo primero en lo que pensara al despertar de rutina. Y no había tenido el valor de decirle ni una palabra a mi madre después de como acabaron las cosas con ella.
Me dirigí al tocador para lavar mi rostro y despertar completamente, iba aún en pijamas rumbo a la cocina para preparar el desayuno y distraer a mi mente unos momentos, tenía aquel mensaje de buenos días de Thomas. Al menos eso me aliviaba, que no estoy del todo sola y podría hablar con él de lo sucedido o hasta pueda quedarme en su casa para evitar cualquier otra cena con Ian o algo parecido.
Pero al entrar en la cocina casi dejo caer mi teléfono del susto, justamente el hombre estaba ahí, bebiendo whiskey.
—¿Y tú qué haces aquí? —pregunté molesta, dejando de lado el temor de que estábamos los dos solos en la gran casa y que podría intentar cualquier cosa, si lo hizo en un lugar público...
—Buenos días solecito —contestó con sarcasmo mientras me alzaba una ceja, estaba más que claro que no me caía nada bien como para tolerarle sus bromitas—. Me pasé para llevar a tu madre a almorzar, pero no está aquí, así que... —se levantó de la silla en la barra y me quede mirándole.
—Así que nada, venías con ella. Sabes dónde está la puerta. — Lo pasé de largo para tomar el cereal de la alacena, aunque ciertamente toda el hambre se me había ido desde que lo vi.
—No seas así, apenas me conoces...—recargó sus caderas contr la encimera muy cerca de mí.
—Sí, y ya me das asco ¿qué cosas no? —sonreí de la misma manera en la que él lo hacía, estaba muy segura de que tampoco le agradaba, pero parece ser que cada vez que le respondo mal molesta el doble.
—¿Es por lo de la cena? —soltó una risotada—. Vamos, estaba probándote. —formó aquellos ojos adormilados y sensuales, dijera lo que dijera no me seguía dando buena espina.
—Te comportaste como un idiota, ¿cómo te atreves a siquiera venir? —serví leche en el cuenco para poder comer y percibí su mirada vistiéndome o por lo contrario, desvistiéndome.
No había respondido mi pregunta y no esperaba que lo hiciera, solo quería que se fuera de mi casa. —¿Qué me miras? — Le respondí una vez que estaba de más incómoda.
—Maldita sea... te ves sexy —sonrío y simplemente bebió de su whiskey acabando con él de golpe—. ¿No te dije lo que podía pasar si mencionabas algo de esto verdad?
Silencio fue lo único que podía hacer.
—¿Esperas que te tenga miedo? —estuve a punto de reír hasta que me tomó del rostro con sus dedos presionando fuertemente mis mejillas contra mis dedos.
Me llevó hasta la pared para sacar algo de su bolsillo, era metálico y frío. Visualicé que era un arma y mi corazón se aceleró pues nunca tuve una tan de cerca, cargada y apuntándome.
—Esta es mi pequeña, silenciosa y favorita Glock. Créeme que no me molestaría dejar un lindo dibujito con tu sangre en la pared, así que no juegues conmigo niña.
Dejó en libertad mi adolorido rostro y no hice más que mirarle con miedo, era una maldita amenaza en serio, no había dudas.
—P-por favor vete, no le diré a nadie. —pedí y la guardó, se acercó de nuevo para acariciar mi labio inferior.
Cerré los ojos con miedo y cuando menos noté decidió irse.
Carajo, ¿qué fue todo eso? ¿por qué este psicópata tenía un arma? No sé y no me quedaré a averiguarlo.
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Dangerous Secrets [Ian Somerhalder] EN EDICIÓN
Fiksi PenggemarLas sospechas de Alexa se hicieron realidad y aunque se negara a aceptarlo su madre estaba saliendo con alguien. Un hombre que con su simple presencia hacía que las mujeres cayeran a sus pies como dominós y que todos a su alrededor parecieran simple...