c u a t r o.

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Jimin y Sunhee caminaron juntos hasta la estación del metro. 

De vez en cuando, una que otra pregunta se escuchaba de parte de él y ella la respondía tranquilamente. La verdad es que no se sentían incómodos; Jimin era agradable. El problema era la timidez de Sunhee.

Al llegar a la estación se sentaron en unas sillas. Habían llegado antes de lo que creían, así que debían esperar unos cuantos minutos para que llegara el metro.

Jimin pensó que era el momento para preguntarle aquello a la chica. Eso le estaba carcomiendo la mente.

—Sunhee—la llamó—¿Puedo preguntarte algo que, en realidad, no me incumbe?—una pequeña sonrisa apenada que se escapó de su boca.

El cuerpo de ella se tensó, pero aún así asintió con su cabeza. No sabía qué quería preguntarle él, pero presentía que era algo sobre lo que pasó hace algunos días.

—¿Por qué aquella vez estabas llorando?—el chico aminoró su voz, como si aquello se tratase de un secreto que no puede ser contado.

Lo sabía. 

—Ah...—Sunhee apretó un poco sus labios y, luego de unos segundos, sonrió—La verdad es que fue por algo tonto. Veras... Me gusta dibujar, muchísimo. Y me había esforzado un montón para hacer un dibujo

Él la escuchaba atentamente, con cuidado de no perderse ninguna parte de la historia.

—Pero por ser una descuidada, el cuaderno cayó en el suelo mojado y mis semanas de esfuerzo se convirtieron en una hoja con tinta chorreante—ella hizo una mueca. No quería agregar la parte del chico que chocó con ella.

Él asintió lentamente y volvió a mirarla.

—No es tonto. Eso debió ser frustrante—opinó de manera sincera. Sunhee sólo asintió, dándole a entender que él estaba en lo correcto—¿Podría ver tus dibujos, alguna vez?—eludió un poco el tema.

Ella pensó unos segundos. 

La única persona que solía ver sus dibujos era Youngmi y le gustaban muchísimo. Pero, si era sincera, ni siquiera estaba segura si los dibujos eran lo suficientemente buenos como para ser mostrados; mas decidió que daba igual.

Sunhee abrió su mochila y sacó aquel cuaderno en donde solía plasmar las ideas que tenía en su cabeza como trazos de lápiz y marcador. Se lo pasó suavemente a Jimin, y él lo tomó entre sus manos.

El chico lo abrió con lentitud y observó las primeras páginas

—Wow—admiró las hojas—Tienes mucho talento—sonrió mientras observaba con concentración los dibujos. El chico estaba completamente cautivado por la manera en la que ella dibujaba.

Sunhee murmuró un "gracias" mientras observaba la cara del chico; quería ver sus reacciones al momento de ver los dibujos, sólo así llegaría a saber si realmente le estaban gustando. Y vaya que el chico lo expresaba en su cara.

Él siguió pasando las páginas lentamente, sin ignorar ningún detalle, y llegó a una de las últimas. Era el dibujo que se había arruinado.

—Qué lastima. Se veía que era grandioso—suspiró—¡Pero estoy seguro de que puedes hacer uno igual y hasta más genial!—trató de animar a la chica.

Sunhee volvió a agradecerle, ahora un poco sonrojada.

Luego Jimin llegó a la última pagina.

Él juntó ambas cejas, tratando de adivinar quién era aquella persona dibujada en la hoja, y luego las levantó con una sonrisa traviesa en la cara. Sunhee abrió los ojos rápidamente y le arrebató el cuaderno de las manos, para cerrarlo y meterlo en la mochila.

—Mi-mira—señaló la chica nerviosamente—Ya debemos irnos.

Sunhee se levantó rápidamente de la silla y se dirigió al sistema de transporte para entrar en él. Sus mejillas ahora estaban quemándose y sentía como respiraba con dificultad.

Jimin se colocó a su lado y ella no pronunció ni una sola palabra.

De vez en cuando, ella lo miraba y él le sonreía, como si nada hubiera pasado. La verdad es que el chico no quería hacerla sentir incómoda, esa nunca fue su intención.

Esperaron en silencio hasta llegaron a la estación en donde Jimin tenía que bajar.

—Hasta mañana, Sunhee—se despidió.

—Hasta mañana.

Él salió y, antes de que las puertas lograran cerrarse, la miró por última vez sonriéndole tiernamente. El corazón de Sunhee se estremeció al ver eso.

Cuando se cerraron las puertas, soltó un suspiro largo y sonoro.

Tenía los nervios de punta.

La verdad es que el último dibujo se dio de la nada. Lo dibujó espontáneamente, y no se dio cuenta de qué, ni a quién estaba dibujando hasta que lo terminó.

Y tenía que ser justamente él el que lo vio.

El último dibujo, era un dibujo de Jimin.  

Subway↠p.jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora