s e i s.

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Después de una larga espera, por fin era viernes. Y al terminar la última clase del día, Sunhee no puedo evitar comenzar a guardar sus pertenencias de una manera rápida en su mochila. Quería irse y no le importaba ser muy obvia.

—Wow, calma—la castaña soltó unas cuantas risas al verla—Sé que quieres irte, pero por lo menos disimula.

Sunhee sacó la lengua y se colocó la mochila en la espalda para esperar a su mejor amiga. Sólo quería dormir por unas largas horas para descansar del mundo.

—Ni siquiera sé porque te desesperas tanto si no nos vamos juntas—se burló Youngmi.

Sunhee entrecerró los ojos, dándole una mala mirada. Sabía que la chica estaba burlándose de aquella vez en que donde ella dijo lo mismo, cuando la apresuró a darse prisa.

—Que odiosa estás el día de hoy—comentó.

Youngmi sonrió y se apresuró para tomar su mochila. Le causaba gracia la manera tan natural en la cual la chica fruncía en ceño mientras hacía un puchero con su boca.

—Pero no te enojes, Sunhee—colocó sus manos en los hombros la chica y la sacudió levemente—Sólo estoy jugando, amargada.

Sunhee rodó los ojos. Hacerla enfadar no era muy difícil.

Aún así, Youngmi sonrió dulcemente mientras se le escapaban risitas de la boca. Tomó a su amiga de la mano y caminaron juntas hasta la salida de su instituto.

—Voy a tener que hablar con Jimin para que así dejes de ser amargada—la castaña mordió su labio, tratando de evitar que la carcajada que estaba en su garganta saliera.

—¡Youngmi!—gritó la pelinegra desesperada con los ojos cerrados, aunque no pudo evitar reír.

Ellas comenzaron a carcajear muy fuertemente, provocando que algunos estudiantes voltearan a verlas de manera extrañada.

Aún así no pararon de reír.

[...]

Sunhee se balanceaba de un lado a otro mientras buscaba a Jimin con la mirada. Tenía miedo a que el chico no estuviera en el lugar, pero dejó de pensar eso en un instante.

Observó como el chico estaba sentado a unos metros de distancia, él tenía las manos en las mejillas, aplastándolas, y apoyaba sus codos en sus piernas. El chico parecía aburrido, y ciertamente lo estaba.

Sunhee sonrió al instante y comenzó a caminar hacia él. Le parecía adorable que el chico de vez en cuando soplara el flequillo que adornaba su frente con el ceño fruncido.

¿Por qué sonríes? Pareces idiota, Sunhee.

Al acercarse lo suficiente, los ojos del chico se posaron en los pies de Sunhee, y miró rápidamente su cara.

—Sunhee, hola—sonrió el chico y se sentó de mejor manera, con la espalda derecha. Le alegró el hecho de que ya no estaría aburrido.

Ella lo saludó y se sentó a su lado.

—¿Y esa cara?—preguntó mientras colocaba su mochila en el asiento—¿Dónde está tu amigo?

—Hoy comenzó a ir a unas clases de piano, al parecer no me acompañara de nuevo—Jimin hizo una mueca.

—Qué coincidencia. Me pasa lo mismo con mi mejor amiga—le contó Sunhee, ya que Youngmi iba a unas clases de piano después del instituto.

Rápidamente, recordó lo que tenía en su mochila y la abrió para sacar el cuaderno. Él miraba con cautela todos los movimientos de ella, y cuando vio el cuaderno salir de la mochila, mordió su labio inferior. Se sentía apenado de nuevo.

—Toma—se lo entregó—Ya creo que se me ha vuelto una costumbre cuidar tus cosas.

Él pasó la mano por su cara y tomó el cuaderno.

—Rayos, qué vergüenza—cubrió su cara con sus manos—Odio ser tan distraído—confesó.

—No pasa nada.

A Sunhee no le molestaba en ningún sentido, pero le preocupaba que alguna vez el chico dejará algunas de sus pertenencias y que ella no se diera cuenta.

Un silencio apareció y Sunhee se removió en su asiento de manera incómoda. Ella no sabía qué hacer en situaciones así, Youngmi siempre tenía de que hablar así que ella no tenía que esforzarse.

Recordó qué hacía  la castaña.

Sunhee comenzó a hablar de temas al azar tímidamente, tratando de establecer así una conversación. Jimin respondía a todo lo que ella decía y, de un momento a otro, hablaron cómodamente y con fluidez.

Él comenzó a contar anécdotas graciosas que le habían sucedido. Sunhee no podía evitar reír al escuchar las historias y más al ver las muecas del chico.

Ella comenzó a fijarse en los detalles del chico mientras hablaba. Cada vez que se reía, sus ojos se convertían en una línea y sus mejillas se veían más rechonchas de lo normal. Generalmente, mientras hablaba, con su mano echaba su cabello para atrás y relamía con frecuencia sus labios.

¿Por qué demonios te fijas tanto en esos detalles? Se regañó a si misma.

Sí, el chico le parecía definitivamente guapo y adorable.

Estaba tan ocupada observando los detalles del chico que ni siquiera se tomó el tiempo de responder a lo que él decía.

—Sunhee—la llamó Jimin.

Ella dio un pequeño respingo y parpadeó un par de veces, saliendo del tonto trance.

—¿Si?

—Lo siento—sonrió—, es que te quedaste sin hablar por un minuto. ¿En qué pensabas?

La chica apretó los labios. No podía decirle que pensaba en él y los adorables gestos que hacía cada dos por tres.

—Oh, en nada. Sólo estoy algo cansada—mintió. Tenía energía para lanzar al cielo.

Él asintió lentamente y observó como las puertas se abrían del metro.

—Ya debo irme—se levantó del asiento—Muchísimas gracias por lo del cuaderno—pasó su mano por nuca, avergonzado—Nos vemos el lunes. Cuídate.

—Hasta el lunes, Jimin—se despidió la chica—Ten un buen fin de semana.

En la cara de Jimin se plasmó una sonrisa y Sunhee vio como como él comenzó a caminar entre las personas, hasta salir por las puertas que, momentos después, se cerraron.

Ella suspiró un poco y colocó sus manos a los lados para mirar al frente. Ahora tendría que esperar aburrida hasta llegar a su estación.

Sin embargo, sintió que debajo su mano había un objeto, así que dirigió su mirada al asiento de al lado, en donde anteriormente estaba Jimin.

Esto tiene que ser definitivamente una broma. 

Subway↠p.jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora