d i e c i s i e t e.

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—Definitivamente mi suerte es la peor.

Sunhee soltó una risa. 

Justo antes de que terminaran de hablar para irse, el cielo se nubló y las gotas de lluvia habían comenzado a caer, mojando todo. Sucedió tan rápido que no era creíble.

Aquello los había obligado a entrar a la casa de la chica para refugiarse. Jimin no paraba de quejarse sobre aquello, diciendo que no era para nada justo y que sus planes se habían arruinado por completo.

—No es para tanto, en serio... No pasa nada—la chica trató de animarlo—¿Quieres galletas? Hice galletas hace unos días—eludió el tema anterior para que él no siguiera culpándose de aquello, ¿y cómo iría a tener a culpa de que lloviera?

—Claro.

Sunhee se dirigió directamente a la cocina a buscar las galletas. 

Para distraerse, las había hecho sin ayuda y ninguno de sus padres se atrevió de comer alguna, ya que ella era muy pero muy mala cocinando y tenían miedo de que les pasara algo si lo hacían.

Ella sólo decía que se lo perdían, ya que las galletas, para su sorpresa, le habían quedado deliciosas.

Tomó unas cuantas y las colocó en un pequeño plato. Volvió a la sala y sus ojos se abrieron hasta más no poder.

—¡No veas eso, entrometido!—dejó el plato en la mesa y corrió a arrebatárle lo que tenía en las manos.

Jimin no paraba de reír, esa era una foto extremadamente tierna.

—¡No, no! Espera—sus risas no lo dejaban hablar bien—Déjame tomarle una foto con mi celular.

—¿Qué dices? ¡No!—trató de quitársela. Él rápidamente elevó la mano para que quedara en una altura inalcanzable—¡Eso es jugar sucio! Sabes que no alcanzo, agh.

Le había dicho a su madre más de mil veces que no colocará esa foto ahí en la sala, pero lo hizo. En ella, aparecía Sunhee cuando tenía 7 años con un disfraz de gato, efectivamente, era adorable.

Pero a ella le daba vergüenza.

Derrotada, rodó los ojos y se dejó caer en el sofá.

—Está bien, tomale la foto ¡pero en cuanto lo hagas, deja eso en donde lo encontraste y no se la pases a nadie!

Jimin asintió emocionado y procedió a hacer lo que quería. Ella sólo miraba cada uno de sus movimientos con los ojos entrecerrados.

Luego de tomar la foto, el chico dejó a foto en su lugar y, luego, se acercó lentamente a la mesa en donde estaba el plato de galletas.

—¿Puedo?—ella asintió, después de todo, estaban ahí para que él las comiera. Jimin tomó una de las galletas y se la llevó a la boca con la intención de darle un mordisco.

—Que conste que nadie de mi familia ha querido comer de esas galletas porque dicen que se van a intoxicar.

Jimin estaba punto de cerrar su mandíbula para morder el dulce—¿En serio?

—Sí.

Él lo pensó por unos segundos y se encogió de hombros para morder definitivamente la galleta.

—Hey... No sabe mal, ¡sabe bien!

Él terminó de comer la galleta que estaba en su mano y dirigió su mano para agarrar otra. No podía negar que estaban realmente buenas y que se notaba el esfuerzo que la chica le había puesto a hacerlas.

—Mmm... Jimin—el chico desvió la mirada de las galletas y le prestó atención—¿Quieres jugar?

Él sonrió al instante.

[...]

—¡No! ¡No! ¡Basta!

Sunhee se levantó al instante del sofá, completamente alterada e histérica. Comenzó a presionar todos los botones de aquel control.

—¡Te estoy ganando, Im Sunhee!

—¡No puede ser!—la chica se desesperó al ver que Jimin estaba obteniendo más puntos en el juego. Y en cuestión de segundos, la pantalla declaró que él había ganado—¡NO!

—¿No se supone que nadie te gana en este juego?—el chico se levantó del sofá, para mirarla con los labios apretados y así no soltar las escandalosas carcajadas que amenazaban con salir de su garganta.

Sunhee cerró los ojos con fuerza y soltó el control en el sofá.

—Bueno... Tal vez fue cuestión de suerte.

—¿Estás segura?

—Sí.

—¿Segura, segura, segura?

—¡Bueno, maldición! Si me ganaste, ¿feliz?—se dejó caer en el sofá y tapó su cara con un cojín. Era la primera vez que perdía contra alguien y le costaba aceptarlo, pero el chico había insistido tanto que lo tuvo que hacer. Era un necio.

—Sunhee—el chico chilló mientras la tomaba de los hombros—No te enojes, bonita.

—Bonita tus nalgas.

—Bueno, no hay que negar que mi trasero es precio-

—¡Jimin!

No tardó unos segundos en comenzar a reír fuertemente junto a Jimin. Aunque él la fastidiara, no debía negar que la hacía reír un montón.

—Eres un idiota—detuvo las carcajadas un momento y aminoró la voz, para que sólo ella escuchara lo que diría—¿Cómo es que me gustas?

Jimin paró de reír al instante. Le había parecido oír lo último y no estaba del todo seguro de si era lo que estaba pensando—¿Qué?

—Nada.

—No, no, no. ¿Qué fue lo último que dijiste, Sunhee?—la chica comenzó a sentirse nerviosa y buscó rápidamente una excusa para así no delatar sus sentimientos, más de lo que ya había hecho.

—En serio, no fue nada. Fue una frase repentina que vino a mi cabeza, es más, ¡ups! Se me olvidó lo que había dicho. ¿En serio dije algo? Jaja, que cosas ¿no?—había hablado tan rápido que atropellaba las palabras y ni ella misma pudo entenderse.

—Está bien—rodó los ojos. Aunque siguiera insistiendo, ella no tenía pinta de querer confesar lo que había dicho, así que la dejó en paz—¿Te parece si jugamos otra partida?

La chica asintió frenéticamente, aliviada de que él no insistiera de nuevo.

Aún así, Jimin seguía teniendo las ganas de saber bien qué era lo que había dicho. Y con sólo imaginar que fuera lo que él escuchó, no podía evitar sonreír.

Subway↠p.jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora