d i e c i n u e v e.

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—Calmate Jimin.

—Pero, y si...

—¡Jimin!—lo interrumpió—No pasará nada, les agradarás. Yo le agradé a tus padres, ¿no?

Sunhee sonrió mientras ladeaba su cabeza. 

Él estaba nervioso, estaba más que nervioso. Sus manos sudaban, su estomago estaba revuelto y sentía como en cualquier momento sus piernas irían a flaquear. Sunhee estaba esforzándose para calmarlo. 

Las semanas habían pasado rápidamente desde aquella confesión repentina y las cosas iban más que bien entre ellos; incluso estaban conociendo más a fondo sus vidas. Pero en aquel momento, era turno de Jimin conocer algo importante en la vida de Sunhee, que eran sus padres.

—¿Y si no le agrado a tu padre?—lloriqueó.

—Ay, Jimin. Parece rudo, pero es sólo una coraza; en realidad es un malvavisco con chistes malos por dentro—colocó una mano en su hombro. Le daban ganas de reír por el hecho de que un chico como él se asustara tanto por conocer a sus padres; pero no reiría, sería demasiado cruel.

Jimin asintió lentamente y se dejó guiar por Sunhee. Tomados de la mano, entraron a la casa.

La chica le había dicho a su madre que traería a alguien en la cena para presentarles esa persona. Sus padres creían plenamente en que se trataba de una nueva amiga, lo cual los hizo emocionarse al ver que sus horizontes en la amistad se habían ampliado. Pero vaya que se equivocaban.

Al oír la puerta abrirse, su madre se asomó rápidamente desde la cocina.

—¡Ya llegaron!—la señora Im avisó no muy alto para que sólo las personas que estuvieran en la cocina escucharan, es decir, el padre de Sunhee.

Sus ojos parecieron salirse de sus cuencas al ver que su hija entraba al lugar agarrada de la mano, con un chico. En un segundo, lo analizó de pies a cabeza.

Una sonrisa se escapó de sus labios al ver que el chico era realmente adorable.

—Hola—Sunhee haló un poco a Jimin, adentrándose al lugar.

—Hola, linda—limpió sus manos en el delantal—¿Él es tu amigo?

Sunhee asintió.

—Mucho gusto, señora. Soy Park Jimin. Muchas gracias por invitarme a cenar—parecía que el chico había practicado qué iba a decir en aquel momento. Las palabras salían fluidamente y de manera automática. Hizo una pequeña reverencia y mordió su labio, nervioso.

—Oh, cariño, no hay de qué—sonrió y le dio una mirada rápida a Sunhee, moviendo las cejas muy levemente—Siéntense. La cena ya está lista.

Los dos chicos asintieron y se dirigieron a la mesa. Jimin sentía que un peso desaparecía de sus hombros, aliviándolo.

—Le agradaste—musitó—Pero aún te falta conocer a mi papá.

Él no tardó en brindarle una mirada de ayuda y se sentó rápidamente junto a ella. Sintió como su corazón salía disparado de su lugar al ver a aquel señor salir de la cocina.

Su semblante se mantenía duro y serio, un aura claramente intimidante se desprendía por donde pasaba y sus ojos parecían lanzar chispas. Se veía atemorizante.

Se sentó lentamente al frente de Jimin y lo observó con los ojos entrecerrados. Lo estaba estudiando muy bien.

Jimin tragó saliva y se levantó del asiento

—Mucho gusto, señor. Mi nombre es Park Jimin, amigo de su hija—hizo otra reverencia, tratando de no mostrarse temeroso, aunque sus ojos lo delataban.

[...]

—¿Dónde conseguiste a un chico tan adorable?—su madre le susurró, tratando de no interrumpir la conversación que estaba a su lado. El padre de Sunhee le hablaba animadamente al chico y parecía agradarle un montón.

Sunhee sólo elevó sus dos hombros, comiendo los últimos bocados de su plato.

—Jimin, hijo. ¿No quieres postre?—el señor Im se apresuró a retirar el plato vacío que estaba al frente del muchacho.

—Oh, no. Muchas gra-

—¿Qué dices? Te traeré un poco de pastel—la madre de Sunhee lo interrumpió, acercándose a la cocina junto a su esposo mientras susurraban entre sí y chocaban las palmas de sus manos.

—¿Eh?—Sunhee balbuceó—Tonto, ¿qué hiciste?

—¿Por qué?

—¡A mi jamás me han ofrecido pastel! Les agradaste demasiado—se cruzó de brazos y se hundió en la silla, inflando sus mejillas.

Sus padres habían adorado a Park Jimin y eso sólo significaba que iría a recibir preguntas sobre cómo estaba él diariamente. No sabía si eso era bueno o malo.

Subway↠p.jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora